Capítulo 1: Esto no es real

1717 Words
,Las gotas de lluvia caían lentamente a lo largo de mi ventana compitiendo entre ellas hasta llegar al punto más bajo de la venta. Suspiré mientras movía mi lápiz al compás de cada gota caída. —Y así, Stella logró sobrevivir junto a Leo y los otros sobrevivientes— mi hermana brincó frente a mí. Llevaba tiempo contándome a detalle la saga que mi padre le había regalado desde que había salido a la venta. A mí no me molestaba que hablara conmigo sobre sus lecturas, tan sólo me cansaba un poco el tipo de lecturas que tenía. —¡Vaya! Entonces así termina la historia. —¿No es increíble? Pase dos semanas leyendo la saga completa Antonella. Esto es emocionante, siento la adrenalina en mis venas. Quisiera vivir un apocalipsis de esa forma.— Me reí. —Mel, no seas tonta. ¿Sobrevivir a un apocalipsis? Yo estaría aterrada. Deberías dejar de leer tanta ficción, los chicos guapos y protagonistas con superpoderes no te ayudarán en el futuro. —¡Claro que lo hacen!— espetó. —¿Cómo? — interrogué seria. —Librándome de la cruel realidad en la que vivimos Nelly, siempre necesitamos escapar de esta fea y cruel existencia que tenemos. No es malo soñar ni imaginar— me giré regresando a mi tarea. —Como digas Mel. —Eres una amargada— me dijo antes de azotar la puerta y salir de mi habitación. Huy, se molestó. Suspiré de nuevo intentando aprender las estúpidas fórmulas de los trinomios hasta que decidí darme por vencida al notar que no lograba memorizarlas. Me levanté del escritorio y me recosté en la cama colocando una almohada en mi rostro. —¡Estúpidas fórmulas!— grité apretando la almohada en mi boca para que no se escuchara el volumen alto de mi voz. Una vez relajada decidí dormir para poder levantarme temprano y continuar con mi estudio. Los minutos pasaron y finalmente me quedé dormida soñando con la última escena que Mel me había narrado de su libro. ... El beep de mi alarma comenzó a sonar tan fuerte causando que cayera de nalgas contra el piso. Somnolienta busqué el aparato en mi buró, pero no lo encontré. Me levanté para acomodarme en la cama y lo hallé finalmente en mi mesa de noche que estaba de lado izquierdo. Un momento, ¿Cuándo había movido mi despertador? No le presté importancia y decidí dirigirme al baño aún con los ojos medio cerrados. Me di una ducha con agua caliente y finalmente salí para lavarme los dientes. Miré mi reflejo, mi pelo n***o se veía más largo de lo normal. Y mis ojeras se acentuaban en mi rostro. ¡Qué horror! Salí del baño para vestirme y casi me da un paro cardíaco al ver mi habitación totalmente forrada de papel tapiz rosa. —¿Qué diablos? Parpadeando fuertemente y restregando mis ojos, la vista de mi habitación no cambió. Incluso la ventana de mi cuarto estaba en otro lado, no frente a mi escritorio. ¿Acaso me había movido a otra casa sin querer? Salí corriendo, sosteniendo la toalla en el pecho para que no cayera mientras buscaba a mamá. —¡Mamá!— grité por el pasillo dándome cuenta que no estaba en mi casa. El pasillo era largo y las paredes eran de color azul. No como las de mi casa que eran blancas. Una voz aguda y suave se escuchó en el piso de abajo. —¿Estás bien cariño? Yo me detuve a mitad de los escalones cuando escuché pasos hacia mi. Y de pronto, una mujer de pelo rubio y ojos azules me veía preocupada. —Mina ¿Qué sucede? —¿Mina?— pregunté. —¡Mina! ¿Acaso te quemaste en la regadera, tonta?— un chico de cabello rubio y de ojos parecidos a la mujer me veía burlón. —¿Quiénes son ustedes?— pregunté aterrada. Otro chico que casi alteró mis hormonas se ubicó en medio de la mujer y el rubio. Su cabello castaño y un poco rizado le cubría la frente dejando acentuar su mandíbula cuadrada y ojos grises. Poseía una sonrisa tan blanca que me dejaba ciega. Y el lunar en su cuello me era irresistible. ¡Contrólate Nelly! Me dije a mi misma. —¿Ella es tú hermana?— preguntó el castaño con un tono medio burlón. —¡Ah! Leo, ella es Mina mi hermana menor y probablemente la más tonta de la familia— Yo abrí mi boca en forma de O. Pero que grosero era el tipejo este. Un momento, ¿había dicho hermana? —Por Dios Dylan, no hables así de tu hermana— lo regañó —¿Cariño, te encuentras bien? Te ves pálida. La mujer subió otro escalón y yo retrocedí subiendo también. —¡No se acerquen!-—exclamé apretando aún más el nudo de mi toalla dejando mis nudillos blancos. —Creo que el poco cerebro que Mina tenía se chamuscó en la ducha— dijo el mentado Dylan en tono de burla. Le lancé una mirada de pocos amigos e inmediatamente se calló. —¿Dónde estoy?— pregunté. —En casa cariño— Yo negué con la cabeza. ¿Acaso esto era un sueño? Podría seguir dormida ¿no? —Mina Stevens, ¿Qué te sucede?— "Mina," ese nombre me sonaba. Pero no recordaba de dónde. —Lo siento Leo, mi hija normalmente no se comporta de esta manera. ¿Qué tal si se adelantan? Yo hablaré con ella. El castaño me dio una última ojeada recorriendo mi cuerpo. —Pervertido— susurré, el rio. Ofendida abrí mi boca a punto de insultarlo, pero la mujer me detuvo tomando mi brazo llevándome de vuelta a la habitación. —Hija ¿Qué está mal? No me digas que te drogaste. Stella y tú siempre andan haciendo locuras juntas— Yo negué rápido con la cabeza. un momento, ¿Dijo Stella? —¿Stella?— pregunté y ella asintió. —Stella Firewood, tú amiga— ¿Qué no era es el nombre de la protagonista de "The girl and fire"? Al escuchar aquel nombre comencé a reír cómo desquiciada. ¿Estaba soñando el mundo de la heroína adorada de mi hermana? En definitiva, estaba más estresada de lo que creía. Así que sin pensarlo dos veces me metí un pellizcón haciendo que soltara un alarido de dolor. —¿Qué rayos?— grité enojada al sentir el dolor. Eso se había sentido real. —Vístete, iremos al médico— indicó la mujer realmente preocupada al ver mi comportamiento. Finalmente, ella salió del cuarto dejándome aterrada y confundida. Comencé a hiperventilar buscando mi celular. No entendía que pasaba. Encontré un celular que definitivamente no era mí pero al colocar mi huella se desbloqueó. Busqué en contactos llevándome la enorme sorpresa de encontrar el número de Stella en él. Temblando, presioné el botón de llamada e inmediatamente ella respondió. —Hola Mina, ¿Qué sucede? ¿Ya estás acá? Aún falta que me vista ¿Podrías esperarme cinco minutos? —¿Stella?— pregunté  temblando. ¿Oye qué te pasa? Suenas asustada. —Sin pensarlo dos veces corté la llamada. Yo, Antonella Russo, había hablado con la protagonista de un libro. Tragué duro y revisé el celular de nuevo. Ingresé a la galería y en ella encontré fotos de dos chicas que se repetían constantemente. Un rostro en especial, el de la rubia. Probablemente esa era Mina y la de pelo castaño era Stella. Regresé al baño a revisar mi rostro. Era yo, no había cabello rubio ni ojos azules. Sólo mi cabello n***o y ojos verdes. Pero si me veía así, ¿Cómo creyeron los demás que yo era Mina? Me mordí la uña realmente nerviosa. Suspiré y decidí vestirme. Abrí el armario encontrándome con puras faldas cortas y tacones. Odiaba esas cosas. Hasta el fondo logré alcanzar unos jeans azules y una blusa medio decente, la cual me puse junto a un sudadero que supuse era de pijama, pero me daba igual. Una vez cambiada y peinada suspiré. Debía averiguar qué estaba pasando, pero para eso no debía actuar como una loca, sino como la normal y engreída Mina. Al salir de la habitación la madre de Mina me esperaba. —Ya estoy bien, iré por Stella a su casa y luego a la escuela. Hablamos después— dije rápidamente corriendo mientras ella gritaba a mis espaldas. Necesitaba respuestas de inmediato. Recordaba que Stella tenía un auto, un todoterreno, según lo que Mel me había comentado. Las llaves estaban en la entrada principal y el auto frente a la casa. —¡Perfecto!— encendí el auto. Por suerte sabía conducir. Mi padre me había enseñado en el último verano para que fuera al instituto sola. —¿A dónde debo ir?— me pregunté. No conocía el sitio para nada y no sabía que rayos pasaba conmigo. ¿Qué pasaba si no seguía el guion del libro? Piensa Nelly, piensa. Entonces, repasemos seriamente. Me quedé dormida mientras llovía. Agua. ¿Y qué más? —Cálmate Nelly, esto debe de ser un sueño ¿No? Negué con la cabeza observando el enorme sol de la ciudad. Recordaba que la protagonista vivía en una zona playera. Me detuve en el semáforo. Todo mi cuerpo temblaba. ,¿Y si intentaba tirarme en el mar? A lo mejor así despertaba. Tal vez el agua tenía que ver. Si, probablemente era la idea más estúpida que había tenido, pero valía la pena intentarlo. Al ponerse en verde la luz del semáforo aceleré en dirección a la playa a toda velocidad. Al llegar estacioné y bajé corriendo directo al mar. Varias personas me miraban extraño, aunque eso no importaba es estos momentos. Con el corazón acelerado llegué. Me acerqué lentamente introduciéndome en el agua cuando esta comenzó a mojar mis zapatillas. Observé a mi alrededor y para mi sorpresa ya nadie me prestaba atención. —Ojalá sirva— supliqué y finalmente me hundí hasta el fondo. Las pocas olas llevaban mi cuerpo dando vueltas y pronto supe que esta era una idea estúpida. Cuando intenté subir a la superficie sentí un ardor recorrer mis fosas nasales hasta mi garganta. Era muy tarde. Me estaba ahogando.
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