Capítulo 11

1411 Words
CHRISTIAN —Joder —dije cuando crucé la meta en segundo lugar. Me quité el casco, lo dejé caer en el asiento a mi lado y salí del auto por la ventana. —Quizá la próxima vez, primo —dijo Patrick, acercándose con una sonrisa vencedora—. Pensé que me ibas a pasar en esa última curva, pero no eres tan bueno como presumes. Solté una risa breve. —Solo te dejé ganar porque te vas a casar. Patrick rió. —¡Todo lo que escucho son excusas! Grant, Kevin e Isaac se acercaron desde donde habían estado animando en la línea lateral. —Hombre, estuvo jodidamente bueno —dijo Grant, dándole palmadas a Patrick en la espalda. —Sí —coincidió Isaac—. Creí que te iba a pasar en la última curva, pero… —Solo estoy dejando que el novio brille —resoplé. Kevin rió y negó con la cabeza. —O quizá tienes la mente en otro lado. Una chica puede hacerte eso, ¿eh? —me guiñó un ojo. Odiaba que tuviera razón. Todo el día había estado pensando en Jackie. No debería haberme acostado con ella. Pensándolo bien, ni siquiera sabía cómo había sucedido. No había sido una decisión consciente de que sí o no: simplemente sucedió. Era tan fácil estar con ella. Me sentía tan cómodo cuando estaba cerca. Hacía soportable estar con mi familia, y anoche, cuando una cosa llevó a la otra… El alcohol hace que la gente haga estupideces. El asunto era que no se había sentido estúpido. Se había sentido bien. Estar con Jackie había sido natural, y por más que me decía que había sido un error, simplemente no se sentía como uno. ¿Qué tal si decidía salir con ella? ¿Y si, después de que este contrato terminara, le dijera que la quería de verdad? Sin fingir, sin dinero de por medio, solo ella y yo, juntos. Hasta que algo saliera mal otra vez. Si yo lo arruinaba, o si ella lo hacía —lo cual pasaría de cualquier modo—, entonces todo se echaría a perder entre nosotros y la perdería. No solo como mujer en mi vida, alguien que podría acercarse a mi corazón, sino también como asistente ejecutiva. Podía lidiar con un corazón roto. Ya había estado ahí, hecho eso, conseguido la maldita camiseta. Era todo un profesional en levantarme y recomponerme de nuevo. También sabía lo que era buscar a una nueva asistente ejecutiva. No era fácil encontrar a alguien tan buena como Jackie. No quería perderla como empleada, lo que significaba que no había forma en el infierno de que la fuera a invitar a salir y arriesgar eso. El hecho de que la valorara como empleada por encima de lo que mi corazón decía sobre ella era suficiente indicación de que no debía hacerlo. Simplemente no era el tipo de hombre que encontraba el amor verdadero, felices para siempre y toda la otra basura en la que mi familia creía. No dudaba de que lo suyo fuera real. Solo que no estaba en mi destino. Era mejor aceptarlo ahora antes de hacer algo estúpido. Como perder a mi asistente. —Eh, hola, ¿tierra llamando a Christian? —preguntó Grant. No había escuchado nada de la conversación. Mi mente había estado completamente en Jackie y nuestro sexo fantástico. Otra vez. —¿Qué? —pregunté. —Vamos, hombre —dijo Patrick—. Deja de pensar en el trabajo mientras estás aquí. —Está bien, está bien —dije. Si creían que estaba distraído por el trabajo, mejor para mí. —Estábamos preguntando si vas a dar un discurso en la boda —dijo Grant, poniéndome al día con lo que me había perdido. —Oh —dije—. ¿De verdad tengo que hacerlo? —Joder, ¿estás bromeando? —preguntó Patrick—. Por supuesto que sí. Eres familia. De hecho, la cabeza de la familia. Solté un bufido. —Papá es la cabeza de la familia. —Sí, sí —dijo Grant—. Él es la cabeza, pero tú eres el mayor de nuestra generación. Vamos, di unas palabras. —Pero no me avergüences —añadió Patrick. —Oh, eso lo haces tú solito —intervino Isaac. Patrick golpeó el hombro de Isaac. Isaac lo empujó en broma, luego Patrick lo atrapó en una llave hasta que Isaac palmoteó pidiendo tregua. —Eso pensé —dijo Patrick, soltándolo. Miré a Kevin, mi próximo cuñado, que se reía de todo el asunto. Era tan relajado. Si no supiéramos quién era y cuánto dinero tenía, parecería cualquier otro ranchero. Eso era lo que me gustaba de él y por lo que era bueno para mi hermana Claire. Era sencillo. Sólido. Claire necesitaba eso. Alguien que estaría ahí sin importar qué. En lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, todo ese discurso. Jackie era ese tipo de persona. Estaría ahí sin importar qué. Sácala de tu maldita cabeza. —Jackie es agradable —dijo Kevin, como si pudiera leerme la mente. —Oh —dije—. Gracias. Kevin rió. —Respondes como si te sorprendiera. Negué con la cabeza. —No es eso. Es solo que normalmente no presento mujeres a la familia. —Ni siquiera pasas tiempo con la familia tú mismo —señaló Grant. Puse los ojos en blanco. —Nunca vas a soltar eso, ¿eh? —No hasta que lo sueltes tú —retó Grant, aunque sonreía. —Solo está diciendo tonterías —dijo Patrick—. Nos gusta que estés aquí y que la hayas traído. Encaja con nosotros, lo cual no es fácil. —No es fácil —coincidí. Jackie realmente se había lucido anoche, y podía imaginar lo bien que se estaba llevando con las chicas. Era realmente buena en lo que hacía—sin importar qué fuera. Incluso en la cama… —Cuéntanos más sobre ella —dijo Grant. —¿Qué hay que contar? —pregunté. —Cómo pasó todo, por ejemplo —intervino Patrick—. Vamos, no te guardes nada. Queremos escucharlo. —Ya se los contamos anoche —dije con una carcajada—. Trabajamos juntos. Con el tiempo, se convirtió en algo más. Grant gimió. —Esa debe ser la forma más aburrida de conocer a tu futura esposa. Me puse rígido al escuchar futura esposa. —No todos tienen historias de amor locas, ¿sabes? —intervino Kevin, y le agradecí que tomara la palabra—. A veces es un amor lento que te alcanza cuando menos lo esperas. No todo se puede convertir en una película. Grant suspiró. —Sí, supongo. —¿Desde cuándo eres tan romántico sin remedio? —pregunté. —El amor te hace mierda, hermano —dijo Grant—. Apuesto a que tú también estás empezando a darte cuenta, ¿eh? Me encogí de hombros. No iba a darles algo con lo que pudieran divertirse. Mi familia disfrutaba de molestar más que de chismear. Y amaban chismear. —Bueno, creo que hacen una buena pareja —dijo Kevin—. Ella es una buena mujer. Más vale que la mantengas cerca. No aparecen todos los días. Tenía razón. Mujeres como Jackie eran cosa de una vez en la vida. —Entonces, ¿vas a asegurarte de que se quede? —preguntó Isaac—. Ya sabes… darnos una cuarta boda este verano. —Solo quieres más alcohol gratis —respondí, evitando una respuesta real. —Sí, bueno, me encanta ir a bodas —dijo Isaac con simpleza—. Son divertidas, y no tengo que lidiar con el dolor de cabeza de estar involucrado. —Hasta que sea tu turno —bromeó Grant. —No será este verano —dijo Isaac—. Ni siquiera tengo treinta todavía. Mucho tiempo para sembrar la avena salvaje. —Sí, no como este viejo —dijo Grant, dándome una palmada en la espalda. Me reí a pesar de mí mismo. Pronto dejamos la pista de carreras, y la charla se desvió hacia un terreno más seguro, lejos de todo el tema de bodas. Me mantenía firme en mi historia sobre cómo Jackie y yo habíamos terminado juntos, pero mi familia escarbaba y presionaba como pasatiempo. Era difícil evitar las preguntas complicadas. Hasta ahora, estaba haciendo un buen trabajo manteniendo la farsa. Ahora solo necesitaba mantener la cabeza fría con Jackie, también.
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