María Elena apretó los puños, sus ojos brillando con furia. —No te atrevas a hacerte el inocente. No eres el hombre honesto, íntegro que conocí. No después de todo lo que he visto —replicó, haciendo una clara referencia a Karen. Anthony soltó una breve risa amarga, inclinándose hacia adelante, con sus ojos clavados en los de ella. —¿Honesto? —repitió, con una mezcla de ironía y amargura—. Quizás deberías mirar en el espejo antes de hablar de integridad, María Elena. Tú, que me juzgaste sin pruebas, que me apartaste y nunca me diste la oportunidad de explicarme... Ahora me acusas de jugar sucio. El comentario la dejó sin palabras por un instante, pero no iba a dejar que él desviara la conversación. —No estamos hablando del pasado, Anthony. Estamos hablando de ahora. Vi cómo coqueteabas

