Capítulo 24. Mariela. Enrre nuevamente cambió Había pasado una semana, desde que pasó el insistente con el señor Adolfo y el encuentro con Enrre en el estacionamiento del hospital. Mi casa, ya no reinaba en el silencio como de costumbre, al contrario, como con la cantidad de huéspedes, que hay ahora, siempre hay conversaciones, ya sean todos reunidos o pequeños grupos divididos entre nosotros, los más jóvenes. La tensión entre, Enrre y yo baja forzadamente, ya que delante de todos debemos aparentar como si nada hubiera pasado entre nosotros. Todavía me dolían sus palabras. “NO ES MI OBLIGACIÓN” y, en mi cabeza, sigue flotando un recordatorio constante: “NO SOMOS NADA”. Ambas son hirientes y cortantes. Nadie tiene que saberlo, lo que pasó, no es que no quisiera que el mundo sepa que

