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1893 Words
Año 2007 Otra vez sus primos se encontraban demorados. Era tan habitual que aquello sucediera que Celeste había encontrado el umbral perfecto en el que sentarse a esperarlos. No le molestaba quedarse leyendo un rato al terminar su jornada escolar. Llevaba su uniforme de educación física, por lo que no le resultó inconveniente hacerlo. Luego de despedirse de sus compañeros aguardó pacientemente unos 15 minutos con su nuevo libro en las manos. Alejandro y Agustin se acercaron a una velocidad mayor de la sugerida para esa calle y estacionaron de manera atolondrada enfrente del colegio. Sus primos, mellizos, habían compartido prácticamente toda su vida. Desde los 3 años, vivía con ellos y sus tíos Norma y Fernando. Su madre había enfermado poco después de su nacimiento y de su padre nunca había recibido información. El amor de sus tíos era tan enorme que jamás se sintió en la posición de hacer cuestionamientos. -Hey, Cele, perdón la tardanza, acá tu primito no dejaba de tontear con su novia. - le dijo Alejandro a gran volumen al tiempo que recibía un ligero puñetazo en el hombro por parte de su hermano. Celeste se puso de pie y sonreía mientras se acercaba al auto, guardando su libro en la mochila. - ¿Ya empezaste otro libro? Pero si la semana pasada recién ibas por la mitad. - señaló Agustin con sorpresa. Celeste lo miró a través del espejo retrovisor alzando sus hombros con inocencia. -No puedo aguantar, cuando una historia me atrapa, tengo que saber como termina. - le respondió bajando la ventana del auto para disfrutar de la ligera brisa que acompaña las tardes del mes de abril en la ciudad de Rosario. -Cele ¿Podes acompañarnos a un lugar? Parece que Nacho encontró un nuevo guitarrista para la banda y no puedo esperar para conocerlo.- dijo con euforia Alejandro. Llevaban dos años intentando completar su banda de rock y si bien se habían presentado en varias fiestas de clubes, ese mes les habían ofrecido formar parte de un festival para bandas emergentes, justo cuando Paco, su ex compañero de colegio y amigo de toda la vida había conseguido una beca para estudiar en Buenos Aires. Era absolutamente necesario encontrar un reemplazo y sin embargo las últimas semanas ninguno de los chicos que habían conocido lograba colmar sus expectativas. -Obvio, que los acompañó, pero por favor, llevemos algo para comer, que me muero de hambre. - les pidió de manera exagerada, con sus manos en forma de plegaria. Los tres rieron, Celeste era ocurrente y divertida con ellos, era mucho más que una hermana menor. Desde que podían recordarlo tenían una necesidad innata de protegerla pero sobre todo, de verla sonreír. Cuando no estaban juntos, ella se mostraba tímida y solitaria, siempre era cordial y no entraba en conflicto con nadie, colaboraba en las actividades que proponía el colegio, pero rara vez se sumaba a fiestas o salidas. Ella misma reconocía que prefería sumergirse en las fantasías que le brindaban sus libros antes que pasar una noche sufriendo en altos zapatos de tacón. Había logrado ser prácticamente invisible en el colegio y parecía no molestarle. Ese año cumpliría 18. Era una chica de baja estatura y contextura pequeña, su pelo castaño claro se empecinaba en formar ondas que ella intentaba oprimir bajo múltiples hebillas de diferentes colores. Desde hacía unos meses su cuerpo había adquirido curvas que la obligaron a modificar un poco su vestuario. Sus pechos le resultaban demasiado grandes, por lo que solía vestir corpiños deportivos para ocultarlos. Su nariz pequeña y sus grandes ojos verdes acompañaban de una manera armoniosa las diminutas pecas que pintaban sus mejillas. Su mirada soñadora, guardaba un dejo de nostalgia que sus primos intentaban borrar cada día y ella disfrutaba tanto de su compañía que sólo con ellos sentía que podía ser auténtica. -Es acá. Se mudaron hace poco, vienen de la ciudad de Santa Fe. - explicó Alejandro, estacionando el auto frente a una casa bastante grande, con ladrillos relucientes y ventanas inmensas. - Yo bajo - dijo Agustín resignado al ver que su hermano no realizaba el mínimo movimiento. - Pero, Cele ¡No te comas todos los m&ms ! - le advirtió a su prima. Mientras ella lo desafiaba introduciendo un puñado en la boca. Celeste bromeaba con Alejandro mientras bebía su Coca Cola con un sorbete, asegurando que sus tíos mataría a sus primos si descubrieran la nutritiva merienda que ellos habían conseguido, cuando volteó a ver hacia la casa. Agustín caminaba hacia el auto acompañado de un chico alto, de cabello rubio largo hasta los hombros, que llevaba unos anteojos de sol redondos con una campera de cuero oscura y su guitarra al hombro. Decir que era atractivo, le quedaba corto. Celeste estuvo a punto de dejar caer la botella al suelo, perdida en la vista del joven que se acercaba al vehículo. Casi al mismo tiempo, Agustin y su invitado, abrieron las puertas para asomarse al auto. -Chicos, les presento a Juan, el amigo de Nacho. Juan, él es mi hermano Alejandro y mi prima Celeste. - dijo haciendo un gesto para que se acomodara en el asiento trasero. Alejandro le ofreció un puño y ambos lo chocaron en un gesto de saludo, mientras Celeste intentaba hacerse aún más pequeña en su asiento. -Hola, no sabía que eran niñeros también. - dijo Juan mirando a Celeste por encima de sus gafas. La mirada azul profundo prácticamente congeló a Celeste, que sintió el momento justo en que sus mejillas se tornaban de un rojo intenso. - Te sorprenderías, a veces creemos que es ella quien cuida de nosotros. - dijo Agustín mirando a su prima con cariño. -Tranquila, era un chiste. - dijo Juan volviéndola a mirar. - Encantado de conocerte, Celeste. - agregó ofreciéndole su mano. Ella la apretó con timidez y aquel simple contacto colaboró para acrecentar sus nervios, ya al límite. -Hola. - dijo y volvió su vista hacia la ventanilla intentando calmarse. ¿Desde cuándo reaccionaba así? Estaba acostumbrada a estar rodeada de chicos. Sus primos siempre tenían invitados y jamás se había puesto nerviosa. Se sentía incómoda y no entendía el porqué. Lo analizaba de reojo, mientras charlaba con sus primos y cada vez lo encontraba más atractivo. - ¡Eh, Cele, te dije que no te los comas todos! - le dijo Agustín sorprendiéndola, mientras le quitaba el envoltorio de los confites de las manos. Celeste se centró en sus primos, pero mientras ellos reían ella permanecía estática. Asumiendo que el nuevo ocupante del auto podía tener algo que ver con eso, ambos hermanos se miraron y Alejandro anunció: -Normalmente es mucho más conversadora, ya la vas conocer. - dijo señalándola con su mano. Celeste casi lo aniquiló con la mirada pero cuando iba a decir algo, Juan se le adelantó. - No vengo a conversar, sólo a tocar. - sentenció y sin mirarla volvió sus ojos hacia la ventanilla. Celeste se volteó para mirarlo, no podía creer que alguien tan lindo sea tan arrogante. ¿o sí?. Acaso no era lo que normalmente pasaba con las personas seguras de sí mismas. ¿Cómo iba ella a saberlo si era todo lo contrario? En pocos minutos llegaron a la casa. Solían ensayar en el garage, que habían acondicionado especialmente. Con el mando a distancia abrieron el portón e invitaron a Juan a pasar. Nacho ya se encontraba adentro. Cuando los vio llegar se apresuró a saludar a Celeste. Ella lo abrazó de forma genuina, era el único amigo de verdad que tenía. Juan observaba la escena sin poder disimular su curiosidad. ¿Acaso tenían algo que ver? Cuando por fin se separaron, Nacho se volvió hacia Juan. Sus padres eran viejos amigos y se conocían desde muy chicos, las circunstancias los habían llevado a separarse cuando se mudaron y ahora que volvían a estar en la misma ciudad no podían estar más felices. -Ya van a ver que no exagero cuando les digo que Juan es el mejor guitarrista de Argentina. - dijo Nacho abrazando a su amigo. - No me metas presión Nachito.. - respondió Juan sacando la guitarra de su funda. - ¿Empezamos? - preguntó ansioso por tocar. - Welcome to the jungle, ¿Les parece?- preguntó sin dirigirse a ninguno en particular. Los tres amigos asintieron con entusiasmo, compartían el gusto por los Guns and Roses y conocían la canción. Mientras se preparaban Celeste se colgó su mochila y comenzó a retirarse, pero Nacho la interrumpió. - ¿Te vas? - le dijo obligando a todos a centrar sus miradas en ella. - Si te encanta quedarte mientras tocamos, no te pierdas a Juan, se lo que te digo.- agregó con entusiasmo. Celeste volvió a ponerse colorada, por segunda vez en presencia de Juan y eso ya estaba comenzando a molestarle. Sin esperar su respuesta el nuevo integrante tocó el primer acorde, el resto se unió y la música fluyó de forma natural. Envuelta por una atmósfera eclipsante Celeste se sentó en el sillón emparchado que ocupaba un rincón y sin poder evitarlo estudió el rostro de Juan sin disimulo. Cada uno se concentraba en su labor dándole total libertad. Juan se había quitado los anteojos y cerraba ambos ojos con fuerza mientras sus dedos recorrían las cuerdas con pericia. Uno de sus pies marcaba el ritmo en el suelo y unos mechones traviesos caían sobre su frente. Apretaba ligeramente los labios y exhalaba el aire por la nariz sin perder la concentración. Nacho era el encargado de cantar, mientras tocaba la batería. Celeste estaba tan perdida en el nuevo guitarrista que cuando este abrió sus ojos de manera repentina y se encontró con su mirada escrupulosa, su corazón amenazó con salir de su pecho. Sin embargo, le sostuvo la mirada por los escasos segundos que restaban para que la canción terminara. Juan aflojó sus labios y su respiración también se aceleró. Se desafiaban sin querer y sin embargo no podían evitarlo. Un último golpe de batería marcó el final del tema y los gritos inundaron la estancia. -¡Estuvo buenísimo!- dijo Agustín. - ¡Ya tenemos guitarrista! - agregó Alejandro. -No quiero sonar arrogante, pero se los dije.- continuó Nacho poniéndose de pie. Juan sonreía de lado, feliz de encontrar una banda con la cual tocar. - Y a vos ¿Qué te pareció? - dijo buscando esa mirada verde que lo había recorrido durante toda la canción. Celeste recorrió el garage con la mirada y finalmente respondió. - Tendrías que probar arrancando en La menor, pero si seguís practicando te va a salir bien. - dijo con un coraje, cuyo origen desconocía. Sus primos y su mejor amigo, que conocían muy bien su humor, comenzaron a reír con ganas, mientras la seriedad y autosuficiencia que había mostrado Juan hasta ese momento se derrumbaban como un castillo de naipes. Su rostro anonadado y su falta de respuesta, le devolvieron a Celeste un poco de dignidad. - Tranquilo, ya vas a conocer su humor. - le dijo Nacho palmeando su espalda, mientras Celeste pasaba por su lado y motivada por la repentina valentía, depositó un beso en la mejilla de Juan, que se prolongó un poco más de lo debido. - Tengo tarea, los ves más tarde. - dijo y sin esperar respuesta entró a la casa para dejarlo algo confundido.
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