—No es tan simple, Raven —dice mi nombre como si le quemara en la lengua—. No sabes lo que es despertar y tener una esposa, un supuesto hijo, una familia que te reclama que tome medidas, y sentir que todo lo que te cuentan es una obra montada. No sé qué parte de mi vida es real. Y tú, con tu seguridad, con esa certeza de que lo recuerdas todo, me haces sentir más perdido. Su confesión me descoloca. Y por un instante lo entiendo. Aunque no quiera y no lo merezca. —Yo no elegí esto tampoco —respondo—. No planeé tener un hijo con un hombre que tendría un accidente y terminó en coma. No quería ser la mujer que criara sola a un niño con tu apellido. Pero me tocó y lo estoy haciendo. Y Emilio no fue un error. Fue una consecuencia inesperada de una verdad compartida. ¿Tú quieres saber si es tuy

