Una Realidad

1249 Words
En el auto Joel iba preocupado, recordó una vez que su esposa le había dicho de una chica nueva que le recomendó a Raquel, allí comenzó a armar cabos sueltos y sin dudarlo de una vez le pregunto a Martha de donde había sacado y como la conoció. Esta pregunta se la realizo sutilmente. — ¿me hablas de Rebeca? Pues la conocí en el albergue donde realizamos las donaciones de la iglesia, me pareció una chica responsable y tranquila y le ofrecí el trabajo. ¿Algún problema? —No mi amor solo que la veo muy corriente y ya sabes que en ocasiones conversamos cosas privadas y no sé qué tan de confianza sea para hablar delante de ella, no sabemos de dónde viene, ¿no sé si me entiendes? —contesto mientras le tomaba la mano. Martha le contesto sonriendo, que no había de que preocuparse, tampoco estaba loca de meter a alguien así en la casa, todos en el albergue y en la iglesia hablaron muy bien de ella que estuviera tranquilo. Esa noche, Joel estaba preocupado, debía hacer algo para lograr sacarla de la casa, pero por más que pensaba no se le ocurría ninguna idea. A la mañana siguiente Alondra quien en la noche anterior no le conto nada de lo que había visto a su amiga, por temor de que algo pudiera suceder, se mantuvo callada. Pero en el fondo sabía que no era lo correcto. Rebeca llego a la cocina como de costumbre en la mañana para el desayuno y aprovecho para preguntarle por qué se había ido anoche tan rápido y asustada Agacho la cabeza y le contesto "Ese hombre que llego anoche, es el padre de mi hija, por el que vine a esta ciudad tratando de buscar una respuesta, y vaya que me la encontré sin necesidad de preguntarle nada. ¡Es casado y solo me utilizo!, estoy pensando en irme de este lugar, no quiero que se entere que tengo una hija de él y me complique más mi vida" —¿estas segura de lo que me estas diciendo? —¡por supuesto, nada gano con mentirte! esto te lo cuento porque has demostrado ser una buena persona, no comentes de esto a nadie, créeme no sabia que era un hombre casado, nunca me lo dijo. Alondra se quedo pensativa, tratando de buscar la manera de contarle o no lo sucedido anoche. Hasta que no se contuvo y decidió, contarle. —te lo diré porque eres mi amiga, y siento que no debo quedarme con esto. Anoche cuando ya la cena estaba terminada, y como me quede preocupada por ti fui a buscarte a tu habitación y me encontré al señor Joel tratando de abrir la puerta de tu recamara, se puso como nunca antes lo había visto, sus ojos estaban rojos y me amenazo si le contaba a alguien lo que había visto. Estoy muy asustada amiga. Él no era así, o por lo menos nunca lo había visto de esa manera. Por eso pienso que lo mejor es que debes irte. Rebeca no contuvo las lágrimas y se puso a llorar —no puedo irme con la niña bajo esta tormenta, mañana a primera hora me iré de este lugar. —¿como vas a irte así? no tienes a donde ir, yo escuche que la próxima semana el va de viaje, por temas de la empresa, un nuevo proyecto que están haciendo y debe ir a supervisar el trabajo. Así te da tiempo de reunir un poco mas de dinero y juntar para que regreses a tu ciudad. —¡no lo se! voy a pensarlo. Voy a servir la mesa, no quiero que Maribel o la señora Raquel se molesten. De pronto desde la cocina los gritos de Raquel, alertaron hasta a los perros, una nueva discusión con su esposo la llevaría a perder la cordura nuevamente. —¿escuchas eso? la señora Raquel discutiendo con el señor Lorenzo, no le da pena gritar tan fuerte. —¿Bueno y que hacen ustedes dos aquí paradas? si quieren les traigo un café para que continúen con su habladera, ¡vayan a servir la mesa! —expreso Maribel Rápidamente salieron ambas del lugar sin decir nada. Al bajar los señores de la habitación sus rostros eran de enfado, primero bajo el señor Lorenzo y a los minutos la señora. para evitar incomodar, Rebeca y Alondra continuaron haciendo sus oficios de limpieza A los minutos vio salir al señor Lorenzo de la casa y encender su vehículo a gran velocidad. La tensión en la casa era grande así como la curiosidad de saber el porque habían discutido. Rebeca no hacia mas que pensar en Joel y buscar la forma de irse, paso la noche dando vueltas en la cama. Luego de pensarlo, se levanto a media noche a buscar agua en la cocina, al llegar al lugar se llego un tremendo susto, pues se encontró al señor Lorenzo sentado en a mesa de la cocina de servicio tomando un vaso de jugo. —¡disculpe, no sabia que estaba aquí! —no te preocupes, puedes pasar. Al igual que yo ¿tampoco puedes dormir? —pregunto Lorenzo —¡si algo! solo vine por agua. —¿podrías quedarte un ratico a conversar? mi esposa no sabe que e llegado a casa, realmente ni quería venir, son tantas cosas, a veces siento que no estoy en el lugar correcto. ¿te a pasado eso alguna vez' —¡que casualidad! es lo que estoy pensando en este momento. Quiero regresar con mis padres, estoy muy agradecida con ustedes por la oportunidad, pero ya no quiero estar en este lugar. —¿es por Maribel? —pregunto Lorenzo —no, no es por ella. Realmente me reservo las razones y disculpe. —No me gustaría que te fueras, aunque tienes poco tiempo en este lugar, desde la primera vez que te vi, no se porque pero vi algo diferente en ti y se que eres una buena persona, no quisiera que te fueras y menos si es por ella. No se si es el sueldo o quizás hay algo mas me gustaría que tuvieras la confianza y me contaras, así poder ayudarte. Quizás lo tuyo aun tenga solución, lo mio es mas complejo, un matrimonio que por mas que intento no florece y un socio que desde hace un tiempo solo ve por sus intereses, pienso que e escogido estas dos piezas claves en mi vida mal. Por mas que conversemos no logramos entendernos. —Me da mucha pena por usted, se ve que a trabajado duro, por tener todo lo que hasta ahora tiene, a veces lo mejor que nos puede pasar en la vida es saber retirarse a tiempo de aquello que no nos hace bien y de lo que sabemos que no va a funcionar. esto aplica para todo. —Tienes razón, eres muy inteligente, eso me gusta mucho de ti, desde la primera vez que te vi supe que eras así y no me equivoque. Ambos se quedaron en silencio y se miraron fijamente por unos segundos, Rebeca se puso nerviosa, tocaba una a una sus manos sudadas una y otra vez hasta que le dijo "¡gracias! ya me voy, es muy tarde". Lorenzo no dejo de mirarla hasta que salio por la puerta, y se pregunto internamente que era lo que le estaba pasando con esta chica tan diferente.
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