Capítulo 20

1313 Words
CHRISTIAN Mi cama estaba vacía. Las sábanas eran un desastre enredado, prueba de lo que había pasado anoche, pero Jackie no estaba por ninguna parte. Ni en mi cama, ni en el baño, ni en la regadera, ni en la cocina. Se había ido sin decir adiós. Mierda. ¿Qué demonios había pasado entre nosotros anoche? Carajo, no debería haberme acostado con ella. Debí haberla mandado a casa. Había sido tan dulce y comprensiva, y hacía mucho que alguien no veía mi lado cuando se trataba de mi familia. Sin mencionar el hecho de que Jackie era increíble en todos los sentidos. Había sido tan amable con mis padres, fingiendo exactamente como le pedí, aunque pudo haber sido una completa idiota después de que la lastimé. Pudo haber sido vengativa y hacer de la noche un infierno para mí, pero no era ese tipo de persona. Eso hizo que me gustara aún más. Y anoche, simplemente no pude resistirme a ella. Entré a la regadera. Cuando el agua caliente recorrió mi cuerpo, regresó a mi mente el recuerdo del toque de Jackie en mi piel. Era tan jodidamente sexy, y la forma en que nos unimos cuando tuvimos sexo fue pura magia. Todo en ella era hermoso, y yo no podía mantenerme alejado. Claramente, ella no sentía lo mismo. Si lo hiciera, no se habría escabullido así. Me vestí, preparé café en la cocina y al final salí del departamento para ir a trabajar. Probablemente Jackie llamaría para reportarse enferma hoy. Si quería evitarme en la mañana, estar en la oficina no iba a ayudar. Tendría que esperar hasta mañana para hablar con ella. ¿Era eso algo que estaba dispuesto a hacer? Parte de mí quería llamarla en ese mismo instante y descubrir qué estaba pasando. Parte de mí ardía por saber dónde estábamos parados. Carajo, estaba empezando a enamorarme de ella. Ese no era el plan. Demonios, yo mismo le había dicho que no se apegara, y ahora era yo quien lo estaba haciendo. Quizá era mejor que ella no viniera hoy a la oficina. Me daría la oportunidad de aclarar mi mente, de volver a pensar con claridad. En el trabajo, subí en el elevador hasta el último piso, caminé a mi oficina y me senté en mi escritorio. Un momento después, sonaron unos golpes en mi puerta. Jackie entró, con mi taza de café y los reportes en la mano, como lo hacía todas las mañanas. Como si nada hubiera pasado. La miré mientras cruzaba la oficina y ponía mi café frente a mí. No parecía haber dormido bien. Su cabello estaba desordenado, recogido en una coleta con mechones sueltos alrededor del rostro, y a pesar del maquillaje, tenía ligeras ojeras. Su expresión era reservada. Me sentí como una mierda. Yo le había hecho eso. Jackie se sentó y abrió el archivo del reporte. —¿Podemos hablar? —pregunté. Jackie me miró y volvió a cerrar el archivo. Sabía a lo que me refería—no quería hablar de trabajo. —Me sorprendió que ya no estuvieras cuando desperté —dije. Ella dudó, mordiéndose el labio. —Supongo que pensé que así lo preferías. —Pero no —respondí—. No lo quiero de esa manera. ¿Tú sí? Me estudió por un momento. —No. Para ser honesta, quería quedarme en tus brazos. Exhalé. Así que ella también sentía esta conexión entre nosotros. —No puedo seguir fingiendo que esto no está pasando —dije. —¿Qué? —Tú y yo. Y no hablo solo del contrato. Dime que tú también lo sientes. Jackie apretó los labios, pero asintió. —Sí, lo siento. Algo dentro de mí se aflojó. Me di cuenta de que me preocupaba que ella no sintiera lo mismo por mí, pero si lo de anoche significaba algo… —¿Qué vamos a hacer? —pregunté—. Esto no se suponía que pasara. —Rompimos mi regla —dijo con una pequeña sonrisa. Solté una risa. —Sí, bueno, nunca he sido bueno siguiendo reglas. Jackie sonrió, pero su gesto se desvaneció pronto. —No quiero luchar contra esto. No puedo. —Yo tampoco quiero —admití—. Pero es peligroso. Trabajamos juntos y eso puede causar todo tipo de problemas… —Ya es un poco tarde para eso —dijo Jackie, y tenía razón. No debí acostarme con ella la primera vez si quería evitar complicaciones en la oficina. ¿A quién engañaba? Incluso el contrato de fingir que era mi novia ya había causado complicaciones, solo que yo era demasiado terco y orgulloso para admitirlo. —Quizá deberíamos ver a dónde nos lleva esto —sugerí. —Seguirlo hasta que se apague —añadió Jackie. —Exacto —dije. Aunque yo esperaba que no se apagara, era una propuesta justa. —Está bien —respondió Jackie, aceptando. Sonreí, sintiéndome en la cima del mundo. Pero luego sonó una alarma dentro de mí. ¿Me estaba acercando demasiado a ella? Necesitaba poner un límite antes de que esto se saliera de control. —No estoy intentando salir contigo —dije rápido—. No es una relación, de ninguna manera. Es solo… —Sexo —terminó Jackie por mí—. Lo entiendo. Dejaremos de luchar contra la atracción física. Obtendremos lo que necesitamos el uno del otro, pero sin ataduras. —¿Y estás bien con eso? —Sí, me funciona —respondió Jackie. —Sin ataduras —repetí, aunque ya empezaba a sentir esas cuerdas metafóricas. Aun así, si podía canalizar esa energía en el sexo con ella, estaría bien. —Por supuesto —dijo Jackie—. Y lo mantendremos en secreto también. —Sí —dije. Lo último que quería era que todos supieran que, además de fingir ser novios, Jackie y yo también nos acostábamos. Agradecía su discreción. —Bien, perfecto —dije, aliviado de que lo hubiéramos aclarado—. Debería hacer las cosas más fáciles para ambos. —Eso creo —respondió Jackie. Asentí. —¿Quieres que revisemos los reportes? —preguntó Jackie, regresándonos al negocio. Asentí. No había nada más de qué hablar, y el trabajo era un mejor enfoque en ese momento. Mi cuerpo aún vibraba con las secuelas de nuestro sexo, y si por mí fuera, ya estaría encima de ella otra vez. No podía dejar de pensar en cómo me montó anoche, con sus pechos rebotando, su rostro contorsionado de puro placer mientras mi v***a entraba en ella. Me moví en mi silla y tiré un poco del cinturón para ajustar mis pantalones cuando sentí que me ponía duro otra vez. Compórtate. Ya había conseguido lo que necesitaba de ella. Solo que lo quería otra vez. Jackie era embriagadora, adictiva, y yo quería más. Abrió el archivo y empezó a leer los números. Me obligué a dejar de imaginarla desnuda y escuchar los datos que me leía, aunque era difícil concentrarme. Aun así, ahora que habíamos acordado acostarnos, podía tenerla más seguido. Ya no tenía que luchar contra mi atracción evidente hacia ella. Mantendremos nuestra relación falsa y nuestro sexo separado de la oficina. Sí, claro. Eso iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba, ya que trabajaba conmigo y todo lo que hacía me resultaba hipnótico. Su voz era calmante mientras leía el reporte, y yo me quedé mirando su boca. Quería besarla. Sus labios eran perfectos; podía evocar su sabor en mi mente. Quería otro beso. Había soñado con ella durante dos años, y de alguna manera, la realidad era mucho mejor que el sueño. Rara vez era así, pero con Jackie todo era distinto a lo normal. Era un maldito suertudo de tenerla aquí. Esto no iba a durar para siempre, lo sabía, pero no iba a pensar en eso ahora. Todo lo que haría sería concentrarme en el presente. En Jackie.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD