Capítulo 8: traición y dolor

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Regresé al campamento encontrando a Leo profundamente dormido. Lo miré detalladamente, su cabello castaño rizado había crecido considerablemente, su rostro se veía igual lo único que lo diferenciaba eran las dos manchas negras debajo de sus ojos y una bandita en su pómulo. Se veía más grande y atractivo. Me mordí el labio irritada por mi pensamiento. —Ojalá tu encanto superé el de Dylan— susurré. Tomé algunas respiraciones antes de decirle lo siguiente: —Creo que te compliqué las cosas pero espero que logres conquistar a tu chica— sonreí de lado. —Y cuídala bien— con eso dicho ordené mis cosas colocándolas en la mochila. Hades estaba dormido, hice un puchero, no quería ponerlo en peligro. Así que lo acaricié y me fuí de ahí. Tomé un tambo de gas del baúl y luego comencé mi travesía. Caminé unos diez metros cuando escuché hojas secas siendo pisadas detrás de mí. Me giré sacando mi cuchillo para defenderme. Mi corazón latía a mil por hora hasta que mi peludo apareció frente a mí. —Regresa al campamento— le dije mientras lo acariciaba— estarás mejor con ellos— le susurré, él me lamió la mano. Mi labio inferior comenzó a temblar y las lágrimas empezaron a derramarse por mis mejillas. Hades metió su cabeza debajo de mi cuello, supuse que así me estaba consolando. Puso su pata en mi pierna y me miró. —¿De verdad quieres irte conmigo?— el peludo movió su cola. Suspiré. —Bien, supongo que nos haremos compañía. Continué caminando dejando atrás los sentimientos de traición que nunca creí experimentar y guardé los lindos recuerdos que tuve con mi ex amigo, tan solo avancé. Dos semanas después... —¡Maldita sea!— exclamé dando un golpe al timón. Esto no podía estar pasando. Se me había acabado el combustible y estaba literalmente en medio de la nada. Habían coches alrededor mío pero todos estaban vacíos. Me encontraba en una carretera y no había señales de vida. Suspiré y miré a Hades. —Creo que nos tocará seguir a pie— le dije y el sólo me miró. Observé al frente notando la densa niebla. No veía absolutamente nada. Hace más o menos diez días había encontrado una camioneta militar con combustible y una llave dentro. La semana pasada había acabado con ese combustible por lo que comencé a buscar gasolina en otros autos y estaciones de gas hallando muy poco. En los últimos días había revisado los autos y lugares por los que pasaba encontrando apenas un par de barras de chocolate y una lata de comida para Hades pero nada de combustible. Jamás creí que sufriría estás penas. Después de lo de Dylan mis planes se habían ido por el retrete. Por la merda. Recosté mi cabeza en el timón y deje caer mis brazos a mis costados. —Dormiré unas horas mientras se dispersa la niebla y luego seguiremos— pensé en voz alta. Cerré mis ojos un momento recordando que apenas había logrado dormir unas tres horas estos últimos cinco dias debido a mi ansiedad y al constante sentimiento de peligro que sentía. Entonces Hades comenzó a gruñir. Me levanté rápidamente para tomar mi arma y al mismo tiempo alguien rompió el cristal del auto para abrir la puerta. Apunté mi arma hacia mi atacante y tres tipos cubiertos con pañuelos llevaban armas más grandes que la mía y estaban apuntándome. Si, estaba jodida. —Mira Cabo, una chica— el tipo más corpulento se rió. Hades comenzó a ladrarles. —Calma a tu perro o le disparamos— me dijo. Levanté mi mano mirando Hades y este dejó de hacer ruido. —Dame el arma y sal del auto— me ordenó. Tragué nerviosa. Maldita sea la cosa que me había traído a este mundo. Respiré hondo y obedecí. Una vez fuera del auto Hades bajó conmigo. —¿Qué es lo que hace una niña como tú tan sola en estos tiempos?— fruncí mis ojos recordando como me había metido en esto. Los tres se quitaron los pañuelos finalmente. El tal Cabo tenía barba y su rostro era grande, el tipo que me había amenazado era un poco más bajo que el anterior y usaba una boina militar. El último era un chico como de mi edad, rubio y delgado. —Mira Roger, parece que le encontramos a Harry una novia— Cabo y Roger comenzaron a reír. El rubio se veía incómodo. Miré a Hades mientras pensaba en un plan para librarme de esta. Si usaba a Hades para distraer a los tipos podría intentar correr hacía la pendiente al lado de la carretera. Me mordí el labio. Los tipos seguían riéndose entre ellos así que decidí intentarlo. Acaricié a Hades llamando su atención, moví mi cabeza en dirección a los tipos y él entendió. Mi perro brincó encima de Cabo mordiendo sus genitales y como resultado tiró su arma. Yo corrí envistiendo a Roger tomando el arma de Cabo. Este último le dió una patada a Hades causando mi distracción. Roger aprovecho y me dio un puñetazo en la mejilla y del dolor solté mi arma. Cabo apuntó hacia Hades quién aún no se levantaba. Iba a matarlo, con toda mi fuerza me levanté y moví la escopeta de Cabo hacia arriba lanzado un disparo al cielo. El tipo al ser más grande y fuerte que yo me lanzó al suelo de nuevo pero me coloqué encima de Hades. —¡No le hagan daño! Haré lo que sea— los tipos sonreían divertidos. —Ese perro mordió mis bolas, no se lo perdonaré— Hades se levantó. —Debes irte— le susurré. Y sin pensarlo le di una patada en el mismo sitio a Cabo dejándolo fuera de juego —¡Vete!— exclamé y Hades se fue corriendo. Roger me dio un golpe en la cara con su escopeta dejándome noqueada por unos segundos. Luego Cabo se acercó y me atestó una patada en las costillas. —Maldita— Quise defenderme pero ambos comenzaron a lanzar patadas por todo mi cuerpo dejándome sin fuerza. Finalmente Roger se detuvo y calmó a Cabo. —Ya basta o la mataremos, ven Harry— con la poca fuerza que tenía escuché unos pasos acercarse. Mi vista se había nublado por lo que no miraba nada. —Hemos dejado tu nuevo juguete a tu merced. Mencionaste que eres virgen ¿no? Pues esta es tu oportunidad para dejar de serlo— las lágrimas brotaban por mi rostro al escuchar aquello. No quería ser violada. No quería morir. En estos momentos lamentaba tanto haber dejado a Dylan y a Leo. Entonces escuché el sonido de una bragueta, estaba ya decidido. Luego el sonido de un gemido que reconocía muy bien hizo acto de presencia. —Dispárale a esa cosa— oí la voz de Roger. El gemido se multiplicó. No era uno, eran varios zombis. —¡Diablos! Disparen— intenté arrastrarme lejos de ahí pero todo mi cuerpo dolía, sentía la sangre caer por mi rostro y mis brazos. Dios, probablemente necesitaría puntos por todos lados. Y tal vez tenía una costilla rota, estaba mal. Ya no podía moverme y prefería estar muerta antes de poder vivir lo que iban a hacer conmigo. ¿Existía la mínima posibilidad de regresar a casa si moría ahora? ¿O de verdad este era mi final? Mi respiración se ralentizó cuando de pronto escuché que dejaron de disparar. —Ves que somos capaces contra esa cosas. ¡Diablos sí! —Ni siquiera con ellos imbéciles— la voz de Leo retumbó en mis oídos. Escuché golpes y luego disparos. —¡No lo hagas por favor!— la voz suplicante de Roger me hizo querer saber qué estaba sucediendo. —Mira lo que le hiciste. ¿Crees que te lo perdonaré?— pude escuchar el tono enojado de Leo —¡Imbécil!— Y luego un disparo Se hizo el silencio. Escuché pasos presurosos y después sentí una mano debajo de mi cabeza. —¡Oh mío Dio!— ¡Oh Dios mío!— ¿qué te hicieron?— apenas pude abrir mis ojos sólo para ver su expresión de preocupación. —Dylan viene con Hades. Le disparó a la mayoría de zombis. ¡vinimos por ti Mina!— quise decir algo pero no pude, me dolía todo. —No cierres los ojos Mina, no los cierres— era muy tarde lo hice y dejé de sentir dolor.
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