—¿Qué te ocurre? La mano de Amanda era cálida sobre sus hombros, sacándola de sus tristes pensamientos. —Nada. Solo recordaba a mis padres. —¿Dónde están? Pregunto inocente. —¡Murieron! —¡Oh lo siento tanto! —Descuida, eso fue hace mucho tiempo. Sonrió débilmente. Si. Fue hace mucho pero el dolor permanecía latente, casi todo el tiempo instalado en su pecho. El dolor decidió construirse una pequeña casa en su corazón recordándole todos los días que estaba sola en el mundo. Quizás su vida hubiera sido tan distinta si tan solo ellos estuvieran a su lado. —No debimos hablar de la familia. Comento Amanda al verla caer de nuevo en un pequeño trance. —Está bien, no te preocupes. Es solo que yo los ame mucho. —Entiendo. Aurora pensó que ella no entendía nada... si se había fugado de su

