El rubio se marcha y Demian escucha gritos provenientes de las niñas... Estás no querían que se fuera Daniels hasta sus hijas lo necesitaban, asesinarlo era algo que no podía hacer, por desgracia. La puerta de su despacho se abrió y así mismo la cerraron dejándolo dentro con su esposa, está lo miraba mientras camina hasta su escritorio.
—¿Qué sucede? Pregunta Demian.
—Nada. Responde sería. Llega a su lado para girar la silla dejándolo a disposición de ella. Aurora se sentó ahorcajadas sobre Demian.
—¿A qué debo tu buen humor? Pregunta curioso pero con un brillo malicioso en la mirada.
—Te deseo en estos momentos, ¿acaso una esposa no puede desear a su esposo?
—En ese caso... Apretó sus nalgas con fuerza para acercarla más a su cuerpo que ya estaba ardiendo por ella.
—¡Oh sí! Me g
