Capítulo 2: desconocido

1786 Words
El hombre no hizo amago alguno de entrar ni de moverse, simplemente la miró sin ningún gesto en su rostro. ―¿Qué quiere? ―exigió saber madre con voz trémula. ―No me temas; vengo en su ayuda, Carla ―le contestó el desconocido―. Por encargo de Galiana. ―¿¡Cómo se atreve a burlarse de nosotros?! ―espeté furioso, ¿cómo podía tomar el nombre de mi hermana con tanta liviandad? ―No me estoy burlando, digo la verdad ―me respondió sin perder la compostura. ―Mi hermana está muerta ―repliqué. ―Lo sé. ―Entonces, ¿cómo pudo enviarlo a nosotros? ―La comunicación entre seres de diferentes mundos es mucho más frecuente de lo que imaginas. En ese momento recordé lo que había dicho mi mamá meses atrás acerca de otro tipo seres que habitaban en el mundo y comprendí que él no era como nosotros. ―¿Puedes hablar con ella? ―pregunté esperanzado, si él era capaz de hablar con ella, quizá yo también. ―No, soy un simple emisario y vengo a cumplir una misión. ―Tú dirás ―exigió mamá con firmeza. ―Debo convertir a tu marido y a tus hijos ―respondió el intruso. ―¡¿Qué?! ―gritó mi madre y dio dos pasos atrás. ―Sé que suena extraño, las cosas no se hacen de este modo usualmente, no obstante, esta es una situación especial que merece un trato especial. ―¿A qué te refieres con esta charla tan... irreal? ―interrogué, no entendía nada. ―Yo les puedo explicar lo que quieran, pero antes, ¿me invitan a pasar? ¿Carla? Por favor. Me sorprendí de que mi mamá dudara y de qué ese hombre no hiciera ningún intento de entrar, pues, estaba seguro de que, si hubiese querido, habría entrado sin siquiera pedir permiso, tenía una fortaleza muy notoria, y no solo física, también mental y espiritual. Estaba seguro de que podría acabar con todos nosotros en cosa de segundos. ―Carla, por favor, a tu esposo no le queda mucho tiempo ―rogó el hombre, casi desesperado. ―¿Sabes quién le hizo eso? ―interrogó madre. ―Por supuesto, pero no es tiempo de explicaciones, es momento de actuar, si demoramos más el proceso, él no se salvará, tú lo sabes, sabes que tendrá una muerte lenta y dolorosa, su organismo tiene el veneno, pero no la transformación, falta lo más importante. ―No puedo dejarte entrar, lo siento ―se negó y volvió a acercarse a la puerta. ―Carla, por favor, Galiana quiere que lo hagan, quiere su venganza, los que hicieron esto no descansarán hasta ver a toda tu familia bajo tierra. ―¿Qué tenemos que ver nosotros con el asesino de mi hermana? ¿Por qué nos quiere muertos? ―inquirí preocupado, si era así, no tendríamos escapatoria, ya había asesinado a Galiana, papá había sido atacado y seguíamos nosotros. ―Puedo explicarles todo, todo, pero, por favor, déjenme entrar antes de que sea demasiado tarde. ―No ―repitió mi mamá y empujó la puerta para cerrarla. Yo la detuve, quería escuchar lo que ese hombre tenía que decir. ―Mamá, por favor, si él puede ayudar a papá, hay que dejarlo. Si él nos puede dar respuestas, debemos escucharlo. Si quisiera lastimar a nuestra familia, lo hubiera hecho, no necesita permiso para entrar y matarnos a todos ―supliqué. ―Te equivocas, hijo, ni él, ni ninguno de su especie, puede entrar a una casa de humanos sin el permiso de sus dueños ―replicó con dureza. ―¿Qué? ―No comprendí a qué se refería con esas palabras. Nuestro visitante resopló y negó con la cabeza, molesto por la negativa de mi mamá. ―Yo soy un vampiro, Leo ―me explicó el desconocido―, y se nos está negada la entrada a cualquier hogar por defecto, los dueños de casa han de dejarnos entrar, de otro modo, no podemos hacerlo. ―En ese caso, ¿cómo podemos saber que vienes con buenas intenciones y no a terminar tu trabajo con mi papá? ―No lo sabes. No tengo cómo demostrártelo. Solo deben confiar en mí. ―Bien, pero dime algo, ¿por qué mencionaste que Galiana te envió si no puedes hablar con ella? ―Ya te dije, soy un emisario, un simple enviado. Una bruja me contactó y me envió con ustedes. Ella se comunicó con tu hermana y me solicitó ayuda para tu padre y tu familia; hay una mujer que no descansará hasta verlos a todos destruidos. Ella quiere acabar con toda tu familia. ―¿Quién es? ―No lo sé en esta época. Su nombre original es Catalina. ―¿Su nombre original? ¿Se lo cambió? ―Su nombre original es el primer nombre que le dio su madre, el resto son los nombres que los progenitores les han dado a quien ella luego ha robado el cuerpo, pues esa hechicera se dedica a eso: a robar vidas ajenas. ―No entiendo nada de lo que dices ―intervino mi hermano―. ¿Puedes hablar más claro? El hombre clavó sus rojas pupilas en Franco, al parecer ya se estaba molestando. ―Escucha, Franco, yo sé que para ustedes todo esto es complicado y que no tengo modo alguno de demostrar que lo que digo es verdad, más que el hecho de afirmar que todo lo que he hablado es cierto. Si no me dejan entrar, su padre morirá irremediablemente de un momento a otro, puedo sentir su corazón casi a punto de dejar de latir. ―¿Cómo sabemos que no utilizas a nuestra hermana y nuestro dolor como señuelo? Todo el mundo sabe lo que pasó con ella y... ―habló Julius. ―Pero no todos saben lo de tu padre y del poco tiempo que le queda. Por favor, ya está agonizando. ¡Morirá! ―¿Cómo sabemos que no fuiste tú el que lo atacó? ―insistí. ―No lo saben ―afirmó, frustrado y, al parecer, rendido ante nuestra negativa―. No lo saben. ―Déjenlo pasar ―ordenó mi padre con dificultad. ―Enrique... ―Se alteró mamá. ―Déjenlo ―repitió a jadeos―. Si nos quiere asesinar lo hará hoy en nuestra casa o mañana en la calle. Nada ni nadie lo podrá evitar. No podremos vivir por siempre encerrados por miedo. Mi madre lanzó un suspiro. ―Pase ―aceptó y abrió la puerta hasta atrás. El hombre dio un paso hacia el interior y se detuvo, me dio la impresión de que quiso asegurarse de que le era permitido entrar. Miró en derredor y luego avanzó célere hacia mi padre que agonizaba en el sofá de la sala. ―No hay tiempo, ¿estás dispuesto? ―le consultó, mi papá asintió apenas con un movimiento de cabeza y de ojos―. Bien. El intruso se abalanzó sobre el cuello de mi padre y se mantuvo así un buen rato. Franco quiso detenerlo, pero yo lo atajé de un brazo. Yo no entendía lo que ocurría, de lo que sí estaba seguro era de que ese hombre no iba a hacernos daño. No se hubiese lanzado contra papá, él ya estaba muriendo, nos habría atacado a nosotros. Mi padre dio algunas muestras de dolor, se quejó y retorció. Mi madre se acercó hacia él y le acarició las mejillas. ―Será mejor que no lo toquen hasta que se complete el proceso; las caricias, en vez de aliviar su dolor, le queman más ―nos indicó el hombre. ―¿Cuál es tu nombre? ―atiné a preguntar. ―Marcos. ―Ahora que mi padre está a salvo, ¿puedes decirnos cómo es que te enteraste de lo que le sucedió y cómo pretendes ayudarnos? ―exigí como un ruego. Marcos me miró con simpatía, como si me conociera de toda la vida o como si fuésemos grandes amigos. ―Como les dije anteriormente, soy un vampiro, tengo trescientos años de existencia, vago por el mundo sin clan, para mí, todo el mundo es mi amigo hasta que me demuestre lo contrario, por este motivo es que tengo amigos en todas partes, de todas formas, colores y mundos. Hace un par de días me contactó una antigua amiga, una poderosa hechicera ancestral y me envió aquí con un mensaje de Galiana: su familia debía ser protegida y esta es la única forma. ―¿De esa tal Catalina? ―interrogué. ―Así es. O si lo prefieren, Marina Alabrú, ¿les suena conocido? ―¿Marina Alabrú? ―exclamé sorprendido―. Mamá, ¿esa no fue la mujer tan desagradable que estuvo aquí en el funeral de Galiana? ―Mi mamá asintió con la cabeza―. Ella quería quedarse con todo lo de papá y estaba muy molesta porque padre no quería aceptar ningún trato con ella. ―Esa mujer no tiene escrúpulos ―comentó Marcos―, quiere adueñarse no solo de mucho dinero y poder, también de una vida que no le corresponde y lleva tres reencarnaciones apareciendo con el mismo rostro y el mismo cuerpo. Para ser franco, llega a ser aburrido. ―Hey, espera, tú dijiste que no sabías quién era en esta vida ―cuestioné. ―No era el momento ―replicó sin culpa y con una sonrisa algo burlesca. ―¿Por qué esa mujer nos quiere destruir? ―preguntó Julius. ―Por Galiana. Pero esa es otra historia que la sabrán en su momento. No es el tiempo aún. ―Para ti todo pasará en otro momento ―repliqué. ―En trescientos años he aprendido que todo tiene su momento y luchar contra ello, no solo es peligroso, sino también ineficaz. Yo no lo sé todo y no sé por qué Marina quiere destruir a la familia de Galeana, solo sé que las cosas no suceden en vano ni por casualidad, todo tiene su propósito y su final, quizás ustedes sean importantes para la destrucción de esa mujer. ―¿Qué debemos hacer? ―Ya les dije, tengo que convertirlos en vampiros. ―No ―negó mi madre con firmeza. ―Carla, sabes que es lo mejor, si esa mujer se viene en su contra, lo único que van a obtener es la muerte. Mi madre bajó la cabeza. ―¿Carla? ―indagó el hombre buscando su mirada―. Necesito tu aprobación, lo sabes. ―Yo soy mayor de edad, no necesito el permiso de mis padres ―protesté, si era por vengar a mi hermana, estaba dispuesto a lo que fuera.
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