Capítulo 10: Una heroína y una mentirosa

1804 Words
¿Cómo qué quién era? ¿A qué se refería? —¿Perdón?— apenas si pude lanzar una mirada de confusión ya que mi ojo estaba hinchado por los golpes. —Me escuchaste. ¿Quién eres? —Pues Mina. No entiendo que intentas averiguar— el seguía observándome tan intensamente que me ponía los pelos de punta. —Sé que escondes algo Mina, estoy seguro que sabes mucho más sobre este apocalipsis. —¿De qué hablas?— me hice la desentendida. —Tú sabías que esto pasaría. Qué el mundo se iría a la mierda. ¿Pero cómo?— abrí la boca y luego la cerré. Este chico era muy inteligente y observador. Digno de un héroe de libro. —Siempre creí que el mundo se iría... Ya sabes...— me encogí de hombros intentando no decir la palabrota que él había mencionada. —¿A la mierda?— dijo él y yo asentí. —Los humanos nos estábamos destruyendo de todas formas con tanta tecnología, maltrato animal y ecológico. Era lógico que esto pasaría. —Pero tú fuiste específica. Dijiste que no quedaba mucho tiempo— me mordí el labio. ¡Diablos! Estaba atrapada. —Piensas demasiado Leo —Posiblemente, pero dime cómo sabías que me gusta Stella— apreté mi boca para no reír. —Nunca dije que te gustara Stella. —Lo hiciste la noche que te fuiste— Rayos, me había escuchado el muy imbécil. —Para eso no necesitas ser adivino. Eres muy obvio, la forma en que miras a Stella es como si sólo ella estuviera en la habitación. Tus ojos se dirigen a ella automáticamente— él asintió aún no muy convencido por lo que noté. —Aún siento que me escondes algo— hice una mueca. —Cree lo que quieras. No me importa. —¿No te importa?— se veía dolido al escuchar mis palabras. No entendía. —Bien, supongo que sólo a mí me importa. Descansa— y sin verme a los ojos se fue de ahí dejándome sola. (...) —Así que nunca tomaste la ruta directamente con Stella. Ambos me siguieron en cuanto me fui— Dylan asintió. —Cuando regresé y vi que no estabas Leo ya se encontraba guardando algunas armas en su cinturón y me dijo: "Se fue en esa dirección, debemos seguirla"— Así que Leo comenzó mi búsqueda. Vaya, no esperaba eso. —Te perdimos un par de veces, eres muy loca para conducir— me reí. —No es gracioso Nelly, creí que darías vueltas en el auto que llevabas. —No exageres, tan sólo me gusta la velocidad— me encogí de hombros. —Lo siento, es solo que a veces olvido que eres una chica de otro mundo— sabía a qué se refería, el quiso decir implícitamente no eres Mina. Por lo que sabía Mina era una chica delicada y coqueta todo lo contrario a mí, yo era tosca y reservada. —Tranquilo, lo entiendo— suspiré —De todas formas gracias por salvarme. —No tienes que agradecerme esto fue mi culpa. —Deja de culparte ¿sí? Me siento mal cada vez que haces eso. Dejémoslo ya por la paz. No fue culpa de nadie— tomé su mano. —No volveré a hacer una estupidez como esa. —Y yo jamás volveré a traicionar tu confianza— asentí. —¿Stella aún no ha mostrado sus poderes?— decidí preguntar para cambiar de tema. Dylan negó con la cabeza. Me mordí el labio. Las últimas horas me puse a pensar en que Stella podía ayudar a recuperarme con ayuda de sus poderes. Me urgía llegar con la bruja y en el estado que estaba no podría irme por lo menos hasta dentro de unas tres semanas. Esto apestaba. —¿Y si le dices que ya sabes que tiene poderes? —¿Estás loco? Me preguntará como lo sé y no puedo decirle que es porque yo sé su historia completa. Eso afectaría bastante la trama de todos los libros. —Pero necesitas recuperarte con urgencia— asentí. ¿Qué podía hacer? Cerré mis ojos intentando pensar en algo. Cuando obtuve una idea de pronto. —Oye, creo que tú método puede funcionar con ayuda de algunas mentiras— el me miró interrogante. —¿Crees en serio que mi presencia es para cambiar la historia?— Dylan me miró por varios minutos en silencio y luego asintió. Bien, probablemente cometería la mayor estupidez de mi vida pero debía arriesgarme. —Entonces tú sólo sígueme la corriente y tal vez pueda resolver algunos asuntitos— sonreí diabólicamente. (...) Con ayuda de Dylan bajé las escaleras para reunirnos con Leo y Stella. Si mi plan funcionaba podía estar en camino de encontrar a la bruja en pocos días. —¿Levantada de nuevo?— preguntó Stella y asentí. Leo ni siquiera me miró. Ragazzo strano, chico raro. —Necesito hablar con ambos— —Te escuchamos— sonrió la castaña. —Stella, sé que puedes controlar el fuego— ella abrió los ojos como platos asustada. Miró a Leo preocupada y luego a Dylan. —¿Qué diablos dices?— me preguntó a la defensiva. Tragué duro. —Sé que tu poder es uno de los elementos importantes de la naturaleza Stella y sé tanto como tú. Es por eso que necesitamos ver a mi tía —¿Tú tía?— miré a Dylan y el asintió —Ella es una especie de adivina ¿Si? Es por eso que sabía sobre el fin el mundo— lo último lo dije para Leo. Él me miró con los labios abiertos. —Escúchame Stel, toda mi vida crecí escuchando historias sobre la creación de la tierra y en ellas siempre estaban los cuatro elementos, tierra, fuego, aire y agua y tú querida amiga eres la reencarnación de la diosa del fuego. Ese poder corre por tus venas por alguna razón que yo desconozco.— Dylan me veía boquiabierto ante mi historia falsa. Levantó su dedo pulgar en aprobación a mi ingenio. —¿Cómo sabes que tengo poderes? —Porque te vi— mentí. —Te vi hacerlo en la escuela cuando estábamos en clase de cocina, creíste que nadie lo había visto pero yo lo hice— ella abrió la boca anonadada. Aquella información la conocía por Mel obviamente. Los poderes de Stella comenzaron a presentarse cuando era una estudiante. —Escúchenme— me dirigí a Leo y Stella —Dylan tenía razón, veníamos a buscarte para luego llevarte con mi tía porque tú eres nuestra salvación— le dije. Ella se recostó en su sofá mientras se tapaba el rostro debido a tanta información. Leo se acercó a ella para verificar que estuviera bien. Eso era tierno. Sonreí de lado. —¿Entonces quieres llevarme con tu tía para que sepa qué papel juego yo aquí?— asentí y ella me imitó —Estoy dentro. Genial. —¿Y tú Leo?— él me miró y luego se levantó saliendo de ahí. Estaba enojado.— Hablaré con él— dije y lo seguí aún cojeando. Leo se encontraba en el porche fumando un cigarrillo. ¿Dónde diablos lo había conseguido? —¿Te enojaste?— el miró hacia lo que alguna vez fue el mar. Tragué duro viendo aquella escena, todo era polvo y en el fondo edificios destruidos. Recordé entonces que Stella logró proteger su casa con sus poderes y eso la debilitó dejándola inconsciente por días. Lo lamenté por ella, sus padres murieron en el gran Boom y desde entonces estuvo sola. Dios ni siquiera habíamos tenido alguna charla íntima y se suponía que yo era su mejor amiga. —¿Por qué no me dijiste todo eso cuando te lo pregunté?— lo miré. —Porque no confío en ti— y en verdad no lo hacía. Leo era el tipo de chico que haría lo que sea por su chica sin importar a quienes lastimara en el camino. Y no lo culpaba así era su personaje. Por otro lado él no podía conocer mi verdadero secreto. —¿No lo haces? ¿Entonces porque lo dijiste al final? —Porque Stella confía en ti— me miró mientras exhalaba el humo. Luego miró hacia el suelo y rio. —Bien, entonces no hay más que decir— tiró su cigarrillo y lo pisó para apagarlo. —¿Estás dentro entonces? —¿Tú qué crees?— fue lo único que dijo antes de regresar a la casa. Exhalé fuerte. Maldito Leo. (...) Finalmente en la habitación Stella se sentó a mi lado. —Tu cabello n***o se ve hermoso. —¿n***o?— pregunté. Se suponía que el cabello de Mina era rubio. —Sí, siempre lo envidié. —Stella, ¿Podrías describirme— rio. —¿Por qué? —Solo hazlo. —Bien, eres bajita, con pecas. Cabello n***o y muy tierna— me abrazó suavemente. Suspiré. Estaba en lo correcto, ella me veía con mi verdadera apariencia física al igual que Dylan y Leo, lo único que cambiaba es que para ella yo era Mina. Supuse que al sobrevivir al apocalipsis mi verdadero cuerpo se quedó en la historia alterando las memorias de los personajes que conocían a Mina, yo era la nueva Mina y ellos no lo sabían. Para ellos nunca existió la rubia y verdadera hermana de Dylan, una lástima por mi amigo. —¿Por qué no me dijiste que sabías sobre mis poderes?— me encogí de hombros. —Supuse que me había vuelto loca y como nunca me lo contaste creía aún más que me lo había imaginado— Stella asintió. —¿Por qué no me lo contaste? —Tenía miedo de que te alejaras de mí o que me acusaras con mamá— me reí y ella igual. Finalmente suspiramos juntas. —Lamento mucho lo de tus padres, en serio— ella hizo una mueca mientras sus ojos se ponían llorosos. —Puedes llorar aquí no le diré a nadie— ella se rio y finalmente se derrumbó en mi regazo. Yo acaricié su cabello mientras las lágrimas se derramaban por mis mejillas. Yo la comprendía. También extrañaba a mis padres, ni siquiera sabía si los volvería a ver. Pero sabía que era peor para ella, sus padres jamás regresarían. Suspiré y continué consolándola, había pasado por mucho y aún le faltaba afrontar muchas cosas las cuales sabía que enfrentaría con valentía y ahora yo debía seguir su ejemplo. Me sentía mal por haberle mentido sobre mi supuesta tía pero solo de esa forma podríamos avanzar en esta historia. Suspiré. Está noche éramos solo dos adolescentes que habían perdido a sus padres y lloraban por ello. Mañana seríamos una heroína y una mentirosa.
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