Capítulo 5: Una mujer atontada necesita huir de las trampas

2148 Words
Había dejado de ser virgen. No en una escena incomoda, no en una escena decepcionante, no en algo traumante, era todo lo contrario. Había dejado de ser virgen en una experiencia excelsa, inolvidable y excitante. El hombre del que sigo sin saber su nombre, está acostado a mi lado respirado cansado viendo al techo. Yo también estoy en la misma posición, pero sin tanto cansancio, él había hecho casi todo el trabajo. Dos veces más, en total tres rondas habíamos tenido. Realmente era un profesional. No es que tuviese mucha experiencia, pero esa intensidad, delicadeza, sentido del humor, el toque de torpeza para hacerme sentir mejor, esa voz y esa apariencia no la podía tener un hombre común y corriente. Yo tengo mucho sueño, estoy a punto de quedarme dormida cuando él se levanta de la cama. Debe ser que quiere usar el baño, pero cuando regresa ya sin el condón puesto, y con un paño entre sus manos, supe que no. ─   Déjame ayudarte – menciona con dulzura mientras usa el paño con agua tibia para… cuando veo mis piernas, quería morirme de vergüenza. Había sangre entre ellas, no mucha, pero sangre en muslos y sábanas blancas, es inconfundible. Sin embargo, como el laureado con honores que es, me limpia con suavidad entre las piernas. En una sonrisa de tranquilidad, no pasó nada aquí. Estoy hechizada por este ser hasta que pasa por mis labios inferiores y la incomodidad me inunda. ─   ¿Te duele? Está un poco hinchado. Quizás fui muy brusco – dice apenado. ─   No. Fuiste tú el perfecto. No sé qué tuvieron esas cinco palabras de especiales, pero al hombre le encendió con locura y ya estaba devorando mi boca otra vez. Olivia efectivamente estaba hinchada ahí abajo, pero eso no me importaba porque quería sentirle otra vez. Hacer el amor otra… y caigo en cuenta. Él y yo no hicimos el amor. Ýo le pague a este hombre por sexo. Puedo ver de reojo en algún reloj que ya pasaron las horas compradas, habían sido 3 y si habría otra ronda más, quizás saldría en la mañana. Debía huir de cargos extras, sus servicios eran muy costosos. ─   Necesito ir al baño ¿ya vuelvo si? Miento separándome, recogiendo mi vestido y cartera y encerrándome en el baño. Allí aprovecho para vestirme, sin tanga, ni sé dónde la deje. Peinarme un poco, quedando decente, las ventajas del cabello corto. Y colocando mi celular en mi oreja, como si me hubiesen llamado, salgo. ─   ¿No sabes respetar los horarios? No me importa que estés al otro lado del mundo, aquí es la 1 am. Ok. Cuelgo con molestia fingida para mirar al hombre con una expresión inocente arropado con la sabana y haciéndome un espacio para que me acueste… fuerza Olivia. Fuerza. ─   Me tendré que ir… ah… me voy – ni siquiera lo mire al decirle eso. Camino a la puerta, la abro, y como si mi boca no tuviese dueña me volteo y le digo – Gracias. ─   Pero- me replica en confusión el hombre intentando levantarse. Yo salgo como alma que lleva el diablo, sin darle tiempo a vestirse y buscarme, o siquiera a terminar su oración. …. Llego agotada a mi casa en plena madrugada de lunes. Puede que Alba me haya dicho que compraría tres horas, pero nunca me espere que mi desvirgador fuese tan ridículamente atractivo, encantador y delicado. Mi plan era durar una hora si acaso, y largarme de allí. Pero no, quería más. La cabeza me duele, y el corazón igual. Casi odio que haya sido tan perfecto, porque todo fue una actuación de su parte. Puede que haya disfrutado, sus erecciones y ese ánimo lo delataron, pero todas esas palabras y gestos de cariño, eran actuación. Y como la mujer romántica que he descubierto soy, fueron lo que me mataron. Necesito bañarme con urgencia además porque huelo a fluidos masculinos por todas partes, pero una sombra a mi espalda reflejada en el vidrio de la entrada me hace gritar con horror. ─   ¡Cálmate soy yo hermana desvirgada! – era la graciosa de Alba en pijamas. ─   ¿Por qué estás en mi casa? ¡No deberías estar en tu departamento! – le grito con la mano en el corazón. Me iba a matar de un susto. ─   Perdón hermanita. Pero dijiste que tu casa era mi casa, hasta llave de repuesto me diste, y sinceramente que pereza dormir en ese departamento sola cuando en unas horas tú aparecerías dejando de ser virgo – da un brinquito de emoción – ¿cómo fue? ¿lloraste? ¿sangraste? ¿fue rico o fue decepcionante? ─   ¿Podrías dejar que me bañe, duerma, vaya al trabajo y después pasen 6 días con exactitud para contarte? – le propongo subiendo las escaleras a mi habitación. Ella me sigue como niña en berrinche. ─   ¡Olivia no seas maluca con tu hermanita! ¡Por favorrrrr! Mi casa era de dos plantas, tenía tres habitaciones y cuatro baños. Mi madre que vivía con tata en la casa donde crecimos Alba y yo, me decía que debía llenarla con niños, que era muy grande para mi sola. Yo le refutaba que estaba bien sola y con mi Gata. No es que no tenga nombre mi gata, es que su nombre es Gata, sí, sí, Gata, con G mayúscula. Y después de esta experiencia, se sentía más grande todavía. No sé si niños, pero sería agradable tener a alguien a mi lado. Ciertamente se sentía muy grande, y mi cama también lo haría. Era momento de buscar el amor. ─   ¡Oliviaaaaaaaaa! Ahora Alba estaba aferrada a mi brazo jalándolo, mientras yo entraba a mi cuarto. Que fastidiosa era esta hermana mía. Cansada me aparto de ella y quiero finalizar con todo esto. ─   ¿Qué quieres saber fastidiosa? ─   ¿Cómo te fue? – casi grita en emoción. ─   Bien. ─   ¿Cómo que bien? Tuvo que ser más que bien ¡esa agencia tiene los mejores scorts del país Olivia! ─   Espero … espero que no te acuestes con el mismo que me acosté por favor – le pido cansada dejando la cartera en la mesa de noche y quitándome los zapatos. Alba se ríe. ─   ¿Quedaste con ganas de repetir picarona? ─   No repetir pero… ─   Ay cuenta por favor – se tira en mi cama y yo me siento en ella. Tendremos la charla que debimos tener aunque sea unos 10 años. La historia de la pérdida de la virginidad. ─   Fue… como decirlo… muy, muy bueno, valedor de… cada centavo. Confieso dándole la razón a mi hermana, y ella pega un grito de victoria. ─   ¡Si se pudo! ¡Si se pudo! – ella alza mi mano como si hubiese ganado una medalla – ¿Quién está preparada para el amor ahora? ─   Supongo que yo – bajo la mano y me abrazo un poco – pero eso no quita que fuese vergonzoso Alba. En el momento sí, pero ahora no. Quiero que no hablemos de esto más ¿sí? La forma tradicional espero ahora. ─   Captadisimo hermana. Es que ya verás que tú no negándote a citas en un mes, ya te habrás llevado a la cama por lo menos a dos y enamorado a uno. No tengo dudas, ni garantías. Yo me rio de sus locuras, y a ella se le ocurre algo. ─   Una última cosa, del 1 al 10 cuánto le darías. Lo puedes comunicar a la agencia, le dan bonos o algo así con altas calificaciones. ─   Le daría… un… 10 – digo rendida. Alba no me cree, se está riendo. ─   Es porque es el primero, pero ya verás cómo mejora. Porque en algo debió ser patético, fue tu primera vez Olivia. ─   No sé, no lo creo. Su cuerpo era maravilloso, su actitud comprensiva, muy dulce en su toque. Hasta en algunas pláticas entre ronda y ronda, sentí que hablaba con alguien culto, debatimos sobre cuál era el mejor programa para el diseño web, o sobre los avances en la leucemia felina. ─   Vaya… trabajo y zoofilia. Que joyita sus temas de conversación entre cogidas. ─   No eres divertida, sí muuuy hastiante – le digo entrecerrando mis ojos. Ella suelta carcajadas. ─   Olivia sácate de la cabeza que los acompañantes son tontos. Seguro pensaste que era mucho músculo y poco seso, pero ¿Cuánta gente inteligente y sin dinero hay afuera? El mundo está lleno de ellos. Te digo, que es la mejor agencia por algo. ¿10 estrellas entonces? ─   Se las merece – concluyo yendo al baño. Aprovecho para llenar mi bañera. Alba se fue a buscar su celular, por lo que tendré uno 5 minutos de paz. Hecho mis sales preferidas con fragancia a vainilla, y espero a que se llene por completo la bañera. Me encantan los baños con agua tibia, me ayudan a relajarme y lo necesitaré para ir en unas pocas horas al trabajo. No pensé con la cabeza con eso de irme a perder la virginidad un domingo por la noche. Me desvisto e introduzco con suavidad en la tina. Me cuestiono también hasta que nivel disfruto ese hombre ¿habría más mujeres cómo yo? ¿Era la primera virgen con la que estaba? Pero mis pensamientos son interrumpidos por otro grito de Alba. ─   ¡OLIVIAAAAAAAAAAAAAA! ─   En el baño fastidiosa – alzo un poco la voz, cerrando mis ojos y recostándome del espaldar. ─   Quiero que mires ahora mismo esta foto – llega casi corriendo al baño, y con seriedad me muestra su celular. En la pantalla hay una foto algo vergonzosa de un hombre sin camisa, un gorro y lentes de policía, los lentes están siendo mordidos, no cumpliendo su función. He de suponer que alguien le debe considerar atractivo con su cabello n***o, sus ojos marrones y esos pectorales gigantes, pero yo no. ─   ¿Esa es tu próxima cita? – menciono exhausta – No quiero detalles innecesarios. ─   ¿No le reconoces? – contesta temerosa. ─   ¿Debería conocer a tu amigo stripper? ─   Sí… porque… se supone que él es el que te iba a quitar la virginidad. Debe estar dándosela de graciosa, pero al ver su rostro en pánico, yo entro en pánico. ─   Deja de Jugar Alba no es gracioso. Le di oral a ese hombre sin protección porque me aseguraste que certificaban su salud con cada transacción – comento en un intento de control. ─   ¡Deja de jugar tú! ¡Mira aquí está el aviso! La agencia me dijo que el dinero no será devuelto porque no te presentaste en el sitio – me dice desesperada mostrando el celular. ─   ¡Dame acá! Le arrebato el teléfono para leer todo lo que me dice. Que no me había presentado, que el susodicho quedo una hora esperando, y que el dinero no sería devuelto. El mundo me da vueltas y busco qué diablos está mal. Veo su foto, no hay modo de que el hombre con el que estuve sea este. El hombre con el que estuve él… él llegó 30 minutos antes de la hora pautada… ya cuando estaba dentro de mí pude ver que… de hecho tenía los ojos color avellana… no le preste atención. ─   ¿Cómo-cómo ocurrió esto si ese hombre sabia mi nombre, se sentó donde debía, se parecía a la descripción que me diste y… y…? ¡Hasta hicimos chistes de prostitución Alba! – exclamo aterrada. Pero ella ha adoptado una posición de analítica con la mano en la barbilla. ─   Puede que solo conociese tu nombre ¿no lo conocías tú? ─   Nunca en mi vida lo había visto. Nunca – afirmo con seguridad. ─   Puede que solo vio a una mujer guapa y se acercó. Y él sabía tu nombre de alguna forma. ─   ¿¡Y lo de los chistes de prostitución!? ─   Esos son más comunes de los que crees cuando andas cachondo. No lo podía creer… no lo podía hacer… Me acosté con un desconocido, no por dinero si no por… porque yo le guste. Le entregue mi virginidad a alguien al azar… en un ligue de una noche. No sé si reír o llorar. Probablemente llorar porque si era un hombre cualquiera que gusto de mí, y tuvimos tanta química, yo me fui sin despedirme o intercambiar números propiamente. Actué como … una cretina. ─   Sé que el dinero perdido duele, pero velo como una oda a tu autoestima hermanita. Alba me ofrece con los brazos abiertos como si fuera una gracia y yo le miro con rencor. Lo que hace que ella se vaya, y me deje melancólica en la bañera. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD