Me detuve un momento y luego le bajé las bragas. Menos mal que mi mano estaba en su espalda, sujetándola, porque en ese momento intentó levantarse. "Quédate quieta", le advertí. "Si te levantas, le mostrarás al mundo lo que vales". "¿Por qué me bajaste las bragas?", me susurró. "No me desnudo en la cámara". "Alguien que me observaba me lo sugirió", expliqué. "Varios, de hecho. No te preocupes, mientras estés boca abajo y de lado, nadie podrá verte". "Puedes", respondió ella. "Bueno, sí", admití. "Puedo verte aquí, pero nadie más puede. Cualquiera que esté mirando solo puede ver mi mano apoyada en tu trasero". Froté con cuidado algunas curvas interesantes para demostrar lo que yo podía ver y nadie más podía. Fiona expresó su descontento con esto. "Bueno, no me importa", dije alegreme

