Todos se arreglan y bajan al área de la piscina bajo techo, llevan el billar y ponen música. Las muchachas del servicio crearon un ambiente cálido y pacifico en ese lugar, decorándolo con algo de velas y luces cálidas. Mía abrió su bar, y cada cual agarró su trago favorito, y ella coge la que a ella le gusta es la misma que le gusta a Dani, su incondicional Dalmonte.
—¡Mira lo qué hay aquí! —le dije a Manuel esperando que supiera que era, pero al ver que solo reaccionó con una simple sonrisa y fingida emoción, me di cuenta de que no sabía que era un Dalmonte, si, ¡fue decepcionante!
—Así que te decidiste por el rojo, ¡te ves hermosa!, como siempre —me acerqué a ella y me ofrecí a abrir el Dalmonte que tenía en sus hermosas manos, y si, se que la embarré, pero no puedo dejar de apreciar
