Don silbaba al llegar a casa del trabajo. Era viernes y el fin de semana se extendía por delante. Él y su esposa salían de fiesta mientras los niños se quedaban en casa. Era momento de relajarse y divertirse.
Al entrar en la casa, Marie, su esposa, echó una pequeña mosca en la sopa.
"Don, Helen no puede cuidar a los niños esta noche", anunció.
No voy a llevar a esos pequeños monstruos a la fiesta, fue lo primero que pensó Don. A esto le siguió la comprensión de que Marie no parecía particularmente decepcionada, solo un poco recelosa. Obviamente tenía más noticias, pero no estaba segura de cómo las tomaría él. Esperó.
"Conseguí a Suzy", dijo Marie sonriendo. "Está dispuesta a ayudarnos".
Don hizo una mueca, pero se abstuvo de decir nada. Suzy era mejor que nadie. Simplemente se mantend
