—¿No me ibas a contar nada? ¿Raven enamorada? ¡Me cuesta creerlo! Cuando me dijiste que salías con alguien y que te tenía de cabeza, no pensé que terminaría en matrimonio. Me río, pero mi risa es breve. Beatriz no había conocido a Franco aún, y sé que piensa que Nicoló es esa persona de la que le hablaba. Bueno, no voy a sacarla de su error. Algo me revuelve las entrañas en este momento. El camarero llega con los platos. Una pasta con trufas para ella y para mí una ensalada tibia de salmón. Apenas el aroma me alcanza, siento que el estómago me da un vuelco violento. —¿Todo bien? —pregunta Beatriz, preocupada. Trago saliva con fuerza. —Lo siento, ¿podrían cambiar mi plato? —le pido al camarero—. Tal vez solo una sopa… de verduras, algo suave. El camarero asiente y se lleva el plato.

