Capítulo Once

1013 Words
Estábamos a tan solo unos centímetros de juntar nuestros labios cuando oímos una voz. Dylan se separó de golpe, carraspeó y se alejó. Yo me pasé una mano por el cabello, tratando de disimular el calor que sentía en las mejillas. Claramente, no era por la quemadura. —Mami, ¿ya te sientes mejor? —pregunta Alex acercándose. —Sí, mi amor... eh... ya estoy mejor —digo algo nerviosa. Espero que no se haya dado cuenta de nada. Miro de reojo a Dylan, también está algo nervioso y se toca la frente. Estuvimos a punto de convertir esta situación en algo incómodo y agradezco a Alex por interrumpirnos. Hace mucho tiempo que no me dejaba llevar así y tampoco volvería a pasar, no quiero volver a pasar una decepción y mucho menos involucrar a mi pequeño en el camino. —¿Pero qué pasó mami? ¿Por qué están tan rojos los dos? —preguntó con una inocencia desconcertante. —¡Porque hace mucho calor! —contestó Dylan rápidamente. —¡Sí! ¡Hace calor! —repetí, y ambos soltamos una risa nerviosa. —¡Es verdad! —dice dándonos la razón con una sonrisa—. Entonces, ¿ya no te duele mucho la quemadura mami? —Ya me siento mejor, cariño, no te preocupes —digo con una sonrisa para tranquilizarlo—. ¡Vamos a comer! —digo para aligerar el ambiente. Me pongo de pie para servir el almuerzo, pero Dylan me retiene sujetándome de la muñeca. —Yo serviré el almuerzo, si no te molesta. Podrías volver a lastimarte —me mira fijamente. Es cierto, aunque la quemadura no era grave, podría volver a lastimarme. Así que sin decir más, solo asiento. —Gracias—respondí agradecida por su ayuda. Miré la lasaña con cariño, se veía exquisito. Puse la mesa mientras Dylan ayudaba a servir. Alex hablaba sin parar sobre su serie y su auto nuevo. Una vez sentados a la mesa, nos dedicamos a disfrutar la comida y a conversar sobre cosas banales. Alex era el que más hablaba con Dylan; esos dos se llevaron bien desde el primer momento. Me hubiera encantado ser como Alex. De niña, me costaba mucho hacer amigos. En los recreos, solía estar sola. Fue realmente feo… hasta que apareció Lexi. Ella siempre fué muy extrovertida e intrépida, y poco a poco fue contagiándome su alegría y energía. Alex se parece un poco a Lexi. Por eso se llevan tan bien. La comida transcurrió entre risas, anécdotas tontas, en algún momento, noté cómo Dylan me observaba con una expresión suave, diferente. No hacía falta decir mucho; había algo en el aire que hablaba por sí solo. —Señor McDonald, ¿tienes hermanos con quien jugar? —Sí los tengo, pero ya no jugamos —responde algo nostálgico. —¿Por qué? —pregunta Alex, curioso. —Bueno, crecimos... y muchas cosas dejaron de gustarnos. —Los adultos son muy aburridos y raros —bufa—. Espero no crecer nunca. No quisiera ser aburrido. —Ojalá te quedes así de pequeño siempre —respondo con ternura. —Tampoco somos tan aburridos, ¿verdad Anabell? ⏤asiento con una sonrisa. —Solo un poquito, La tía Lexi es más divertida —responde Alex. —¡Oye! eso es cruel —digo fingiendo indignación. —¿La pelirroja de McDonald's? —Sí, ella es mi tía Lexi. Es muy divertida. —Debo admitir que no se parecen en nada —me lanza una mirada curiosa. —Oh no, no es mi hermana. Soy hija única. Ella es mi mejor amiga, creo que ya lo había dicho. Alex le dice tía porque la quiere mucho. Ella siempre ha estado ahí desde que él nació, así que es parte de la familia —comento con una sonrisa, tener a Lexi a mi lado sin duda ha sido un gran apoyo para mi. —Mami no tiene hermanos como yo, pero yo quisiera uno para poder jugar todos los días. Pero Mami no tiene dinero para comprarme un hermano —Dylan y yo tratamos de contener la risa. ¿De dónde había sacado eso de comprar hermanos? —¿De dónde sacaste eso, cariño? —Yo vi a unas niñas comprando bebés que vienen en cajas del supermercado —Dylan y yo apenas podemos contener la risa, pero preferiría que pensara eso antes de tener que explicarle de dónde venían los bebés y se convirtiera en una conversación incómoda. —Claro, yo también vi eso. Ahora ya sé de dónde vinieron mis hermanos —dice Dylan, y yo solo puedo pensar ¿qué demonios estás diciendo? —¡Qué bien! ¿Y cuántos hermanos compró tu mami? —pregunta sumamente curioso. ⏤Dos, una niña y un niño. —¡Qué genial! —dice extasiado—. Mami, iré al baño. —Ok, cariño, ve —respondo. Volteo hacia Dylan una vez que Alex se aleja—. ¿Qué estás haciendo? —le digo riendo. —Nada. Solo evité que tuvieras una conversación incómoda sobre cómo se hacen los bebés —se encoge de hombros divertido. —Pues gracias. Ahora me pedirá que le compre un hermano del supermercado. —De nada. Y eso no es problema. Si quieres, podemos hacerle un hermanito… y gratis —dice acercándose coquetamente. ¡No lo podía creer! Me quedé con la boca abierta. ⏤¿Estás coqueteando conmigo?. —Tal vez sí, tal vez no —se encoge de hombros—. Es broma, no lo tomes en serio… aunque si tú quieres, no tengo ningún problema. —Pues gracias, pero no. —¿Estás segura? —pregunta muy cerca de mí, poniéndome nerviosa. —Sí, muy segura —murmuro, mirándolo fijamente a los ojos. —Bien —dice, tan cerca de mis labios que siento el calor, para luego alejarse sonriendo—. Muy deliciosa la comida. Me ha encantado. —Gracias —respondo, aún perturbada por lo que acaba de pasar. ¿Por Dios, qué me está pasando? Sentía que el corazón se me salía del pecho.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD