Samara Hervet.
Su voz profunda, la lenta respiración contra mi oído aún me produce un cosquilleo en mi barriga.
Ese exquisito acento italiano solo me hace querer suspirar. Mantengo la mirada en mi plato teniendo a ambos lados a los hermanos Valgort y a mi hermano frente a mí, los tres sumergidos en una amena conversación.
Terminó de comer y me levanto para luego acercarme al lavado y fregar los platos sucios, al terminar camino hacia mi habitación sintiendo como mi cuello arde, que me están mirando.
Y eso solo hace que mi corazón lata como loco ¿Que es esta sensación tan embriagante? Es como si ellos poseyeran mi cuerpo, mi cuerpo no deja de latir y mi mente no deja de maquinar muchos escenarios diferentes.
Necesito controlarme, ya no soy una adolescente para estar así, además está mal imaginarme a los dos.
El eco y el susurro de su voz ronca de las palabras que susurro solo para mí aún produce un hormigueo en mi oído.
No sé que significaron ¿Pero deben ser algo bueno? ¿Verdad?
Al otro lado de la puerta de mi habitación se escuchan unos rasguños, la abro dejando entrar a Max, la risa de mi hermanos y de ellos solo hace que mi mente se confunda a un más.
Solo respira Samara.
Un extraño miedo me invade, un miedo que conozco muy bien. Amor, miedo al amor.
¿Qué me pasa?
Alejo esos pensamientos, no tengo que pensar en eso, ahora debo concentrarme en mis pinturas y estudios, solo en eso.
Me acerco al baño, cierro mis ojos cuando el agua invade mi cuerpo de pies a cabeza, me echo shampoo y jabón, dejó que el agua se los lleve para luego colocarme acondicionador.
Ya lista me envuelvo en una toalla cerrando la puerta de mi habitación.
Seco mi cuerpo untando crema, me echo colina, me siento en la cama buscando unas bragas y un sostén, al tenerlos rápidamente me los pongo buscando que ponerme, tomó mi desodorante para luego tirar la ropa en la cama.
Tomó unos pantalones anchos negros, una camisa amarilla para luego meterla por dentro una chaqueta negra, me vuelvo a sentar en la cama para colocarme las botas negras.
Ya lista tomó mi bolso metiendo mi móvil en el bolsillo trasero de mi pantalón, peino mi cabello untandolo de crema de peinar.
Camino hacia la puerta tomando un respiración profunda, tomó el pomo y la abro lentamente.
Camino lentamente hasta la sala captando su atención.
Aprieto mis manos detrás de mí cuerpo.
Estoy nerviosa.
—Tengo que ir a la universidad.—Intento hablar lo más relajada posible—Volveré un poco tarde.—Camino hacia el lado de la ventana donde en el suelo hay un lienzo, lo tomó caminando hacia la cocina para colocarle su respectivo plástico—No tardare.—Miro a mi hermano que mantiene una mueca en su rostro—Un gusto verlos, si me disculpan.—Max llega a mi lado, le coloco la correa y ambos salimos del departamento.
Nos colocamos frente al ascensor y lo llamamos, al adentrarnos marco la contraseña y este se mueve, nadie puede subir a mi piso sin marcar la contraseña y para bajar de este piso es lo mismo.
Recuesto mi cuerpo tomando una respiración.
Mierda, estoy muy nerviosa.
Al bajar saludo al portero, nos detemos esperando que llegue el Uber, cuando se detiene, monto a Max y con cuidado me subo.
Mis manos empiezan a temblar al sentir que estoy siendo vigilada.
Miró hacia ambos lados cuando él chófer arranca, pero nada, no veo a nadie, sin embargo la sensación de estar siendo vigilada no desaparece.
Hago una mueca al sentir mi corazón latir de prisa al tal punto de dolerme, mi cabeza empieza un poco a doler.
Cierro mis ojos para intentar controlar mi respiración y las ganas de llorar.
Poco a poco está vuelve a hacer la misma, mantengo mi vista cerrada acariciando a Max que se acerca a mí.
—Tienes que saber defenderte, Samara, no puedes dejarte vencer—Una voz resuena en mi mente, ¿Quien es?
—Sam, corre ahora—Alguien toma mi rostro, parpadeó varias veces, pero si rostro está borroso —Corre y no mires atrás—lo miró pero en su rostro solo veo una mancha que brilla—¡SAM, CORRE!—
—Señorita ya llegamos .—Abro mis ojos un poco aturdida mirando hacia afuera, asiento hacia el chófer y me bajo sosteniendo el lienzo y en la otra mano la correa Max.
Caminamos hasta adentrarnos en las instalaciones, con la mirada baja camino hacia el baño, colocó el lienzo con cuidado y me acerco al lavado, observo mi reflejo en el espejo y suspiró, estoy pálida.
Lavo mi rostro pasando un poco de agua por mi cuello, coloco mi bolso en el lavado sacando un pañuelo, me seco el rostro para luego sacar mi maquillaje.
Al estar lista asiento, tomó el lienzo, miró a Max que empieza a caminar al lado mío.
Camino hacia el aula observando cómo algunos estudiantes están dejando sus pinturas.
—Buenos días profesor, Reman—
—Buenos días Samara.—Me da un pequeña sonrisa, para luego bajar la mirada hacia su cuaderno —Puedes dejarla aquí—
Apunta hacia su lado izquierdo dónde ya hay muchas más, la dejó allí y él rápidamente coloca un pequeño papel con mi nombre.
—Gracias profesor, hasta luego—
—Ah sí, hasta luego Samara .—Se voltea rápidamente cuando más estudiantes se acercan a él.
Me río observando su rostro lleno de cansancio al ser rodeado por cuatro estudiantes, se pasa la mano por su cabello ligeramente lleno de canas y suspira.
Tomó la correa de Max y ambos salimos caminando hacia él parque que está a unas cuadras, me siento en el césped soltando la correa de Max permitiéndole correr.
Recuesto mi espalda en un árbol para luego sacar mi libreta y un lápiz.
Escucho a mi perro ladrar y levantó la vista observando como se deja acariciar por una chica.
Niego con una sonrisa.
Max vuelve a ladrar saliendo corriendo hacia mí, se tira a mi lado y yo solo lo acaricio.
—Hola .—Levantó la vista de mi libreta para colocarla en la chica con la que estaba Max.
—Hola .—Intento ser lo más amigable posible.
—Disculpa que te interrumpa, pero creo que esto es tuyo .—Me extiende el collar de Max y suspiro.
Tengo que comprarle otro.
—Gracias .—Le sonrió y por un momento se me va el aliento, sus ojos—Tus ojos —
No puedo evitar decirlo.
Uno gris y el otro verde, son iguales a los de los hermanos Valgort, la única diferencia en el orden, ellos tienen el gris en el izquierdo y el verde en el derecho y ella es todo lo contrario.
—Oh .—Sus mejillas se tiñen, al darme cuenta que me le quedé viendo apartó la vista apenado sintiendo mi rostro arder.
—Disculpa es que tus ojos son hermosos.—Evitó decir que me recuerdan a alguien.
—Gracias .—Se sienta a mi lado acomodándose el vestido—Es algo genético¿Creo? —Me regala una sonrisa—Soy Nikaela —
—Samara . —Estiro mi mano y ella la toma.
—Me hace feliz conocer a alguien, vine persiguiendo a mis hermanos y termine perdida Eres amigable¿Cierto? No ere una loca, tienes un perro y los que tienen perro son buenos .—Me río.
La forma de hablar lo hace más gracioso, no está acostumbrada a hablar español.
—Tranquila soy buena—
—Menos mal .—Me regala otra sonrisa mientras que la brisa sopla alborotando nuestros cabellos.
Su cabello n***o baila un poco.
—¿Y tú eres buena? Sentarte con una desconocida es algo raro .—Cierro mi libreta con una sonrisa.
—Buena .—Levanta sus manos —Vino detrás de mí hermanos, pero no sé dónde están, ví este parque y dije que descansaría un poco .—Parpadeo un poco, habla muy rápido y casi no le entiendo, al pegar algunas palabras.
—¿No estás acostumbrada a hablar español?—
—No, lo aprendí porque cuando era niña venía de vacaciones, sin embargo tengo años que no hablar español.—Se acomoda estirando sus manos hacia atrás —Hablar español, difícil.—
—Comprendo .—Ambas nos mantenemos en silencio, ella con sus ojos cerrados y yo concentrada en mi libreta.
—Tengo hambre ¿Saber dónde hay un restaurante? —Se levanta limpiándose las manos—Ademas tengo practicar español más—Habla lentamente.
—Si quieres te puedo ayudar —
—¿En serio? —
—Si, no tengo nada más que hacer .—Me encojo de hombros—De hecho por aquí cerca hay una restaurante, su comida es deliciosa ¿Te gustaría ir conmigo? —
—¿No molesto? —
—Tranquila.—Bajo la vista hacia mi móvil para luego escribirle a Enzo —Solo tengo que avisarle a mi hermano y listo—
Ella baja la vista a su móvil y rápidamente contesta la llamada, me agacho hasta colocarle nuevamente el collar y la correa a Max asegurándome de está vez no se suelte.
—De acuerdo, mis hermanos me recoger luego—
Empezamos a caminar y poco a poco le voy enseñando un poco más.
La tue voce è l'eco che sento miei sogni, il tuo sorriso è la realtà della mia gioia ( Tu voz es el eco que escucho en mi sueños, tu sonrisa es la realidad de mi alegría).