POV. Nicoló. Estoy aquí, sentado frente a un desayuno que no me apetece, con el tenedor entre los dedos, moviendo una fresa de un lado a otro en el plato como si fuera una pieza de ajedrez crucial en medio de una partida que no entiendo del todo. A mi alrededor, la conversación gira como un ventilador encendido. Va y viene, zumbando con banalidades. Portia está hablando de una gala benéfica a la que fue invitada —otra más—, y mi madre la escucha con fingido interés, como si no fuera una pérdida de tiempo con vestidos de diseñador y sonrisas hipócritas. Franco revisa su móvil con disimulo, aunque sé al instante que lee un mensaje que no quiere que nadie más lea. Y Valeria… Valeria solo juega con su taza de té, cruzando miradas fugaces con conmigo, como si adivinara la tormenta que me b

