Soy niñera y un poco fisgona. Lo admito. Me gusta curiosear en las casas de la gente cuando están fuera y los niños duermen. Es divertido. También es bastante sorprendente lo que uno encuentra a veces. Eso sí, no entro en las habitaciones de los padres. No sé si quiero saber qué tipo de cosas puedo encontrar allí. No, simplemente curiosea en los cajones y armarios del resto de la casa.
Así que ahí estaba yo, esperando a Mary y Roy Adams. Habían salido, los niños dormían, y yo, pensativa, rebuscaba en el cajón de trastos de la cocina. Ya sabes, ¿a cuál me refiero? Todos teníamos uno. Si no sabes dónde poner algo, acaba en el cajón de trastos.
Lo que encontré allí fue un poco desconcertante. Dos juegos de esposas rosas y esponjosas, con llaves incluidas. Al principio pensé que eran juguete
