El primer día.

2398 Words
Estaba a pocos días para entrar en la escuela media, no podía con mi emoción, estaba a punto de conocer nueva gente, tal vez al amor de mi vida y una escuela enorme. - Pero ¿Por qué no puedo ir con mis amigas a la plaza? A ellas si las dejan ir solas. – Le dije a mi mamá. - Paulina, ya te dije que es mucho riesgo y no me interesa si a tus amigas las dejan ir solas. - Mamá acepta que ya crecí. - Si, Pau, pero eso no quita los riesgos, no vas a ir y punto, el fin de semana tu papá y yo te llevaremos a la plaza por las cosas que necesitas. - ¡Te odio! - A ver señorita, para que me odies más, estas castigada y ve avisándole a Michelle que no venga, no vas a salir y cuidadito con retar mi autoridad, ahora resulta que las hijas son las que alzan la voz, estas mal Paulina, ya crecerás y me entenderás. Mientras subía a mi habitación, enojada, solo alcance a escuchar como mamá hablaba con mi abuela, escuche como decían “ya esta en esa época rebelde”, pero no es que sea rebelde, es solo que mi madre me quiere acompañar a cada lugar a donde voy, no puedo salir ni a la esquina de mi casa sin que mi mamá este ahí, si quiero ir al cine tiene que llevarme y recogerme, parece que no quiere que crezca jamás, odio que me siga viendo como una niña. Escuche mi celular sonando, el cual por cierto también tenia activado un modo padres, mi mamá podía desbloquearlo en cualquier momento y me lo podía confiscar ¿Sera que esa señora no entiende lo que es la privacidad? - ¿Holas? – Dije. - Hola, Pau, soy yo Michelle ¿Entonces si vamos juntas a la plaza? – Dijo Michelle. Yo admiraba mucho a Michelle, su mamá siempre la dejaba salir, su celular no tenia seguro de padres y podía ponerse labial sin que le dieran un sermón sobre que no tenia la edad suficiente y se quería saltar etapas de la vida. - Es que no sabes, Michelle, mi madre una vez mas me castigo, creo que esa mujer me odia o no soy su hija, no me deja vivir. – estaba furiosa por no poder salir. - Pau, dile que no vamos tan lejos, que también va a ir Carolina, Lorena y Romina, no nos va a pasar nada a las cinco. - Me grito, no me va a dejar salir, ya sabes como es ella, si le dije que íbamos a ir las cinco, igual me dijo que no, que iríamos con mi padre el fin de semana. - Oye ¿Entonces te va a ir a dejar y a recoger todos los días en el colegio? - ¡No! Cállate, no lo soportaría, me quiero ir con ustedes en las mañanas y regresarnos juntas, nos iríamos juntas en el transporte público, si nos pasa algo estando juntas todas podemos gritar, así que estoy intentando convencer a mi madre de que me deje crecer. - Estoy hablando con Pau (Michelle le dijo a Caro quien acababa de llegar a su casa) dice que su mamá no la dejo venir con nosotras. - ¿Qué? No, ya habíamos quedado que íbamos a ir las cinco, pásamela… ¿Hola Pau? – Carolina tomo el teléfono. - Hola, Carito. - Pau, no nos digas eso, pásame a tu mama yo la convenzo de que te deje salir con nosotras. - No, es que se va a poner peor, yo la conozco y su tu la intentas convencer me va a decir que no tengo mandaderas para brincarme su autoridad, aparte como le decía a Michelle, si la hago enojar no me dejara irme con ustedes en el trasporte juntas y en verdad, en verdad, me quiero ir con ustedes. - ¡Ay! Pau, entonces nos vemos en hasta que estemos en la escuela, ya podremos salir después, ahorita se linda con tu mamá para que no se ponga intensa con eso de venirnos juntas ¿Vale? – Dijo Carolina. - jamás le volveré a hablar a mi mamá. - No digas eso Pau, solo te esta cuidando. – se escucho la voz de Romina. - Si, Pau, después de la escuela podremos salir todas juntas, tu tranquila. – ahora estaba lorena hablando. - ¿Ya están Las 4 juntas? ¿Estoy en alta voz? - Si, Romi y yo vamos llegando, ya casi nos vamos a la plaza ¿Quieres que te compremos algo? – Lorena era como la mamá del grupo. - Es que Lore, tu solo dices eso por que a ti tu mamá si te da permiso de salir. - Sabes que solo me deja ir a la plaza sola por que mi hermana trabaja en una tienda, pero también le dice que me vigile y que le avise cuando este camino a la casa, la última vez salí con mi hermana, fuimos por el vestido de su graduación y nos tardamos un poco mas de lo normal en llegar, no sabes como nos fue, cuando llegamos nos estaba esperando pegada a la ventana y nos dijo hasta de lo que nos íbamos a morir, esa día castigo a mi hermana y por poco no la deja ir a su graduación, así que descuida Pau, tampoco me dejan salir mucho que digamos. – dijo Lore. - Pau, no es que no queramos seguir con la conversación, pero tenemos que llegar a la plaza antes de que comience la lluvia, nos vemos cuando iniciemos clases, te queremos. – Dijo Romina. - Nos vemos después Paulita y recuerda comportarte bien. – Se despidió Michelle. - Besitos, compraremos dijes de la amistad y te llevamos uno a la escuela, me da miedo pasar a dejártelo a tu casa y provocar que tu mamá se enoje más. – Caro siempre era muy tierna. Colgaron el teléfono, faltaba poco para que mi mamá me hablara para la hora de la comida, pero esta vez estaba decidida, haría mi propia huelga de hambre hasta que me diera más libertad. Me recosté en mi cama, solo mirando el techo, me puse los audífonos, esta vez estaba más que decidida. - ¿Y si se enoja mas y luego no me deja ir con mis primos al concierto de the over? No, no y no, Paulina gobiérnate, recuerda se linda y amable y finge que no estás enojada… pero es que si sedo va a comenzar a usar estos chantajes y eso no esta bien, a ver Paulina, si no eres linda y bonita con ella no te dará el dinero para tu boleto ¿Eso quieres? – Me decía a mi mientras daba vueltas en mi cama. Mi madre no respetaba mi privacidad, se metía a mi cuarto sin tocar y esperaba a que yo jamás me enojara, tengo mas de un recuerdo de mi mama diciendo “Antes podía entrar a tu cuarto y no te enojabas” como explicarle a mi madre que no me enojaba por que antes era una niña, pero que ahora necesito mi espacio. - ¿Vas a seguir con tus berrinches? – Dijo mi mamá. - No es un berrinche, en verdad quería salir con mis amigas y tu jamás me dejas ir, es justo que este enojada. - Paulina, tienes doce años, compórtate como una niña de doce años y ve midiendo los berrinches que haces, así que baja a comer, que ya llevo 10 minutos gritándote y nada que respondes, no me hagas perder la paciencia porque no me quieres conocer enojada … ah y pones cara bonita por que tu abuela esta abajo y no quiero que le hagas una de tus groserías. – Mi mamá salió azotando la puerta. De ella saque el mal carácter o al menos es eso lo que decía mi abuela, que nos parecíamos tanto como dos gotas de agua, siempre discutiendo, siempre queriendo llevar la contra y que en mi estaba pagando todos los corajes que le había hecho pasar a ella, pero yo no lo creía, no nos parecíamos en nada, éramos mas como el agua y el aceite, jamás podíamos concordar en nada, nada de lo que a mi me gustaba a ella le gustaba, ni la música ni los programas de televisión. Mi madre y mi abuela eran las que se parecían, tenían ambas un carácter bastante complicado y los mismos modos de hablar. Mi padre también decía que era idéntica a mi madre, que incluso físicamente era bonita como ella, pero en estos momentos me juraba a mí que jamás seria como ella, cuando yo fuera mamá entendería mejor a mis hijos, los escucharía y les daría las libertades que yo no tuve. En definitiva, esperaba ser una mamá no tan regañona, es que parecía que ellas no me comprendían como si jamás hubieran sido jóvenes y hubieran nacido ya con la idea de cómo ser una mamá. - Mentira, no tenia el volumen tan alto como para no escucharla en 10 minutos, esa mujer solo exagera. - En ese momento todo me enojaba. - ¡Paulina! - Grito mi mamá desde el comedor . Tuve que bajar antes de que me hablara por tercera vez, no he llegado a la tercera vez y no se que tan riesgoso es llegar en estos momentos. Al bajar me encontré con mi mamá sentada junto a mi abuela, ambas comían y charlaban tranquilamente como si nada hubiera pasado, como si hace unos instantes no hubiéramos discutido. - Hola, te iba a saludar, pero saliste corriendo hasta tu habitación. - Dijo mi abuela. - Hola. - Respondí tajantemente. - Veo dos caras largas el día de hoy, pones exactamente la misma cara que ponía tu madre, esos mismos ojos. - No, no nos parecemos, ella solo sabe gritar. - Paulina ya tranquilizate, no vas a ganar nada si sigues enojada. - Dijo mi mamá. Yo me apresure a comer en silencio, no hizo falta mucho esfuerzo ya que ellas tampoco tenían mucho de que hablarme y no podría decir que se trataba de ignorar o de que el ambiente se sintiera pesado o incómodo, solo pasaba que ellas hablan de sus asuntos, de problemas que mi mamá a tenido con mi papá, de los problemas de salud de mi abuela, de lo bien que le iba a Valentín (Mi hermano) en la escuela y de lo feliz que mi mamá estaba de que mi abuelo junto con mi hermano fueran a natación. Justo por eso era muy normal ver s mis abuelos en mi casa, mi abuela se quedaba en mi casa mientras volvía mi abuelo con mi hermano, luego cenabamos y algunas veces concordaba con la hora de llegada de mi papá. Como seguía enojada con las injusticias de mi madre, opte por no comerme mi postre, creía que con eso mi mamá se sentiría mal, pensaría que me moriría de hambre y se retractaria, de manera que me levante casi de manera imperceptible y me iba a retirar hasta que: -Paulina no me hagas reír, la única afectada aquí eres tu, tú te pierdes un delicioso. - Ya corazón, vamos a comer pastel juntas, tú mamá me conto hace un rato lo que paso y debes entender que estamos en un país con muchos riesgos ¿Has visto en las noticias todo lo que pasa? no vivas tan apresurada, veras que en unos años, cuando lo entiendas, vas a agradecer estos cuidados y tú querrás cuidar lo doble a tus hijos, no odies a tu mamá por querer cuidarte. - Dijo mi abuela intentando calmarnos. Recorde lo que mi madre me dijo de no hacerle caras a mi abuela, tenía que evitar ser grosera o perdería la oportunidad de ir al concierto y eso si que no me lo perdonarían mus amigas, yo no me lo permitiría a mi. - Abuelita, no la apoyes, jamás aprendere a cuidarme si no me dan la oportunidad. - Las oportunidades se dan poco a poco, pero cambiando de tema, te he traído un regaló por tus buenas calificaciones, no sabía que regalarte, una muñeca no por que ya no eres una niña, pero maquillaje tampoco, así que... ¿Conoces la tradición del sobre rojo en china? - ¿Me vas a dar una reliquia china? - No, esta tradición pone dinero en un sobre rojo y es un regalo. - mi abuela saco un sobre rojo de su bolsa. No creí que fuera tan superficial hasta que me percate de como me cambio la actitud cuando abrí el sobre y vi algunos billetes, me puse feliz, ya sabía en que gastaría ese dinero, en el concierto de the over tendría suficiente dinero para comprarme algo de souvenir. - Así si estas de buenas, los problemas de la juventud a veces son tan simples. - Menciono mi madre. Creo que esto es lo que más me molesta, en ocasiones sentía que minimizaba mis problemas, sentía que para ella mis problemas eran un juego, pero para mi estos problemas eran reales. Creo que debería ser más empática con mis sentimientos, si me escucha, pero no me entiende. Termine por comerme el postre, el helado de coco es mi favorito y me fue inevitable comer, creo que soy más débil de lo que pense, pero eso si, no me uni a la conversación, termine mi postre y me subí a mi habitación a ver películas, esperaría toda la tarde a que Camila o Romina me marcaran por teléfono y a quejarme con mi papá, el suele entenderme más... bueno, no se si llamarlo entender o no prestarme la suficiente atención, debe ser eso, me escucha pero no comprende y termina por decirme sí a todo. Igual me quedaría en mi habitación hasta que mi papá llegara, intentaría razonar con él lo de irme sola a la escuela y ya estaba hecha a la idea de que si ellos me llevaban a la plaza tendría un límite más amplio para cosas nuevas y sentirme un poco más lucida en la nueva escuela. ¿Quien no quiere lucirse un poco? Quiero jn cambio radical en mi vida, no sentirme como la princesa de cuatro años a la que estoy acostumbrada.
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