HABLA, SANDRA Sentada en el asiento del copiloto, voy meditando cada palabra que me ha dicho él, siento un dolor profundo, sé que ellos no se merecen mi perdón, como me lo acaba de decir, sin embargo, no quiero perderme en una venganza que me termine destruyendo. Miro la mansión de ellos, de la cual no sé ni como es por dentro, eso duele mucho, soy la hija no deseada. —Llegamos, ¿Estás lista, Sandra? —Si, aunque no voy a negar que tengo miedo, la piel se me eriza. —Cariño, soy tu prometido, no lo olvides, apoyaré cada cosa que hagas, no te dejes intimidar y cuando sientas que te están acosando, háblame en otro idioma fingiendo que no comprendes lo que dicen. —Si, lo tendré en cuenta. —Él me extiende su mano, la tomo con mucha confianza, es momento de hacerles creer que no soy la hija

