“Hay un dicho que dice: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Fue cuando acepté que me estaba acostumbrando a él y le empecé a echar de menos. Logró atravesar mi muro.”
Al día siguiente, muy temprano en la mañana, Diana decidió ir al dojo, pese a las advertencias del médico de no practicar deportes de contacto. Sin embargo, de algún modo necesitaba expulsar todo lo contenido en ella y ordenar lo que estaba sintiendo; golpeó y pateó el saco de box con rabia hasta que sus nudillos sangraran y caer de rodillas aturdida, con poco aire, bañada en sudor. La fuerte mano de su entrenador se posó sobre su hombro.
—¿Qué está sucediendo Diana? —Cuestiona algo alarmado por su actitud y apariencia desgastada esta mañana.
Ella niega con la cabeza, agitada y Joel la ayuda a levantarse para q
