Freya:
Aun estaba metida en la choza de Atuq, me daba miedo salir por que no sabia que habia afuera de todo esto. Estaba asustada e inquieta, tampoco sabia si habian mas personas aqui aparte de mi.
Me sorprendía que a veces yo misma mantenía la calma, luego me asustaba y la calma volvía de nuevo. Todo lo que me rodeaba ahora era completamente nuevo para mi, por ejemplo esta choza, era hecha de madera y el techo era de paja, era espaciosa por que habia una cama, una mesa y sillas, al igual que una pared llena de armas.
Jamas en mi vida había visto algo como esto.
—¿No saldrás?
Atuq entró a la choza con algo en sus manos.
—No quiero.
—Como quieras, ten, comida —lo dejó sobre mis manos de forma brusca.
Atuq es brusco, bastante brusco para todo, al hablar, expresarse y darme las cosas. Supongo que asi son todos aquí.
—Dime que no son gusanos —ni me atreví a mirar.
—Dijiste que no —lo mire—, es pez yo lo pesque —sonrio con orgullo— come, estas muy flaca.
—Gracias.
—¿Por que dices gracias? —se sentó a mi lado— Los blancos no agradecen.
—Yo si se hacerlo, me lo enseñó mi padre.
—Dijiste padre ¿es blanco como tu?
—Si, es blanco... Pero tiene el cabello blanco.
—Que extraño es —hizo una mueca—, come el pescado es rico, lo envolví en hojas y tiene papas.
—¿Tu cocinaste el pescado?
—Si, es el deber de todo hombre macho que debe cuidar a su mujer —dijo decidido—, es la regla de la tribu.
Aun no salia de mi cabeza sus palabras, no entendía bien el por que decia eso, que yo había sido enviada por el Dios del mar, que era su compañera y muchas cosas más. Me parecía todo tan loco, el cree que su su mujer.
—Explicame eso de que soy tu mujer.
—Ah eso, pues la chamana y los Dioses me dieron una compañera, todos en la tribu la tienen... Yo —se tocó el pecho— iba a ser el compañero de otra pero los Dioses decidieron que no, me mostraron que serias tu y aqui estas.
Lo explica tan fácil como si no fuese delicado lo que está diciendo.
—No entiendo en eso de los Dioses.
—¿No crees en los Dioses?
—No, creo.
—¿En que crees? —me miro con curiosidad.
—En Dios, la virgen y los santos..
—Pero ¿los has visto?
—Si creo, están en la iglesia... Son imagenes hechas de yeso.
—¿De yeso? O sea de vidrio o eso.
—Así es.
—¿Y ustedes veneran imagen que no se mueve? —hizo una mueca— ¿qué clase de creencia tienen? No se puede venerar lo que no se mueve.
—No se como funciona eso, me lo enseñaron de niña.
—Pues muy mal —frunció su ceño—. No se debe idolatrar lo que no se puede mover, lo que no pueda ver o no pueda respirar, idolatrar imágenes es ir en contra de lo sagrado.
—¿Y que veneran ustedes?
—A los Dioses.
—¿No es lo mismo? ¿Pueden verlos?
—Si, se puede ver, en el mar, en las plantas, en el suelo, en el sol, en la lluvia...
La forma en que lo explicaba, me hacía replantearme en todo lo que creía o conocía, esto iba más allá de los libros y la imaginación. El me estaba explicando que había algo más que no conocía.
—Atuq te enseñara todo.
—Espera.
Lo detuve cuando estuvo por salir.
—¿Pasa algo? ¿Duele? —toco mi frente.
—No es eso... Es que no puedo quedarme aquí.
—¿Por que no? ¿No agradó Atuq?
—No es eso... Es que, quiero buscar a mi padre, saber si esta bien y poder irme.
—¿Irte? ¿Por que irte? —se acercó y se arrodillo ante mi— ¿Dejaras a Atuq?
—Yo tengo una vida lejos de aquí...
—No poder irte —negó—, quédate con Atuq ¿si?
Me miraba de una forma que no sabía como explicar, era como un niño en el cuerpo de un enorme hombre.
Al menos se que no quiere hacerme daño, si fuese asi, ya me hubiese matado o peor. Pero yo quiero encontrar a mi padre, quiero saber si esta bien, si el barco sobrevivió.
—Yo mande por padre tuyo —me explico—, aquí todos se conocen y podrán saber si padre vivió.
—¿De verdad?
—Atuq no miente, Atuq es de palabra.
—Gracias.
—No digas gracias, solo come —me coloco la comida en las piernas y se puso de pie—, debes comer.
Salió de la choza, yo mire el pescado que estaba sobre algún plato hecho de madera que por cierto estaba tallado a mano, el pescado estaba cocido y habían papas con la concha.
Con un poco de recelo me lo comi, habian pasado horas desde que estoy aquí y no había probado bocado. Atuq entro con algo en sus manos.
—Agua.
La tome y la bebí de golpe. Estaba sedienta y hambrienta.
—Comes como Oso listo para invernar —sonrió—, eso es bueno.
—El pescado está rico.
—Es por que Atuq lo preparó.
—¿Por que te llamas a ti mismo por tu nombre?
—Por que asi me llamo, Atuq, significa astuto como el Zorro.
—Creo que le hace justicia —rei.
—¿Que significa?
—Que es un nombre bien elegido para ti.
—Tu sabes entenderlo bien —volvió a acercarse e imitar la acción de hace un rato—, eres una perla hermosa. Tus ojos son como el cielo. Me gusta.
Parpadee unas cuantas veces al escucharlo decirme eso. Jamas nadie me había dicho algo sobre mi de esa manera, que forma tan directa de decirme que soy bonita.
Fue un poco incomodo que me mirara mientras comía, aun asi termine y le agradecí por el pescado, el salio y regreso con una fruta en la mano.
—Es coco —me dijo—, lo baje para ti.
—No puedo comerlo.
—¿Por que? ¿No gusta el coco? —el empezó a comerlo— ¿ves? No hace nada.
—Eso me hace daño, soy alérgica.
—¿Que es ser alergica?
—Es cuando comes algo y te hace daño en todo el cuerpo, no se puede respirar, hasta podría morir si como eso.
Empezó a escupir el coco de su boca, cosa que me pareció un tanto asquerosa y graciosa a la vez, luego se limpió la lengua.
—Entonces coco puede matarte.
—Si.
—Atuq no comerá coco entonces —negaba—, si mujer no come coco yo tampoco.
Me reí al escucharlo decir eso. Es como un cachorro pequeño, pero su cuerpo parece el de un Leon enorme.
—Oye ¿Cómo es que puedes entenderme?
—Por que yo hablo la lengua que tu.
—Lo se pero... ¿Cómo lo aprendiste?
—Ah, el señor Frederick nos enseño hace mucho tiempo, yo lo había olvidado hasta que llegaste, casi todos hablan la misma lengua.
—O sea que había otra persona como yo aquí.
—Si, pero el murio... ¿Te quedarás aquí?
Quería que me dijera mas sobre ese tal Frederick, pero veo que no es un tema de hablar.
—No quiero salir, me da miedo.
—No tengas miedo, Atuq te protege... Nadie te tocara, si lo hacen, le corto la mano.
—No puedes hacer eso —fruncí el ceño.
—Si puedo, las mujeres de otros Incas no se tocan o miran, si miran se saca un ojo, si toca se corta una mano, si habla en tono grosero, se corta la lengua y si golpea, se cuelga de cabeza para que las hormigas se coman su cara.
El lo decía con tanta tranquilidad mientras que yo me imaginaba aquel escenario de una persona siento mutilada de esa manera.
—Te asustaste.
—Un poco —admití—, tu dijiste Inca ¿que significa?
—Inca, significa soberano, rey, emperador o jefe. Los Incas somos Hijos del Sol, lideres y jefes de nuestras tribus, yo soy Inca de la Tribu del Sol.
—Entonces así se llama.
—Si, nuestra tribu es la más grande de todas.
—H-Hay mas.
—Muchas mas, pero la nuestra es la que manda las demás... Tu seras mi mujer pronto, la mujer del Inca.
—Por Dios —susurre aterrada—, eso de ser tu mujer me aterra y mucho.
—No entiendo ¿por que te aterra? —volvió a arrodillarse ante mi— Atuq no es malo, soy algo bruto pero no malo, yo te cuido como a Lomo.
—¿Quien es Lomo?
—Mi fiel amigo... —Soltó un fuerte silbido, luego entro un enorme lobo gris a la choza. Atuq lo acaricio como si fuese un perro, yo me subí a la cama y me aleje de el—, Calma, Lomo no come mujeres, solo peces y ciervos.
—A-Alejalo de mi por favor...
—Afuera.
El enorme lobo lo obedeció, ahora menos salgo de aquí.
—No temas ¿si?
—Lo siento pero esos animales no son mascotas de donde vengo...
—Los blancos son muy extraños —se sentó—, déjame ver.
Solté un grito cuando me tomo el tobillo y me llevo hacia el, empezó a mirar mi pie con mucha curiosidad. Luego de eso, midió su mano con mi pie, jamas en mi vida había visto una mano tan grande.
—Tu pie es pequeño —seguia mirandolo—, haré algo para que no duela al caminar.
—Gracias Atuq.
Dejo de mirar mi pie para mirarme a mi. Me sonrio de forma encantadora.
(...)
Al dia siguiente.
Me había animado a salir de la choza a penas amaneció, dormir fue lo mas incomodo de mi vida por que el durmió a mi lado, aunque aprecio que no me haya tocado o se haya pasado de listo.
Siempre escuche a las personas en las reuniones decir que los indígenas eran personas sin modales, que no sabían que era el mundo y que se comportaban como animales, ahora se que es solo lo que ellos decían, por que al menos Atuq, se comporta como una persona civilizada, al menos eso trata.
A penas desperté me enseño un conejo que el mismo cazo para comerlo y me trajo frutas junto con agua.
Puede que sea un poco tosco y brusco, pero es atento y para muestra un botón, me hizo un calzado hecho de cuero, cosa que agradeci por que no tenia como caminar por todo este territorio.
Las personas me miraban con mucho recelo, no es para menos ya los habían invadido antes y ver a una persona de mi color, para ellos es una amenaza. Aun así, no me agredieron ni mucho menos, que era lo que esperaba, pero prefiero ser ignorada mil veces.
Atuq estaba lejos de mi, desde aqui podia ver lo alto que era comparado con los demás hombres de su tribu, era más alto que cualquier otro hombre que conozco. Su color de piel era mas claro que los esclavos, tenia cicatrices y algunas marcas distintivas que no lograba entender.
Su ropa era solo un pantalón de tela beige que cubría solo su parte baja, mientras que arriba no llevaba nada mas que unas cuerdas que sostenían su hacha, justo ahora tenia su cabello recogido en una trenza y me sorprendí del largo de este, es casi tan largo como el mio.
Dentro de la tribu hay más personas de lo que imaginaba, niños, ancianos, mujeres embarazadas y hombres jóvenes. Todos se tratan con respeto y se cuidan, cosa que me gusta.
Atuq se acerco a mi, me coloco una especie de corona hecha con plumas.
—Mejor —sonrio—, vamos, te enseñare tribu.
Tomo mi mano y me llevo hacia los campos, me sorprendí al ver la cantidad de cosechas que tenían ellos, habian arboles frutales por todos lados, una hilera de maíz y trigo estaba del otro lado.
Todos y cada uno de ellos trabajaban en la tierra.
—¿Como aprendieron a sembrar?
—El Dios del sol y el de la naturaleza enseño a ancestros y compartieron regalo de la siembra —lo mire—, esos son nuestros alimentos junto con los animales que cazamos.
—Es impresionante.
—Lo es, el señor Frederick nos enseñó otras cosas antes, como hacer pan de trigo y maíz... Y hacer otras cosas. Fue el único blanco que permitimos quedarse en nuestra tribu. La tribu del Sol es lo mas sagrado que tenemos.
—¿Y los demás? Los blancos.
—Los blancos llegaron con sus barcos —nos miramos de nuevo—, querían llevarse nuestras riquezas, nuestras mujeres para hacerlas esclavas. Todos ellos asesinaron a personas buenas, peleamos para que se fueran y jamás han regresado.
—Por eso es que me miran de ese modo —el asintió—, yo no soy como ellos.
—Te creo, ademas, si fueras asi, te colgariamos.
—Dios, pero que directo —murmuré.
—Frederick dijo una vez que ser directo era ser honesto —le asentí—, Atuq no miente, eso va contra mis ancestros, por eso soy asi, directo. Quiero que seas mi compañera, que duermas siempre conmigo y que engendres a mis hijos.
Parpadee unas cuantas veces al escucharlo. Esa si que no me la esperaba.
Lo siguiente fue que me alzo en sus brazos sin esperarlo, me acomodo en su hombro y me llevo hacia una especie de rio, en el había una enorme cascada preciosa. Atuq se metio al rio conmigo en sus brazos.
—¿Que haces?
—Bañar a mi mujer —empezó a echarme agua—, hueles mal.
—Oye..
—Lo lamento —rió—, pero hueles mal... Tu calmada, Atuq sera gentil con mi mujer, eres como una perla que hay que cuidar y debes oler al río.
—E-Esto es extraño... —murmure.
—¿Porque? ¿Ya han tocado perla? —pregunto en un tono duro.
Creo que me esta preguntando si algún hombre me ha tocado.
—No, nadie me ha tocado, por eso estoy nerviosa.
—Atuq no toca de forma mala —dijo en un tono dulce pero aun no cambiaba su semblante—. Yo seré delicado con mi perla.
—Dime Freya.
—No —negó—, mi perla suena mas poderoso. Por que eso eres, mia.
Su enorme mano se poso en mi mejilla y bajo hasta mi cuello, por ultimo se poso en la prenda que tenia puesta, mi cuerpo se erizo con solo eso, esta era la primera vez que un hombre me miraba desnuda.
Su mirada no era intensa, más bien era calmada, supongo que estaba tratando de mantenerme así, calmada.
La prenda salió de mi torso, el tomo agua entre sus manos y la echaba por mi cuerpo y cabello.
Dios, esto es tan extraño para mi, pero por alguna tonta razón, me gusta.