Hotel. 2

4915 Words
Termino con la junta cerca de las doce del mediodía y se despidió de todos los hombres antes de ir a su cuarto para refrescarse un poco ya que estuvo de pie por un largo tiempo escuchando algunas preguntas redundantes, se quitó los zapatos y se quedó sentada en la butaca de la esquina contemplando el paisaje por las ventanas que iban de piso a techo, vio un grupito de palomas volar y sonrió de lado porque con la edad que tenía aun le gustaba perseguirlas cada vez que las veía. Cerro los parpados al sentirlos pesados y sintió quedarse dormida por unos segundos hasta que la cabeza se le fue hacia atrás haciéndola despertarse de golpe un tanto asustada, estaba tan cansada que casi se andaba quedando dormida sentada y pensó que lo más cómodo seria irse a la cama para poder dormir un poco ya que no tenía apetito en aquellos momentos, el desayuno un poco tarde causo ese efecto. Durmió por unas dos horas más y sintió que había recuperado la energía, ya era media tarde y Dianina le había enviado el pase para poder entrar al bar con barra libre hasta el amanecer, era demasiado tiempo para ella ya que su idea principal era solo ir a beber un par de copas antes de volver al hotel y seguir durmiendo porque al día siguiente debía viajar de nuevo, aunque esta vez iría a casa; bajo al restaurante del hotel para poder comer algo pues su estómago estaba reclamando por alimento con gruñidos especialmente fuertes, se dio cuenta de que había menos movimiento que por la mañana, sin embargo, sus ojos enfocaron al mismo hombre que se había sentado frente a ella mientras esperaba por las copias horas antes; bajito de estatura, un poco regordete y con el cabello blanco, seguramente estaba entre los cincuenta y el más allá, no era buena calculando edades. Paso de largo porque lo que estuviera haciendo ahí no era de su incumbencia, se quedó en el interior del restaurante ya que estaba haciendo demasiado calor como para estar afuera aun con la bonita tarde que hacía, pero prefirió la frescura de los ventiladores de techo. – Ivana. – una voz masculina la hizo apartar la vista del menú. – Señor Marino. – se puso en pie, saludo al hombre con un apretón de mano y el beso en la mejilla ya se había vuelto más común. – Pregunte por ti y me dijeron que estabas en tu habitación, te llame un par de veces, pero no tuve respuesta. – comento el hombre tomando asiento frente a ella. – Estaba cansada y me quede dormida, fue un vuelo bastante largo más la escala de horas que hizo en Madrid. – ella hizo lo mismo y continúo viendo el menú. – Imaginé que estarías descansando, por eso no insistí con las llamadas... – el hombre levanto la mano llamando al mesero. – Tráenos una botella de Trivento y no sé qué deseas comer. – vio a Ivana. – Yo quiero unas tiras de carne con puré de papas. – cerro el menú y lo dejo sobre la mesa. – ¿Le gustaría que la carne fuera con tiras de pimiento o con hongos? – pregunto el mesero mientras apuntaba en su pequeña libreta. – Lo quiero con ambos y el puré de papas con mantequilla por favor. – puso sus ojos sobre los oscuros del señor Marino. – Enseguida se los traigo, permiso. – el mesero se retiró. – Los socios me dijeron que hiciste una excelente presentación y que no dejaste ningún hueco financiero, están conformes con todo y quieren seguir invirtiendo. – dijo mientras acomodaba la copa frente a él. – ¿Por qué no pudo ir Dianina? – cruzo una pierna sobre la otra. – Me acompaño a un evento anoche y se nos pasaron las copas porque estuvo bastante entretenido, la pobre tuvo que recibir ayuda porque fue quien más bebió y no podía presentarse con resaca, iba a dar una muy mala imagen a la empresa. – comento sonriendo. – Me extraño mucho que me llamara esta mañana para pedirme ayuda. – vio al mesero llegar y servirles el vino. – Yo le dije que lo hiciera y que te ofreciera lo que quisieras. – el señor Marino sonrió. – De haber sabido que era una orden directa de usted no hubiese sido tan exigente con mis peticiones. – bajo la cabeza un poco apenada. – No te preocupes, lo mejor se les da a los mejores y me hubiese gustado que fueras tu quien me acompañara a la fiesta de anoche, pero hiciste tan buen trabajo en Las Vegas que me gustaría regalarte quince días de vacaciones en El Cairo, vuelo y gastos de hospedaje corren por mi cuenta. – ella casi se atraganta con el vino. – ¿Es una broma señor Marino? – dejo la copa sobre la mesa mientras lo veía a los ojos. – No… y ya te he dicho que puedes llamarme Enzo, tantos años trabajando juntos y todavía no consigo que me tengas esa confianza. – el mesero llego con una sopa para ambos mientras esperaban la comida. Enzo Mariano era un empresario hotelero de cuarenta y cinco años, un filántropo millonario que estaba asociado a muchas organizaciones de caridad en el medio oriente y se enfocaba en brindar ayuda a los niños que eran víctimas de las guerras constantes que se mantenían en algunos países, tenía una segunda empresa, una firma de arquitectos y diseños, también tiene muchas más inversiones en otros rubros; de un físico alto y muy esbelto, el cabello castaño tintado por algunas canas, los iris marrón oscuro, de tez clara y con algunas arrugas en el rostro, pero eso no era suficiente para quitarle el atractivo, con unos diez años menos seguramente Ivana hubiera caído rendida a sus pies y seguramente ya no trabajaría para él porque lo estaría recibiendo todo desde otra posición más íntima porque era realmente apuesto, carismático y encantador, en los primeros meses trabajando de cerca con él fueron difíciles para Ivana porque se sentia muy atraída hacia él, pero tenía un nivel de ética demasiado alto como para dejarse llevar por un capricho. – Gracias por la oferta, pero creo que es demasiado. – Ivana vio el pequeño plato con la sopa, era un caldo de res con verduras en cubitos. – Has dedicado seis años de tu juventud a la empresa, me has ayudado tanto y a mí me parece justo regalarle eso a la mejor de mi equipo. – Enzo comenzó a comer. – Seis años en los que he recibido un suelto bastante bueno por mis servicios a una gran empresa que me dio la oportunidad de trabajar cuando nadie más me las iba a dar siendo tan joven. – hizo lo mismo, aunque no le gustaba mucho ese tipo de sopa. – ¿Tienes pareja? – pregunto porque tenía con ella la confianza suficiente para hacerlo. – No... – Ivana se rio – Mi madre me reclama porque no les he presentado yerno desde hace siete años, por parte de mi padre todo está bien, él no quiere hombres a mi alrededor. – movió la sopa con la cuchara. – Siete años sin pareja es mucho tiempo ¿No te molesta la soledad? – Enzo solo quería conversar con alguien un rato. – La verdad he tenido mis aventuras, que no las haya podido presentar en casa es otra cosa, digamos que soy de marcas internacionales. – se encogió de hombros divertida. – Esa no me la esperaba. – Enzo se rio. El mesero llego para entregarles el plato fuerte, Enzo parecía haber pedido antes que ella, por suerte el mesero no tardo tanto en llegar con la comida y la libro de tener que tomarse la sopa completamente porque a su paladar estaba feísima, tomo la servilleta y la puso sobre sus piernas, cuando levanto la vista sus ojos enfocaron a una mujer que estaba a unas cinco mesas tras Enzo y le llamo la atención porque estaba viendo hacia ellos, aunque no pensó mal ya que la mujer desvió la vista como si acabara de salir de un trance, alguna crisis existencial seguramente. – Mañana volveré a Nápoles y me reuniré con Trina para actualizar la página web de los hoteles. – comento Ivana cambiando de tema. – Esta bien, Mario tiene licencia por dos semanas más para compartir con su esposa y su primogénito. – especifico Enzo. – ¿Es un varón? – ella no sabía el género del bebé porque no asistió a la fiesta que hicieron para revelarlo, había tenido que viajar y además parte del trabajo de Mario cayó sobre ella, pero la mayor razón de peso es que no se llevaba bien con la pareja. – Si, es un varoncito, tiene bastante vello en el cuerpo y es de cabello color n***o. – saco su celular y le mostro la fotografía del recién nacido. – Es lindo. – sonrió de lado y le devolvió el celular, mintió porque no le gustaban los recién nacidos y la verdad es que ese estaba un poco peculiar. – ¿Qué vas a hacer esta noche? – pregunto Enzo mientras cortaba los vegetales en su plato. – Pienso salir a un bar, necesito relajarme a solas después de todo lo que paso en Las Vegas. – tomo los cubiertos para comenzar a comer. – ¿Una nueva aventura? – el hombre sonrió divertido. – Esta vez no hubo aventura, pero después de las juntas me llevaron a los casinos y a conocer la ciudad, casi no tuve descanso porque los socios eran intensos con eso de mostrarme la famosa ciudad del pecado, sin mencionar el cambio brutal de horario. – saboreo el puré de papas porque era algo que le encantaba. – Por eso deberías aceptar las vacaciones pagas, te ayudaría mucho que descanses un poco con una margarita en una mano mientras tomas el sol en uno de los mejores hoteles que hay en El Cairo. – comento Enzo intentando convencerla. – Estos meses vamos a estar bastante ocupados con la construcción del nuevo hotel en Bari y Dianina no se puede ocupar de todo ella sola, Mario es mas de tener la cabeza metida en una computadora que de tratar con personas. – comento Ivana un tanto seria. Ambos terminaron de comer y Enzo pidió postre solo para que comiera ella, Ivana sabía que era un hombre al que muy difícilmente se le podían negar las cosas y le gustaba que todo se hiciera según sus especificaciones, habían momentos en los que se cuestionaba el por qué seguía teniendo su trabajo siendo que lo había desafiado en muchas ocasiones y siempre por el mismo tema, que era un controlador exasperante para Ivana. – Señor... – era el chofer personal de Enzo que llego a hablarle – El auto lo está esperando y la reunión está por comenzar. – dijo el hombre en voz baja, pero ella alcanzo a escuchar. – Saldré en diez minutos. – termino el vino y puso sus ojos en Ivana quien los estaba viendo. – ¿Ya se va señor Marino? – se puso de pie casi al mismo tiempo que él. – Sí, tengo una junta privada a la que no puedo faltar, aunque me encantaría quedarme y acompañarte a tomar el postre. – comento extendiendo su mano para despedirse. – Esta bien, nos vemos el viernes en Nápoles. – no tenía por qué cuestionar las actividades de su jefe porque le daban igual las cosas personales. – Tu y yo tenemos que sentarnos a hablar un día de estos, en privado. – se acercó un poco más a ella. – ¿Qué hice ahora para que quiera hablar conmigo en privado? – alzo una ceja divertida. – No lo sé... quizás ser la mujer más hermosa que ha trabajado conmigo en los últimos veinte años. – sonrió al escucharla dar una carcajada. – Me declaro culpable. – alzo los brazos en juego. – Nos vemos, ten cuidado esta noche y no te vayas a emborrachar, si lo haces llama a Fabrizio para te recoja y te traiga al hotel. – se abrocho el saco. – No me voy a emborrar, solo quiero estar un poco mareada y relajarme. – había momentos en que era exasperante porque se comportaba como un padre, en otras ocasiones era como lidiar como un novio toxico. – Te doy barra libre en el bar del hotel, podre pedirles a los empleados que te vigilen para que no te pase nada. – vio a su alrededor. – No gracias, puedo cuidarme sola. – rodo los ojos y se volvió a sentar porque acababa de llegar su postre. – Tan terca como siempre. – le acaricio la mejilla con suavidad. – Tan controlador como siempre. – susurro muy quedito, aunque Enzo la alcanzo a escuchar. – ¿Esta mal que me preocupe tanto por ti? – le tomo de la barbilla con suavidad y la hizo levantar el rostro. – Vas a llegar tarde a tu reunión. – en muy pocas ocasiones Ivana le trataba de tu. Ni su padre la procuraba tanto y pensara mal si no fuera porque a Dianina la trataba igual que a ella, pero aquella caricia la hizo arrugar la frente pensando en que cosas pasaban por la cabeza del señor Marino cada vez que hacia algo así con ella, porque las caricias eran solo para ella y siempre muy cuidadas de no incomodarla; después de terminar con el postre estaba decidida a ir a su habitación para darse un baño porque estaba un tanto acalorada, pero mientras degustaba con calma el helado de fresa sintió que alguien la estaba observando y al levantar la vista se dio cuenta de que era la misma mujer que vio antes, eso ya lo sintió extraño porque era con demasiada insistencia y cuando la vio levantarse pensó en hacer lo mismo e irse del restaurante, pero ya era muy tarde porque la mujer se sentó frente a Ivana. – Eres Ivana Alenka ¿Verdad? – pregunto la mujer cuando estuvo frete a ella. – No, lo siento, creo que se ha equivocado de persona. – termino con el helado. – ¿Segura? – la mujer deslizo una fotografía por la mesa – Mi nombre es Olivia Colman y soy una agente de inteligencia británica que está a cargo de una operación muy importante, se quién eres porque me he tomado unas horas para aprender de tu vida. – tras aquellas palabras Ivana soltó una carcajada. – Aprender de mi vida... – paso la lengua por su labio inferior – ¿En qué puedo ayudarla señora Colman? – ladeo la cabeza. – Me gustaría hablar en privado con usted ¿Puede asistir a este lugar a las once de la noche? – le extendió una tarjeta donde iba apuntada una dirección. – Lo siento, pero no creo que asista y puede hablar ahora o callar para siempre. – alzo una ceja viendo la tarjeta sobre la mesa. – Quisiera tratar temas que son muy delicados, implican a su jefe y a la empresa para la que usted trabaja, no creo que sea conveniente hablar en un lugar como este. – esa respuesta la dejo intrigada. – Si lo que le interesa son las inversiones que hace el señor Marino en los hoteles, debo informarle que yo no manejo el lado económico. – no sabía que es lo que la mujer quería. – Me interesan más las inversiones que hace fuera de los hoteles... – Olivia vio hacia todos lados con bastante discreción – Necesito que asista a esa reunión para explicarle mejor que es lo que yo quiero de usted, sus colegas aceptaron trabajar con nosotros y le convendría hacerlo también porque saldría impune de cualquier investigación que se lleve a juicio. – esas palabras fueron suficientes para hacerla desconfiar mucho más. – Lo siento señora Colman... – deslizo la tarjeta hacia ella – No sé quién es usted ni cuáles son sus intenciones para con mi jefe, no sé qué tipo de cosas les haya dicho a mis colegas, yo no tengo razón de los negocios externos que tenga Enzo y tampoco es que me interese. – limpio sus labios con la servilleta dando por terminada su comida. – No lo parece, se ve como si ustedes dos se llevaran muy bien y parece saber más de lo que dice... – le mostro otras fotos donde estaba ella con Enzo y sin contexto se veían como si ambos tuvieran una relación más íntima – A mí me interesa lo que usted sabe porque he dedicado cinco años de mi vida para intentar atraparlo, pero sabe esconderse tras la fachada de filántropo, alguien con la cercanía que usted tiene con él sería de mucha ayuda para la investigación. - Olivia frunció el ceño. – ¿Qué demonios quiere de mí? la relación entre el señor Marino y yo es totalmente profesional y esas fotos están fuera de contexto. – Ivana se cruzó de brazos. – Se lo puedo explicar todo si va al restaurante. – volvió a insistir. Ivana se puso en pie y dio la vuelta para retirarse lo más rápido que los tacones se lo permitirán, al llegar al elevador apretó el botón un poco impaciente por subir porque podía sentir la asquerosa sensación de ser observada, volteo esperando que la mujer no fuera a seguirla, pero desde donde estaba no podía ver el restaurante y mientras la buscaba con la vista escucho el tintineo de las puertas abriéndose así que avanzo para entrar, pero solo se golpeó la nariz contra un fornido pecho y se sobo con la mano antes de alzar la vista. – Que bella sorpresa. – era el mismo hombre de la mañana. – Mi nariz no piensa lo mismo. – la movió un poquito porque si le había dolido. – Pareciera que es obra del destino juntarnos este día y darme la oportunidad de poder verte de nuevo. – sonrió de forma coqueta mientras la veía. – El destino solo quiere que nos veamos, pero no que hablemos por más tiempo. – paso a un lado del hombre y entro al elevador cuando los demás hombres que lo acompañaban ya habían salido. – ¿Aun tienes trabajo amor? – el hombre se dio la vuelta y la vio apretar el botón del piso al que iba. – Tu todavía tienes trabajo, deja de estar tonteando con mujeres, recuerda que te enviaron para hacer algo y aun no cumples. – gruño uno de los hombres que lo acompañaban. – Atienda sus asuntos señor, no vaya a ser que mami lo regañe por no hacer su trabajo. – Ivana dejo salir una risita burlona. Antes que las puertas se cerraran el hombre entro al elevador sin que los demás pudieran detenerlo e Ivana se pegó a la esquina del pequeño especio viéndose a solas con él, tres metros cuadrados no le daban la ventaja de poder hacer nada si las cosas no marchaban bien, pero no sintió temor y es que más bien fue curiosidad por ver de que era capaz aquel fortachón. – El trabajo puede esperar un poco, pero no sé si tendré otra oportunidad de encontrarme con tanta belleza de nuevo... – el hombre se acercó a ella apoyando las manos a los costados de su cabeza – Tienes unos ojos preciosos, muy únicos. – no aparto sus ojos de los ajenos. – Sus amigos no van a estar muy contentos con lo que hizo, fue muy impulsivo y muy tonto de su parte acorralar a una mujer de esta manera... Muchos dicen que dan miedo. – se mordió el labio inferior sabiendo que es lo que iba a pasar. – Valdrá la pena si por mi impulso consigo probar ese par de labios tan carnosos... y no dan miedo, son fascinantes. – se acercó mucho más a ella dejando sus labios a milímetros de distancia. – Creo que vamos por la misma idea. – Ivana levanto la cabeza para juntar sus bocas en un beso intenso. Daba gracias al cielo que no hubieran cámaras de seguridad en los elevadores porque en definitiva no hubiera hecho lo que estaba haciendo en esos momentos, el hombre la tomo de las caderas para rozarse contra ella mientras ambos se perdían en un beso pasional y muy intenso, era como si fueran dos amantes que habían estado privados por años de esa acción, el hombre subió una de sus manos y enredo los dedos en el cabello azabache solo para poder manipular la cabeza de Ivana a su antojo mientras le seguía comiendo la boca, se separaron unos segundos solo para poder recuperar el aliento aunque volvieron a unir sus bocas en corto tiempo; el tintineo del elevador volvió a sonar avisando que las puertas se estaban abriendo e Ivana se deslizo por la fría pared para alejarse de él, salió del pequeño espacio y sintió que el hombre la tomaba del brazo evitando que se alejara rápido de la escena del delito. – ¿Vas a seguir sin decirme tu nombre muñeca? – pregunto el hombre apoyado en el lado derecho del elevador. – Si nos volvemos a ver quizás te dé más que mi nombre. – Ivana se soltó divertida. – Si nos volvemos a ver te juro que no te dejo escapar de mis brazos y creo que ni de mi cama. – se la estaba comiendo con la mirada. – Reza para que eso suceda, porque no pienso escapar... al menos no hasta que salga el sol y cada uno siga su camino. – le guiño un ojo y se dio la vuelta para ir a su habitación. – ¡Padre celestial! ¿Por qué me hiciste tan débil contra esos pecados andantes? – exclamo antes que las puertas se cerraran. Ese último comentario hizo que Ivana no se pudiera contener una carcajada escandalosa, ella también se preguntaba porque era tan débil cuando un alguien le gustaba tanto y aunque no encajaba en su prototipo de hombre, no iba a negar que era bastante atractivo y que le daba antojo llevarlo a su cama. Veinticinco años era suficiente edad para saber qué era lo que quería hacer con su vida y estaba muy consciente de sus acciones, además era muy responsable cuando se acostaba con alguna persona que conocía en sus viajes, nada formal, y estrictamente siempre ponía la condición de que se debía usar un método de barrera, ya ella aparte usaba inyecciones para prevenir el doble y cada seis meses se hacia sus chequeos médicos por seguridad. Entro a su habitación y fue directo al baño para darse una ducha antes de salir rumbo al bar, ya tenía el pase impreso y solo faltaba que ella se pusiera linda para esa noche, se dio una ducha rápida y cuando salió del cuarto de baño vio que cerca de la puerta había una pequeña tarjeta, se agacho para recogerla pues le llamo la atención y al verla se dio cuenta de que era la misma tarjeta que le había dado la mujer con la que se encontró en el restaurante, no quiso salir pues había pasado un largo rato desde que se metió a bañar por ende no sabía en que momento paso a dejarla; tomo el teléfono y llamo a recepción para pedir que la cambiaran de habitación, no iba a pedir una más lujosa porque recordaba que todo era cortesía del señor Marino, pero las habitaciones más baratas ya estaban todas ocupadas, le dieron una en el último piso del hotel, donde estaban las más caras para su mala o buena suerte, depende de qué lado lo viera. *************************************************************************************** Ivana estaba bajo una de las mesas del jardín, el largo mantel que lo cubría era perfecto para esconderla, pero no estaba sola, Nanava estaba sentada en la silla frente a la mesa y ella estaba tocando el bonito adorno de sus zapatos de tacón mientras esperaba a que Jace no la encontrara porque estaban jugando al escondite. – Mamá ¿Has visto a Ivana? – era la voz de Antoni. – No cariño, deben buscarla bien, debió haberse escondido por ahí. – comento Nanava sonriendo porque sentía las manitas de la niña jugando con sus zapatos. – Es que ya la buscamos por todos lados, adentro de la casa, afuera y hasta en los autos. – dijo mientras veía a su hermano llegar. – La fui a buscar a tu cuarto, al mío y revolví todo, no la encuentro. – Jace se estaba comenzando a preocupar. Bajo la mesa ella se estaba aguantando la risa, levanto un poco el mantel y vio los pies de ambos hermanos, salió por el lado contrario a donde estaban ellos y le salto encima a Antoni mientras gritaba que había ganado el juego, asusto a los chicos y después todos comenzaron a reír divertidos mientras se tiraban al pasto para seguir jugando. – No la vayan a lastimar. – dijo una voz masculina deteniendo los juegos de los tres. – Buenas tardes señor Gisep... Gius... Giuseppe. – Ivana se levantó del suelo, le costaba mucho pronunciar el apellido de la familia. – Hola mi princesita Ivana ¿Cómo te fue hoy en la escuela? – saco de su bolsillo tres chocolates y los repartió a los tres niños. – Bien. – la vio dudar con su respuesta y después ir a los brazos de Nanava para comerse la golosina. – Eso no me suena muy convincente ¿Te hicieron algo de nuevo? – el hombre sentó a sus hijos uno en cada pierna. – Es que Giovanni me quito mi merienda y me jalo el cabello riéndose de las dos coletas que me hizo mamá, cuando iba a salir me metió zancadilla y me di un golpe muy duro las rodillas. – batallo para abrir la envoltura. – Quisiera conocerlo para ponerlo en su lugar, a las niñas no se les molesta. – dijo Antoni molesto. Al verla tan pequeña, había tres niños que se la pasaban molestándola todo el tiempo y como uno de ellos era hijo de la maestra nadie hacia nada para detenerlos; Nanava vio a su esposo y ambos sonrieron cómplices con la misma idea, el señor Giuseppe mando a llamar a Mónica para hablar con ella ya que tenía una propuesta que decirle y es que la pareja se encariño mucho con Ivana, querían darle lo mejor tanto como se lo daban a sus propios hijos. – ¿Qué estas comiendo? – pregunto la mujer al verla. – Chocolate. – había reservado la mitad para su madre y se la dio. – ¿No has hablado con las profesoras sobre que están molestando a Ivana? – pregunto el señor Leonardo. – Si, pero es el hijo de la maestra y ya le dije a la directora, pero no pasa nada porque ambas se confabulan. – explico cabizbaja porque no le gusta ver a su pequeña princesa sufrir. – Leonardo y yo estábamos hablando de que podríamos inscribirla en el colegio de nuestros niños. – comento Nanava. – Dios, no podría pagar ni la inscripción... pero Nicolai y yo la vamos a cambiar cuando termine el año escolar. – sonrió viendo como Ivana no quería embarrarse más de dos dedos de chocolate. – No sería justo que siga aguantando a esos abusivos, habla con tu esposo y mañana mismo puedo ir yo a retirar sus documentos para inscribirla en el colegio de los niños. – Leonardo sonrió. – No me gusta que me la maltraten, pero no sé qué más hacer porque no la puedo inscribir en ese colegio, con lo que ambos ganamos nos da justo para que no le falta nada. – dijo Mónica. – Yo voy a costear todos sus estudios, ustedes no tienen que preocuparse de nada más que haga sus tareas y así tú también puedes pasar más tiempo con ella en la casa. – las palabras del hombre la dejaron sorprendida. – Papá ¿Puedes decirle al profesor Mariano que le dé clases de música? Ivana se queda solita en las tardes que nosotros tenemos clases con él. – comento Jace viendo a su padre. – Estaba pensando en pedirle a Rogel que les de clases de defensa personal a los tres... Si estás de acuerdo. – Leonardo vio a Mónica quien seguía procesando lo del colegio pago para su hija. – Voy a hablar con Nicolai sobre eso y mañana le daré una respuesta señor Giuseppe. – sonrió viendo la oportunidad de que su pequeña tuviera una mejor educación. – Dile que venga a verme y podemos hablar de eso si gustas, quiero tomar a Ivana como una sobrina hija. – sonrió viendo a la pequeña. Jace bajo de la pierna de su padre y cargo a Ivana para bajarla de las piernas de Nanava, se la llevo a los columpios porque quería jugar y estaba aburrido de escuchar a los adultos hablar, Antoni bajo rápidamente y los siguió porque sabía que su hermano menor era bastante descuidado con ella, casi siempre la terminaba golpeando por accidente y como él era el mayor debía mediar entre los dos pequeños, además de cuidarlos de que no se hicieran nada mientras andaban corriendo como cabritos salvajes por todo el jardín.
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