Capítulo 1

3968 Words
Actualidad Azul  —¿En serio te vas hija? Vas a dejar a tu mami que tanto ha hecho por ti. —comenta mi madre con un puchero, puesto que no quiere que me vaya ya que afirma que soy su consentida. Lógico porque soy su única nena, tiene tres hijos, bueno ya debo acostumbrarme a pensar solo en dos. —Mami, no quiero que empecemos otra vez. Hace una hora viniste con el mismo propósito, ya tenía las maletas hechas y cuando regreso la habías desecho. —le expreso con toda la paciencia existente que pueda haber en mí, porque no me gusta hacer maletas y estoy sacada de onda por lo que hizo mi querida madre. —Es que no quiero que te vayas, Princesa. — comienza a llorar, y sus lágrimas a empaparles sus mejillas. La abrazo, y no puedo evitar acompañarla en su dolor, nuestro dolor. Muy pronto se acerca mi cumpleaños, y solo quiero alejarme de todos los lugares que me acuerdan a él, los cuales no me permiten sanar. A cada hora vivo pensando en él, y no les niego que tengo el deseo de verlo a parecer por la puerta de mi habitación y rogarme que le haga su postre favorito, escucharlo llamarme Princesa. —Yo no estoy bien mami. Esta casa, mi habitación, todos los rincones y lugares a los que iba con él me hacen mal, solo pienso que si no lo hubiese echado del hospital no hubiese tomado ese avión y no hubiese muer... —Shhh princesa, sé que es duro. Sé cuánto lo amabas y la conexión tan fuerte que sentían ambos. El no quisiera que te sintieras así amor. Se que me he comportado como una egoísta, es que no quiero perderte a ti también. Ya perdí a mi niño Mike y no quiero perderte a ti, cuando te veo es como verlo a él. —No eres egoísta mami, entiendo tu dolor. Pero debes entenderme, era tu hijo y él era mi mellizo. Nuestra relación era tan grande que siempre pensaban que éramos pareja, nos celábamos y cuidábamos. Si uno se enfermaba el otro estaba ahí, no podían separarnos. Ahora todo lo que siento es que no puedo estar más aquí, tengo que distraer mi mente. Si estoy aquí es con un propósito y quiero obtenerlo. —Pero puedes hacerlo aquí en Espa... — la interrumpo, no permitiendo que la duda entre en mi mente. —Mami, me voy a otro país a levantar mi tienda de vestido de novia. Es el sueño que tenía, planee hacerlo con mi mitad, mi Mike, pero el destino no lo quiso así.  —me encojo de hombros. —Ya está decidido, no hay nada que tú, mis papis o los abuelos puedan decir para hacerme cambiar de idea. Zanjo la conversación, mi madre sabe que cuando decido algo lo hago porque lo hago. Termino de armar mi maleta, por segunda vez, mi madre me abraza y me besa, se va dejándome a solas. Sola, como me siento desde que la mitad de mi corazón murió. Tenía esperanza de que estuviese vivo, a pesar de que todo proclama lo contrario. Pero mi fe era contraria a lo que veía. *** Ya por fin es Julio, me encanta este mes. Ya hace una semana que llegue a Atlanta, hace unos días estaba en un hotel porque no había encontrado un apartamento a mi gusto, hasta ayer. Por lo que hoy me estoy mudando y en unos días me llegan más pertenencias. Respecto al local para mi tienda, encontré ese lugar que me robo el aliento desde que lo vi. Termino de colocar el ultimo retrato de los que traje conmigo. Aunque contraté una agencia para que me ayudara a decorar a mi gusto el apartamento, para sentirme en casa, aproveché y compré este lugar para no tener que estar renovando contrato. —Señorita De la Barrera ya terminamos. —Sí, muchas gracias, pueden retirarse. — le doy unas propinas y se van dejándome sola. — Muy pronto me acostumbraré a este lugar. — me intento convencer. Me siento, miro a todos los lados. En una mesita coloque los retratos de mi familia, la cual amo.  Como siempre cuando observo el retrato de mi hermano termino llorando. Mi madre nos tuvo a los dieciocho años, ella quedo embarazada de mi papi Javier. Sufrió mucho por todo lo que la prensa y personas le decían, iba a tener dos hijos de un hombre casado, para muchos ella se metió en el matrimonio de mi padre. Cuando crecimos fuimos tachados muchas veces como bastardos, pero mi madrastra nos enseñó a no escuchar palabras de gente necia e ignorante, ella es todo un personaje y la quiero como si fuese mi mamá. Tomo una foto donde estamos mi hermano y yo en una competencia de baile, recuerdo como si fuese hoy, desde los tres años empezamos a bailar, el baile corre por nuestra vena al ser hijos de dos bailarines. Ganamos como la mejor pareja con tan solo cuatro años. Sigo viendo y una foto con mis hermanos llama la atención, nuestro cumpleaños. Es curioso, Mikell, Mar y yo cumplimos el mismo día, quince de octubre. Mikell nació primero, mi madre le nombro de esta forma y mi padre quiso que su segundo nombre fuera Javier. Mi hermana y yo tenemos el mismo segundo nombre, Celeste por nuestra abuela, nuestro padre dijo que quería ponerle así a su primera hija, creían que yo sería la primera porque los doctores dijeron en la Ecografía de mi madrastra que ella esperaba un niño, pero sorpresa cuando nació ella. Para diferenciarnos, mi madre vio mis ojos Azules como los Carson es la razón porque me llamo así; Azul Celeste y entonces mi madrastra por el mismo motivo le puso Mar Celeste, según ella es de color verde el mar. Suspiro dejando las fotos a un lado, no quiero que la nostalgia vuelva a sumergirme en depresión. Bastante tuve que luchar para no dejarme derrumbar. En estos momentos debo concentrarme en mi tienda, pero eso será para mañana que comenzare a trabajar en adaptarme a este lugar. Algo que siempre mi abuelo me repite es que cada día trae su propio afán, es prácticamente su lema extraído de las palabras de Jesús. Por lo que decido salir a divertirme un rato, al mismo tiempo que conozco el lugar que desde hace varios años soñé con vivir. En mi mente tengo grabados los lugares que deseo explorar y conocer. Mi tía estaría horrorizada si me ve tan apurada arreglándome, para ella es un pecado capital no darse el trato que se merece nuestra piel y definitivamente le daría un ataque al corazón elegir un atuendo sin antes probarse unos ¿diez como mínimo? Sacudo mi cabeza para que mis rizos se suelten, me observo en el espejo y estoy satisfecha por el trabajo que realice en tan poco tiempo. Recibo la confirmación de un taxi, el conductor dice que en cinco minutos llegará a la entrada del condominio. Tomo mi cartera de manos, y salgo de mi apartamento. Justo como el conductor había dicho, lo encuentro estacionado esperándome. Me adentro al vehículo. —¡Buenas noches! —¡Buenas noches, señorita! ¿Hacia dónde se dirige? —No sé no me decido, ¿conoce esta ciudad? — pregunto interesada. —Sí, señorita. La conozco como la palma de mi mano —dice mientras comienza a conducir. —Que bien. Quiero ir a un club para divertirme, pero que sea umm... seguro. —Hay muchos en esta ciudad, pero si desea puedo llevarla a un nuevo club que está dando de qué hablar. Es propiedad de una de las familias más influyente de Atlanta, los Morgan. Me atrevo a aconsejarla que es mejor tenerlos de amigo que de enemigos. — la curiosidad pica en mi sistema. —Está bien, quiero conocer ese lugar. — asiente. Pero no puedo dejar pasar la oportunidad de sacarle el motivo de esta advertencia —¿Por qué dice eso de que es mejor tenerlos como amigos? —Antes de contestarle, ¿Usted está aquí por negocios o por vacaciones? —Por negocios. — le contesto extrañada por su pregunta. —Pues es una familia que no desearía tener como enemigos. Muchos que han querido destruirlos no han podido. La verdad es que muchas cosas se dicen de ellos a la hora de los negocios y sus intereses son implacables. Se mueven en distintas aguas cada uno de ellos; empresas de tecnología, restaurants, tienda de repostería, club nocturno, tienda de moda y posiblemente se muevan a otras áreas. Son tan impredecibles como la gran cantidad de hombres que hay en esa familia. —¿son muchos? —Sí, es una familia bien extensa los hombres la lideran. Deben ser alrededor de trece Morgan y dos jóvenes mujeres, exceptuando sus padres. Todos son conocidos en esta ciudad. —Gracias por el consejo lo tendré en cuenta. —menciono antes de bajarme del taxi al llegar al club. Solo bastaron pocos minutos para que me diera cuenta que este lugar tiene buena seguridad. Hay un gran letrero reluciente con el nombre del club, The Morgan's, pues si había alguna duda ya no la hay. Luego de unos largos minutos haciendo fila por fin puedo pasar, me quedo pasmada ante tanta belleza, aunque no es como que he conocido muchos, pero este por muchos puntos le gana a cualquier otro. Jugaron con las paletas de colores para darle vida al ambiente, en realidad tiene un diseño atrevido que combina la realidad y el surrealismo al parecer es de esos que utilizan diferentes temáticas. La temática de hoy al parecer es de los años setenta, por lo que siento que estoy desentonando con el lugar. Al mirar a la pista de baile un suspiro carcome mi interior, como añoro bailar. Podrán sacar la chica del baile, pero nunca podrán sacar el baile de la chica. Me acerco a la barra donde hay batenders de todas etnias y con sonrisas resplandecientes, como si estuviesen felices de estar trabajando en este lugar. Me encojo de hombros mientras pido una sangría, necesitando sentirme cerca de mi madre patria. Tengo sentimientos encontrados por un lado estoy feliz que empezaré a darle vida a mi sueño, aunque por otro lado estar lejos de los míos me causa cierta añoranza de sus abrazos y besos constantes. Disperso todo pensamiento negativo, emprenderé la sucursal de mi negocio de vestidos de novias en este lugar, Atlanta, y será todo un éxito. Cuando termino mi bebida tomo otra y pido que le echen más alcohol, sé que en algún momento de la noche sufriré las consecuencias, pero por el instante solo deseo olvidar. Escapar del dolor lacerante que me apuñala el corazón. No sé si estaba un poco achispada o quiero echarle la culpa a la bebida, pero llegue a una zona que parece VIP puede ser que la suerte me este sonriendo, porque justo en ese momento el seguridad estaba conteniendo a unos intrusos que querían pasar. "Espera, ¿no es lo mismo que estás haciendo?" escucho esa vocecita fastidiosa que se cree tan santa. Sé que estoy haciendo lo mismo, pero la diferencia es que solo actúo de esta forma cuando tomo, y además a mí sí me funcionó. Sonrío mientras le digo a mi consciencia añadiéndole señas que cuando en la mañana me acuerde me querré morir de la vergüenza. Este rincón parece más sofisticado y otra extensión del club, hay cortinas que separan los lugares cada esquina y mesa tienen nombres como si fuesen reservados. Una mesa me llama la atención está en un rincón como especifico y nada adrede diría yo, porque se de decoración por nada más. Me fijo en el nombre y mi deducción tiene sentido, "Clan Morgans" ahí debe de estar el dueño. Algo me empujaba a acercarme, ese morbo de saber quiénes eran estos personajes que debía de cuidarme si no quería fracasar carcomía en mi mente a punto de hacerme un hueco en la cabeza. Me llevo de esa parte impulsiva que habita en mí, sigilosamente como si fuese una espía me acerqué, casi me rio de mí misma cuando recordé la música, no pueden escuchar mis pasos por el bullicio. Una vez estuve detrás de esta cortina que para mí buena suerte era gruesa y de un tono oscuro, sabía que no se podía trasparentar mi silueta. Agudice mis oídos para escuchar la conversación. "Ahora te estás convirtiendo en una metiche de pacotilla, que gran avance de bailarina y diseñadora a chismosa. Bravo Azul celeste De la Barrera Carson" regresa la moralista al ataque, me entra un friito en mi corazón cada vez que escucho mi nombre completo porque cuando mi madre se enoja me llama así. —Shane, ¿qué sucedió con el local que esta frente a tu restaurant, aquel que querías comprar? —escuché una voz, la cual deduje que era de un hombre, por el matiz podría hipotetizar que es alguien con las tres s; seco, serio y sensato. —¿Para qué rayos quieres saber? – habla el interlocutor que creo es el nombrado Shane, su voz causa estragos en mí, las tres s de él puedo decir que son sensual, sabio y s****l. ¡Ay las hormonas! Se disparan aún más cuando tomo. —Déjalo James sabes que a tu gemelo no le gusta perder y menos cuando es contra una fémina.  —se carcajea lo que pienso es un tercer hombre. Que gracias a él sé que el de la voz sensual es hermano del seriote. —¡Cállate! No quiero competencia frente a mi negocio. —se escucha el enojo de este vibrar en su tono. — Pero no es en tu área. —Y que importa, es mucho peor van a abrir una tiendecita de vestidos de novias.  —¿Qué tiene de malo? —No me molesta que abran esta tienda, me molesta todos los problemas que me ha causado este o esta desaprensiva que ha inundado el lugar con esos camiones que vienen de aquí para allá. Mas el bullicio que nos atrasa porque los clientes tardan en encontrar un lugar para estacionar. Además de que por falta de espacio para maniobrar han estropeado varios de mis pedidos, por lo que he tenido que volver a hacerlos y eso me cuesta tiempo y dinero. —se desahoga de una manera que le envidio, sus acompañantes se ríen a carcajadas. Yo reaccionaria peor, estaría encima de dicha persona para que me pagara los daños a mi negocio. "Siempre el que habla mucho se condena" mete la cuchara en la sopa la fastidiosa.  —Y ¿cómo se llama esta tienda? —Según me comento el vendedor se llama "Mi sueño Azul" un nombre demasiado anticuado. —escuchar el nombre de mi tienda en su boca me eleva a un entorno desconocido, siento una rabia demasiada intensa en mí. Todo este tiempo ha estado hablando sobre mí. En la condición en que me encuentro siento que soy capaz de hacerle frente a un león y salir airosa. Esa parte impulsiva en mí se llena de valor, y salgo de detrás de la cortina. Los tres bellos hombres me miran asombrados. —¿Cuál de ustedes es Shane? —uno de los hombres embobado me señala al susodicho, su belleza me golpea es un hermoso hombre, uchh a lo que venias aterriza.  —Mire arrogante de la mierda, presuntuoso. Me disculpo por las molestias que le he causado a su negocio, no sé si le llego una carta pidiéndoles disculpas por los inconvenientes, todos los demás me respondieron menos usted que se cree un dios. No me importa quién sea aquí en Atlanta, es un ser repugnante que no deseo tener en mi lista de vecinos. —Señori... — se puso en pies para acercarse en autodefensa le tiré la mitad de sangría, que aún tenía en el vaso, sobre su camisa tan impolutamente limpia y blanquecina. — ¿Está loca? —¡Oh no!, no lo hizo. No sabe con quién se está metiendo. —escucho una voz femenina detrás de mí.  —Eso es para que siempre se acuerde de mí, yo también se jugar. — enfurecida y contenta a la vez Salí pitando de esa zona VIP, el seguridad me miro como si intuyese que no me había dejado pasar. Le lanzo un beso con mi mano, por el rabillo de mi ojo veo como el fornido hombre viene hacia mí. Apresurada corro hacia la salida, me escabullo como puedo y corro con la brisa golpeándome el rostro devolviéndome la cordura que hace un momento perdí. ¡Estoy loca! Solo bastaron unas dos sangrías para armar tremendo dramón. Ay, pero si me parecí a mi hermana Mar. Me estremezco solo de pensar eso, es la última persona que desearía parecerme. Por obra divina encuentro un taxi, me subo exhausta y deseando llegar a mi departamento, además de aprovechar para darme una terapia por mi impulsividad. Ya quiero que amanezca y olvidar este show de mal gusto. Shane Como todos los días salgo a correr, de esta manera mis pensamientos fluyen e iluminan mi día, es como el café diario que necesito para saber que aún estoy vivo y que nada ha podido destruir mi alma. Siento que la rutina en la que estoy inmerso me está asfixiando poco a poco, lo único que últimamente me emociona es mi restaurant. Me he empeñado en hacer de él un lugar donde la familia puedan ir después que salgan de la iglesia los domingos, o a celebrar algún logro de alguien especial. Que tenga ese toque hogareño para que piensen que están en sus casas. Mis pensamientos vuelven a la chica de la sangría, su dulce voz me llevo a un trance hipnótico y esos carnosos labios pintados de color cereza que incitaban a borrar todo rastro de labial con un desbocado beso de esos en los que se te va la vida. Su pelo castaño claro era una mata de rizos que caía como cascada por su espalda. Solo pude ver como sus labios se movían, pero no entendí nada, no sabía porque me lanzo su sangría encima y lo peor fue escuchar las burlas de mi primo y mi hermano gemelo. Pero lo más catastrófico es que mi cuerpo reacciono a ella, no me he sentido atraído por una mujer desde hace unos meses atrás cuando me alejé de una chica que confundió nuestros encuentros con compromiso. Desde ese momento me repele estar cerca de chicas que lo único que desean es comprometernos, simplemente por los beneficios que obtendrán de nuestro apellido. Tal vez, no seamos multimillonarios, pero vivimos bien. Ese apellido del cual estoy orgulloso, pero algunas veces pesa demasiado. Todo el mundo anda detrás de los Morgan por los amplios negocios que poseemos. Debo sacarla de mi mente esa reacción solo fue algo meramente físico, nada más. Ya aprendí la lección hace tiempo. Regresé a mi apartamento a cambiarme para salir a mi restaurant, Shane's corner , lo único que debe de importarme. Mi negocio es la única relación estable que poseo y que tendré, hace tiempo que deje de soñar con imposibles. Antes creí en el amor, pero Gema me enseño muy bien la lección, la cual no he olvidado. Conduje hacia mi refugio, hoy parecía ser un día de esos que prometían. Gracias a Dios la calle ya estaba despejada. Observo la tienda de vestidos de novia mientras me estaciono en mi plaza reservada, ya el letrero está montado "Mi sueño Azul" se lee con hermosos tonos de azules. Siento esa curiosidad picar en mí, necesitando ver otra vez a mi vecina y poder saciar varias de las preguntas que recorren mi mente. Conocer su nombre y saber si está soltera. No, Shane lo que deberías hacer es entrar a tu negocio y comenzar a trabajar. Pero parece que el mundo conspira contra mí, una mata de rizos castaño salía del edificio de enfrente, el cual espiaba, considero que esperando verla. Mi respiración se cortó cuando la vi en unos pantalones blancos cortos que mostraban con gran encanto sus hermosas piernas y una blusa azul marino agua lluvia dejando sus hombros descubiertos, en definitiva, toda ella exudaba sensualidad por todos sus poros. Me fijo que tiene varias cajas, intenta maniobrar para que no se le cayeran. Suspiro dejándome llevar por ese lado caballeroso, me acerco hacia ella estando a solo unos pasos de distancia siente mi presencia volteándose, permitiéndome deleitarme con su hermoso rostro que bajo la luz del día me hace dar cuenta que la luz del club no le hizo justicia y me doy cuenta que sus ojos son un tono intenso de azul. Mientras más cerca la tengo más me gusta. Al darse cuenta quien soy hace una mueca como de desagrado. Su rostro alegre cambio por enfado. —¿Qué haces aquí? —eleva una ceja mirándome altivamente. —Pues acabo de llegar y te vi, y pensé que necesitabas ayuda. —¿Acaso me ves con un letrero pidiendo ayuda? — sus ojos chispean de rabia. — y si en dado caso la necesitara serias la última persona a quien se la pediría. Así que si me disculpas tengo cosas que hacer como para perder el tiempo con usted. Dando el tema por zanjado se iba, sin embargo, no permitiré que salga de mí tan rápido por lo que me adelanté y me crucé en su camino. — Ahora ¿Qué quieres Morgan? — al parecer conoce mi apellido, y yo ni siquiera se su nombre.  —Pues exigirte una disculpa y una explica... —Mira para tu rollo ahí. — me interrumpe con gran maestría. Mientras que solo puedo sonreír por su espíritu guerrero. —Yo no te debo ninguna disculpa, anoche escuché todo lo que tenía que saber sobre ustedes y no quiero un Morgan en mi camino. No sé porque diablos esta ciudad los tiene como unos dioses, pero me importa una mierda. No necesito de ustedes para crecer, si intentan algo contra mí muy sencillamente me vengaré. Así que quita tu trasero de enfrente. — me lanzo una mirada asesina moviendo su pie derecho de impaciencia mientras esperaba que la dejara cruzar.  —No sé qué hayas escuchado, pero... —Lo escuche todo, nada bueno, por cierto. Y no se preocupe pagaré los daños materiales que le haya causado. Quítese de enfrente muñeco diabólico.  —¿Espera me acabas de insultar? —¿Acaso es lento o no sabe reconocerlo? —Simplemente me acerque ayudar, pero es tan rencorosa que no perderé mi tiempo con usted. Si toma las palabras tan apecho de un desconocido creyendo todo lo que se dice por ahí, no es tan inteligente como se ve. —me quito de su camino para que pueda proseguir con su día. Espero que las palabras surtan efecto y que vea que está actuando mal. Comienza a caminar y la veo detenerme me sonrío porque al parecer recapacito sin ser necesario más palabrerías. Se da la vuelta y me mira fijamente, un brillo especial alumbra sus ojos. —Morgan, ¿sabe qué? Me ha ahorrado un viaje innecesario, ya que vino por mis disculpas. Se las daré. —me lanzo una de las cajas dándome de lleno en el pecho. —Espero que no le pasen por la garganta y si lo hacen, lo mande directo al baño. Quede sorprendido observándola mientras se alejaba. —¿Qué demonios fue eso? Sin duda esta mujer tiene una manía con tirarme las cosas, primero la sangría y ahora una caja de dudoso contenido. Al parecer lo que tiene de bonita lo tiene de loca.
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