Capítulo 37. ¿Qué carajo es esto? Vicenzo y Vaiolet decidieron salir de la cabaña para visitar el pueblo más cercano, él condujo por media hora hasta llegar a un pequeño y pintoresco lugar que estaba lleno de vida, con calles adoquinadas, casas de colores vivos y una atmósfera acogedora que invitaba a pasear sin prisas. Vicenzo estacionó el auto frente a la plazuela central, y juntos comenzaron a caminar tomados de la mano, disfrutando de su amor, del bullicio de los niños que jugaban en el jardín, del canto de las aves y la alegría del lugar. -- Este lugar es hermoso, ¿verdad? – le dijo Vaiolet con una sonrisa radiante en el rostro, -- No es tan hermoso como tu mi amor, pero sí, este lugar es encantador. Me recuerda a los pueblos donde pasaba mis veranos cuando todavía era un niño – le

