La esposa perfecta

1847 Words
Me obligó a aceptar su propuesta de matrimonio frente a todos sus conocidos a pesar de que me odiaba. Estábamos celebrando el cumpleaños de Vicente Voinescu, el padre de Erik, No sabíamos si sería su último cumpleaños, ya que el señor no gozaba de buena salud, cada vez iba decayendo más debido a problemas del corazón. Era una celebración elegante en medio de la noche, con invitados de etiqueta y copas de champagne celebrando la vida que aún tenía. La cena ya había pasado cuando Erik me invitó a bailar, y yo acepté a pesar de que se me hizo raro, porque nunca me había sacado a la pista en el tiempo que llevábamos conociéndonos, y eso se remonta desde niños. El jazz del piano comenzó a tocar una melodía romántica y la pista de baile se fue desocupado poco a poco quedando los dos solos. Vicente nos veía bailar con ternura a mí y a su hijo a los lejos. Todos los invitados se juntaron alrededor de la pista de baile. No sabía que pensar en ese momento ya que todos estaban actuando raro, y antes de que pudiera decir palabra alguna, Erik se hincó ante mí sacando una cajita de terciopelo que estaba dentro de su pantalón. Lo vi con la respiración entrecortada. Creí que al principio se trataba de una broma, pero al ver que abría la caja para revelarme un anillo de compromiso, mi corazón se aceleró a mil por hora. — Alana, te conozco desde niña y siempre he sabido que serías una gran mujer —comenzó a dar su discurso en medio del silencio que los demás habían hecho para nosotros.— Nuestras familias son grandes amigas y qué mejor que celebrar esa amistad con nuestra unión. —Abrí los ojos tanto que me dolían, ¿qué estaba planeando?— Alana ¿aceptas ser mi esposa? Me quedé en un estado en que la sorpresa me había pegado tan duro, que no pude mover un solo músculo de mi cuerpo por unos instantes. No podía creer que estaba pasado. En el fondo siempre había tenido un crush por Erik con esa sonrisa de modelo de pasta dental tan perfecta y ese cabello n***o con un corte de mil dólares, sin mencionar los ojazos azules me hipnotizaron varias veces como i***t*a. Muchas veces había fantaseado con que nos llevábamos bien y éramos una pareja feliz. ¿Me estaba correspondiendo? ¿Él también estaba loquito por mí en el fondo? Sonreí bastante emocionada ante la idea, pero la conmoción por lo que estaba pasando en ese momento no me dejaba hablar. El sueño que había tenido desde mi niñez de casarme con él se estaba haciendo realidad. — ¿Cariño? —me llamó Erik, de niña siempre me había llamada pajarraco porque según él nunca me callaba— creo que debí ser más discreto al mostrar mi amor por ti en público. Bromeó. Una ola de "aww" inundó el lugar por completo. Mi corazón vibró dentro de mi pecho, lo vi a los ojos y supe en ese momento que no estaba enamorado de mí. Una ola nauseabunda me pegó en el estómago por la desilusión que me llevé en su mirada azul. ¿Qué estaba planeando?. Estaba por negarme a su propuesta, pero entonces vi a Vicente a lo lejos, que nos veía con una emoción tal, que me dio pena negarme. Una mala impresión esa noche sin duda sería fatal para su corazón. Vi a Erik a los ojos con un reproche escondido, por lo que me estaba orillando a hacer. Me obligué a sonreír. Lo que vieron los invitados fue a una mujer al borde de las lágrimas de felicidad, contrario a lo sentía en ese momento, una desilusión enorme por un hombre que estaba mintiendo con descaro. — Sí, acepto. —Le dije con la mejor de las sonrisas, intentando fingir el dolor que me había provocado sus mentiras y esa situación tan embarazosa en la que me había puesto. Me puso el anillo en mis dedos fríos, mientras nuestras miradas comenzaron una pelea sin palabras. — ¡Aceptó señores! ¡Aceptó! ¡Me caso! —gritó emocionado mientras se incorporaba. Me vio a los ojos e hizo lo que nunca me hubiera imaginado que alguna vez haría. Me rodeó la cintura con uno de sus brazos, y con su mano libre me tomó detrás de mi nuca plantándome un beso salvaje, conquistando mis labios con desesperación por terminar ese momento. Todos comenzaron a aplaudir y yo sentí miedo por no saber lo que me esperaba con lo que estaba pasando en realidad ¿hasta dónde llegaría con todo esto? No lo sabía. Despegó sus labios de los míos y nos vimos a los ojos durante unos breves segundos. Sonrió a los invitados y entrelazó mi mano con la suya para obligarme a ir con él hacia los invitados que comenzaron a felicitarnos por nuestro reciente compromiso. Vi a lo lejos que Vicente se estaba limpiando las lágrimas de la emoción con una servilleta. Decidí fingir por él. El doctor nos había dicho que una mala impresión podía acabar con su vida. — En buena hora, —nos decía una de las amigas de Vicente— ya los queríamos ver juntos — Hacen una hermosa pareja. —Decían otros. Después de unos minutos abrumada y recibir cientos de felicitaciones, me zafé de la mano de Erik y fui inmediatamente hacia dentro de la casa. Necesitaba un momento a solas ante de gritarle a Erik la estupidez que había hecho. Para mi mala suerte me siguió, disculpándose con los invitados detrás de mí entrando conmigo. Me fui directo a la oficina que tenían y cerramos con llave una vez que entramos. — ¿Se puede saber qué ha sido todo eso? —le pregunté enfurecida. — Te lo puedo explicar —trató de calmarme. — ¿Explicarme?. No necesito que me expliques, necesito que arregles todo tu desastre. — No puedo. Necesito que nos casemos. —Lo vi a los ojos, hablaba en serio. — ¿Qué te hace pensar que me quiero casar con alguien que me odia? —le reproché a la cara. — Mi padre. —Fue lo que me dijo.— Mi padre está muy grave, hablé con el doctor y su condición cada vez es peor. Escucha Alana, mi papá me ha estado insistiendo en casarme con una mujer excepcional, y ha insistido en que me case contigo. Como su última voluntad. Me quedé en silencio durante un momento. Me dolía saber que Vicente estuviera pensando de esa manera, pero era una realidad. — ¿Por qué no me lo dijiste antes? —le pregunté con reproche. — Porque si te lo hubiera dicho te habrías negado. Tenía que asegurarme que la última voluntad de mi padre se cumpliera. — Lo que no voy a aceptar es que juegues sucio conmigo de esta manera —estaba furiosa por lo que el hombre me estaba obligando a hacer. — Dime qué es lo que quieres para que aceptes mi propuesta. Yo te lo puedo cumplir —Veía la súplica en sus ojos. En verdad amaba a Vicente, pero me había dolido que él mintiera respecto a sus sentimientos conmigo, decir que me amaba frente a un grupo de conocidos no me hacía gracia. — ¿Sabes qué es lo que quiero? —alcé mis cejas con una mirada frías hacia él— lo que quiero es que dejes de ser tan i***t*a. —Me di la media vuelta para salir de la oficina.— Si lo puedes cumplir entonces podríamos discutirlo. — Solo quiero que entiendas que mi prioridad, por el momento, es mi padre. Salí de la oficina. No estaba mintiendo, realmente estaba haciendo todo esto por su padre. Él sabía que Vicente era una persona muy importante para mí y no me iba a negar bajo esas circunstancias. Mi hermano estaba en un viaje de negocios, era la única familia que tenía y que no había visto en más de cuatro meses. Tal vez él podría darme un consejo si lograba decirle lo que estaba pasando en este momento con Erik con su estúpida idea del compromiso. Me regresé sobre mis pasos buscando un lugar libre de ruido para marcarle, por la hora que él ya estaba despertando, pues estaba en Europa. La puerta de la oficina estaba abierta y Erik aún se encontraba ahí. No había salido aún y estaba hablando por teléfono. — ...ya lo sé preciosa, yo también te extraño. —Decía en el teléfono.— En cuanto termine este compromiso prometo ir para allá, quiero pasar la noche contigo... Continuó diciendo. Me llevé una mano al pecho al escucharlo. Me dolía y eso me daba más coraje. No había poder en el mundo que yo terminara casada con un hijo de put*a como él. Mi hermano podía esperar. Erik estaba siendo más i***t*a de lo que yo podía imaginar. Estaba entre la espada y la pared, no sabía lo que iba a hacer, más que salir en ese momento de ahí y salir de la fiesta antes de que otra cosa pasara. La fiesta continuó. Al salir de la casa para cruzar el jardín, fue Vicente quien se dirigió hacia a mí con una enorme sonrisa en los labios y los brazos extendidos listos para abrazarme. Al abrazarlo me di cuenta que Erik estaba detrás de nosotros. Lo fulminé con la mirada. — No tienes idea de lo feliz que estoy de que tú y Erik hayan decidido unir sus vidas y formar una familia juntos —me abrazó con fuerza.— Eres la hija que siempre deseé tener y serás la esposa perfecta para mi hijo. Sé que eres inteligente y tienes el carácter para que él siente cabeza. Vicente en realidad se mostraba bastante contento con la noticia. Se me hizo un nudo en la garganta con dicha confesión ¿cómo decirle que no quería casarme con Erik? No era porque no me gustara, o peor aún porque tenía sentimientos ocultos hacia él, sino porque él no me amaba. — Fue una completa sorpresa, pero escucha Vicente estoy muy cansada y creo que me voy a ir a casa a descansar. —Le dije con cierto nerviosismo. — Es normal que estés nerviosa cariño. Oh, recuerdo cuando le pedí a mi Natalia que se casara conmigo, estaba tan nerviosa así como tú. — Vicente —sonreí nerviosa, al ver la sinceridad que él tenia hacia a mí— yo.... — Mi Alana está muy nerviosa, al igual que mamá lo estuvo también. Está bastante emocionada con la noticia. —Erik había intervenido. Me abrazó por detrás rodeando mi cintura.— Acabamos de hablar sobre la posible fecha de nuestra boda. Si será cabró*n. — ¿De verdad que ya hablaron de una fecha? —Vicente se llevó una mano al corazón de lo emocionado que estaba con la noticia. Yo estaba entrando en pánico. — Sí —respondió Erik de inmediato— nos queremos casar en un mes.
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