El sonido de los tacones de Abbie resonó mientras se agachaba. Al mismo tiempo, Matteo lo hizo. El aroma que pudo percibir Matteo, era distintivo, uno que parecía familiar, lo tenía presente porque había pasado solo una noche y que dos mujeres olieran igual le pareció más que una coincidencia. Matteo, conocido por su aguda intuición y su capacidad para captar detalles sutiles, observó a Abbie con una mezcla de curiosidad y suspicacia. Su mirada se posó en ella mientras intentaba recoger los papeles con movimientos apresurados y desordenados. Había algo en su comportamiento que no encajaba del todo, y el nerviosismo palpable en su expresión lo hizo estar aún más alerta. Lo primero que observó fueron sus ojos detrás de las gafas, no estaba maquillados, pero pudo notar sus pestañas largas.

