Capítulo 17: Buscando a Nelly

1217 Words
Pov's Dylan En cuanto me levanté para ir por Stella y Leo, Hades me siguió. More como Nelly se acomodaba en el saco de dormir completamente ajena a la situación. La verdad aún no me entraba en la cabeza que Mí Mundo era un libro y ella venía de fuera. Aún así estaba agradecido por haberme salvado la vida. Continué mi camino buscando a los chicos y noté que ambos se abrazaban. Suspiré. Llevaba enamorado de Stella desde, bueno, desde siempre. Sin embargo nunca fui valiente en decirle lo que sentía por ella. Luego Leo apareció y noté cierta tensión, me decepcione por completo cuando Nelly me contó que ambos eras los protagonistas de esta historia y que hiciera lo que hiciera ellos terminarían juntos. Aún así, quería intentar conquistarla aunque claramente iba en desventaja. Hades al verlos corrió hacia ellos interrumpiendo su momento. Me tardes unos segundo y aparecí frente a ellos. —Solo quería saber si estaban bien, se fueron alterados así que... —Todo está bien— dijo Leo asintiendo. Stella lo miró y se mordió el labio. —Regresemos. Necesitamos descansar— asentí concordando con ella. Ahora que lo pensaba mejor, no entendían porque se habían ido de aquella charla. Nelly intentó unirlos pero por alguna razón Leo se molestó con lo que ella había dicho. Lo cual era extraño. Y justo antes de que pudiera pensar en otra cosa el sonido de voces de hombres y las luces de unos camiones nos hizo apresurarnos al campamento. —¡Nelly!— exclamé al ver que ella ya no estaba en su sacó. Ella había t enviado razón. Los malditos militares estaban cerca. —¡Maldición!— exclamó Leo patentado un tengo al notar que nuestra chica había sido secuestrada. —Se llevaron a Nelly— Stella murmuró realmente triste. —Debemos rescatarla— su cambio de voz me sorprendió. —Apresurémonos. A lo mejor alcanzamos los camiones— dijo Leo come dando a guardar todo en el camión que teníamos. Nos apresuramos y el tomó el control de todo. Salimos a la carretera buscando pista de algún auto o lo que sea. Sin embargo no encontramos nada por varios minutos. Hasta que nos topamos con varios zombes aplastados por llantas de carros. Y una horda que que no tenía algún objetivo en mente Claramente habían pasado por aquí. Seguimos el rastro de sangre por varios metros y notamos que se habían metido en una desviación de tierra. Definitivamente tenían el campamento en ese sitio. —Esos malditos pagarán haberse llevado a Nelly— soltó Leo furioso. Vaya, se tomaba esto muy personal. —Tengo una idea— expresó Stella observando hacia atrás. —¿Qué? —Atraeremos a los zombis que están atrás y los usaremos como distracción para sacar a Nelly. —Es peligroso— dijo Leo. Concordaba con él. —¿Tienen una mejor idea? Claro que no. En minutos yo, me encontraba con la puerta abierta del camión llamando la atención de los zombis con ayuda de una bengala. Logramos dirigir a las asquerosas creaturas al campamento y el caos comenzó. Nos armamos hasta los dientes con los chicos, escondiendo bien el camión entre matorrales y nos adentramos n el campamentos. Zombis atacaban a la gente, militares y los tres disparamos a todo lo que se viera peligroso, incluyendo a esos hombres que habían tomado a Nelly. Leo logró capturar a uno de los malditos dándole una patada en la espalda. Entre el lío, preguntó donde tenían a las personas que habían traído recientemente. El tipo, temblando, señaló una casa rodante que se asomaba a unos metros de nosotros. Leo le atestó otro golpe dejándolo inconsciente. Corrimos hacia el vehículo y para nuestra mala suerte no había nadie. —Escapó— solté divertido. Esa chica era muy inteligente. —¿En dónde estará?— se preguntó Leo. —Puede que haya corrido para allá— señaló Stella colina abajo, dónde la arboleda comenzaba. —¿Creen que regrese al campamentos?— negué con la cabeza. —Debemos buscarla. Es probable que haya seguido a algún grupo y si no, puede que avance sola. Debemos encontrarla en el camino— habló Stella. —Concuerdo con Stella. Esa chica no se queda quieta— admití recordando su fiereza. Leo asintió. —Tienen razón. Sigamos. Debemos encontrarla. (...) Continuamos nuestro camino por al menos dos semanas. Pero, nunca hallamos rastro de Nelly y eso nos preocupaba bastante. Stella hasta había llegado a comentar que ella podía haber sido infectada causando el enojo de Leo. —Nelly está viva— dijo. —Sé que no es tan tonta— Stella se mordió el labio y asintió. —Lo siento, no debí decir eso— yo apreté su hombro. —Descuida. No es tu culpa. Últimamente la relación de estos dos empeoraba con el tiempo. Nelly era la Celestina de ambos y sin ella yo no podía hacer mucho. A la mañana siguiente al  empacar nuestras cosas en la camioneta Stella se sentó observándome. —¿Qué te sucede? —Siento que estamos lejos y a la vez cerca de Nelly— asentí. Comprendía su sentimiento. —¿Crees que ella sienta lo mismo? —Claro que sí. Después de todo soy su hermano y tú su mejor amiga— ella me sonrió. —Creo que Leo me odia. —¿Por qué dices eso?— pregunté. —Se preocupa mucho por Nelly.— una vez até nuestras maletas la miré. —¿A ti te gusta Leo?— ella me miró. —No lo sé— suspiró. —A veces siento que soy especial para él y luego me empuja y me aparta. En sentido figurado. Bueno, no sabía que decirle. —Puede que esté yendo. Él sabe lo importante que Nelly es para mí y yo, al ser su amigo, hace lo posible para que la tengamos con nosotros. —¿Tú crees?— asentí. —¿Todo listo?— preguntó Leo pareciendo de la nada. Stella se bajó y asintió. —Solo falta un bolso— le dije. —Iré por él— y son decir nada más regresé a donde habíamos instalado nuestro campamento. Tomé el bolso y al girarme escuché una rama siendo quebrada. Me giré y sentí que alguien me observaba. Caminé lentamente con sosteniendo el arma en mi bolsillo. Sentía que alguien estaba detrás del árbol y al girarme, me llevé una sorpresa al ver un tarro de sangre. Caminé siguiendo dicho rastro llevándome a un tronco viejo. Esto era peligroso, pero debía saber que era lo que me observaba. Saqué el arma finalmente de mi pantalón y le quité el seguro. Estaba listo para lo que fuera que saliese e cualquier lado. Lentamente caminé alrededor del tronco hasta que me topé con un montón de hojas secas cubiertas de sangre. Esto era demasiado extraño. Con el entrecejo fruncido me agaché observando las hojas. Parecía que el rastro terminaba ahí. Sin embargo, noté que se veía como si la tierra respirara. Me asusté. Me Cerquita más y noté que la sangre estaba fresca por encima e las hojas y al querer quitarlas casi se me sale el corazón ya que, una mano salió de ese montón de hojas. —Ayúdame— me dijo la persona frente a mí.
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