El vapor se asentó lentamente en las paredes del baño cuando Michele se introdujo en la ducha, creando una capa de niebla que se disipaba con cada movimiento que el mafioso realizaba. Él se paró frente al espejo, dejando que el agua se escurriera por su piel antes de tomar una toalla y secarse con movimientos lentos. Cuando al fin la tomó, la toalla reveló su figura esculpida y mientras la deslizó sobre su piel, sus músculos se tensaron de forma seductora, marcando aún más cada línea definida.
Sus ojos esmeralda, reflejaban la luz del baño con un brillo intenso, estaban fijos en su propio reflejo. Había un aire de elegancia en su rostro mientras se acercaba al lavabo y agarraba la navaja de afeitar, una pieza de metal elegante con un mango de cuero n***o. La navaja, que tenía un brillo me
