16- Una nueva rutina

1879 Words
SIETE Tres horas jugando al perro guardián fuera de esta maldita sala VIP. He pasado muchas horas en lugares peores, pero maldita sea, esta mierda es aburrida. Sin embargo, no dejo que me distraiga la tarea. La vigilancia siempre es la prioridad. Cualquier destello de cabello rojo, cualquier mirada que se detenga demasiado tiempo en Jessy, cualquiera que parezca remotamente inclinado a consumir demasiado de su atención: estoy listo para intervenir. La actuación de Jessy esta noche ha sido… ni siquiera sé cómo describirla. Pude haberme corrido en el sitio, pero la pura vergüenza de ser un tímido en un club de striptease, corriéndose en sus pantalones, me lo impidió. Fue impresionante. Fue convincente. Es demasiado buena, y ahora su lista de reservas VIP es interminable, y yo soy el que ve a innumerables hombres alejarse con aspecto aturdido y satisfecho. Miro mi reloj. Tres horas más de esto: de pie, preguntándome que estará haciendo Jessy allí, tratando de no imaginar cómo se sentirán sus pechos desnudos en cada una de mis manos. Cierro los ojos con fuerza, pinchando el puente de mi nariz. Las malditas hormonas del club de striptease me están afectando de nuevo. La puerta de la sala VIP se abre y me enderezo, mirando al último lanzamiento. Un hombre muy alto y muy delgado sale a trompicones, alistándose la parte delantera de su polo. Me mira brevemente antes de relajarse. Jessy asoma la cabeza un momento después, sonriendo tímidamente. —Muy bien, Siete— inclina la cabeza hacia el interior de la sala VIP. —Es tu turno— Frunzo el ceño. —¿Qué? — —Pasa— La confusión no me abandona, pero hago lo que me dice. Cierro la puerta, ahogando la música atronadora del escenario principal. —¿No has terminado aquí? — —En realidad, el siguiente bloque es tuyo, si lo quieres— sonríe dulcemente, caminando hacia el poste en el centro de la habitación. Sus pantorrillas se flexionan. —El tipo que reservó este lugar originalmente no apareció. Así que fingiremos que está ocupado hasta el próximo— Parte de mi confusión se disipa y miro el sofá detrás de mí. Sentarse suena bien. —¿Es necesario rociar esto? Tuviste muchos admiradores aquí esta noche— Se ríe. Agarrándose al poste con una mano mientras comienza un círculo perezoso. —No hay fluidos corporales, vamos. Todos se comportan bien— —Solo estaba comprobando— aliso mi corbata contra mi camisa antes de sentarme. Ella rodea el poste. —Me sorprende que no necesites un descanso ya. Has estado sin parar esta noche— Suspira y niega con la cabeza. —Si me siento demasiado tiempo, no me levantaré— su mirada se desvía hacia mí, fijándose en mí de una manera que me tensa las pelotas. —Es mejor mantener el impulso— Me relajo en el sofá, apoyando un brazo detrás de mi cabeza. Su mirada no me abandona. Y no puedo dejar de mirarla. Algo tácito palpita entre nosotros. Tengo la sensación de que ha empezado a gestarse este mismo día. Habíamos abierto algo en mi cocina, al menos yo. Nunca le conté a nadie sobre mi madre y sus exmaridos de mierda. Pero hay algo en Jessy que me ruega que pruebe cosas nuevas. Ser vulnerable. Abrirme. Y cuando ella enfoca esa mirada azul grisácea en mí, me siento impotente. —¿Quieres algo de beber? — me pregunta. Niego con la cabeza. —Conoces las reglas— —¿Ni siquiera agua? — —Estoy lo suficientemente hidratado. ¿Y tú? — Ella niega con la cabeza. —Estoy bien— Apoya la espalda contra el tubo, mirándome directamente. Las cosas le dan vueltas en la cabeza, pero no puedo distinguir en que esta reflexionando. Pasan unos momentos de silencio, rotos por los tonos apagados de la música exterior. —Tengo una pregunta extraña que hacerte— —Adelante— —Bueno, he estado pensando en lo que dijiste, que necesito ganar más dinero…— Se muerde el labio inferior y baja la mirada al suelo. Es una chica de calendario de carne y hueso. A veces, cuando la miro, no puedo creer lo que veo. Me froto la barbilla, intentando concentrarme. —Bien— —Estoy intentando idear una nueva rutina. Me pregunto si podría…probarla contigo— No quiero malinterpretar esto. Ni darle muchas vueltas. —Como…— —como si fingiera que eres un cliente habitual de la sala VIP— termina por mí. —No crees que será demasiado raro, ¿verdad? — Me aclaro la garganta y me doy un golpecito en la boca con el puño. —No. Este es tu trabajo. ¿Por qué va a ser raro? — Ella asiente, luciendo aliviada. Pero esta rebosante de nerviosismo, algo que no entiendo. A menos que este planeando introducir un número de trapecio de rutina, ¿Qué podría ser tan nuevo y diferente para ella? Jessy baja del mini escenario en el centro de la sala y se pavonea hacia mí. toca un cilindro largo y delgado que cuelga de una cadena entre sus pechos. Se detiene entre mis piernas y pone una mano en mi hombro. —Bueno. Primero lo primero— Extiende el collar, mirándolo. —Esto es un vibrador— Me enderezo, girando el cuello en círculos lentos. —De acuerdo— —Y pensé que podríamos divertirnos un poco con el— Sus palabras me resuenan. Mi polla se contrae en mis pantalones cuando ella mete la mano detrás de ella y tira de las tiras del bikini. La tela de su top se afloja un momento después, y luego cae por completo. Sus pechos perfectos están justo por encima del nivel de mis ojos. Mi boca se abre, mis dedos se curvan. Vuelve a jugar con el vibrador, mirándome tímidamente. —¿Por dónde empezamos? — Intento reír, pero mi risa sale entrecortada. Es la hermana de tu cliente. Fuera de tus límites>>. Pero las alarmas dentro de mi cabeza son difíciles de oír por encima del rugido de atracción. Y ese rugido solo se hace más fuerte. Mi polla ha pasado de contraerse a estar completamente dura en unos tres segundos. No hay forma de ocultar el bulto, pero con lo cerca que esta, tal vez no se dará cuenta. Jessy desliza ambas manos por mis hombros, masajeándome mientras lo hace. Mi cabeza cae al respaldo del sofá y respiro hondo. —Relájate. No tienes que ser mi guardaespaldas ahora mismo— Se acerca flotando, sus pezones, dos puntos tensos y rosados, flotando al alcance de mi lengua. —Ahora mismo solo eres un hombre. ¿Te gusta lo que ves? — Cierro los ojos con fuerza, comenzando una cuenta lenta en mi cabeza. No puedo perder el control. No aquí. No ahora. Aunque es todo lo que quiero hacer. —Jessy, ¿Por qué haces esto? — me atrevo a abrir los ojos y mirarla a los ojos. —Te lo dije— hace un pequeño puchero mientras habla, inclinándose más cerca. Sus pechos casi rozan mi barbilla. —Estoy probando algo nuevo— Aprieto los puños de mis costados. Todo lo que quiero hacer es ahuecar esos pechos perfectos y alegres en mis manos. Apretarlos. Colmarlos de besos. Deslizar mis manos por la parte posterior de sus sexys muslos. —Lo que pasa aquí…nadie tiene que saberlo— Su voz se ha reducido a un susurro mientras se inclina, más cerca de mi oído. Mi pene palpita por completo. —Pero yo lo sabré— espeto. —Y tú lo sabrás. Y ambos sabemos que no deberíamos— Sus labios rozan el lóbulo de mi oreja. Mis dedos se curvan contra el cojín mientras murmura. —Solo dime. ¿Te gusta lo que ves? — No digas que sí. Aunque te encanta lo que estás viendo>>. Mi voz de la razón me advierte. —O tal vez debería parar— continúa. Sus palabras me invaden un miedo gélido, y alcanzo sus piernas para evitar que se vaya. No quiero continuar, pero es seguro que no quiero que se detenga. Es una paradoja. Ya no hay buenos resultados. Estas jodido. Así que solo deberías follar>>. —No— susurro. —¿No sigo? — se balancea ligeramente frente a mi mientras mis dedos recorren los lados de sus piernas. pronto, encuentro mi camino debajo de su inútil tutu, estudiando los sedosos contornos de sus nalgas. Yo soy un hombre fuerte. Pero no soy lo suficiente fuerte como para resistirme a Jessy. No cuando esta literalmente en las palmas de mis manos. Aprieto sus nalgas y ella echa la cabeza hacia atrás, gimiendo en voz baja. —Así que creo que debería seguir— Tiene una sonrisa perezosa mientras se hunde de rodillas en el sofá, a horcajadas sobre mí. No se hunde del todo en mi regazo, así que todavía no sabe que tengo una erección que puede funcionar también como arma, una que esta dolorosamente atrapada detrás de mi arma real, en su funda secreta. Ella sabe lo que hace, como mantener un contacto mínimo mientras me provoca a cada paso. Dejo caer la cabeza hacia el respaldo del sofá, pero sus manos se deslizan hasta mi nuca, levantando mi cabeza de nuevo, así que no tengo más remedio que mirarla. —¿A eso llamas comportarse aquí? — mi voz sale como papel de lija. —No estamos haciendo nada malo— —Todavía— la corrijo. —¿Quieres hacerlo? — pregunta. Me río, pero sin humor. —Eso es irrelevante. Se que no pasas de cierto punto aquí. Me sorprende que incluso me dejes tocarte el culo— —Esto es para una nueva rutina, ¿recuerdas? — Aprieto los dientes, reuniendo hasta la última gota de fuerza de voluntad que me queda. Este es el frente final. Sus pechos desnudos rozan la tela de mi camisa y estoy a medio segundo de demoler todas las reglas. —Haré que te despidan— espeto. —Nuevo servicio que planeo ofrecer aparte— me dice al oído. Luego me muerde el lóbulo de la oreja. Cierro los ojos con fuerza, preparándome para el calor que chisporrotea por mis venas. No caeré víctima de la sensualidad de Jessy. No puedo. —Esto es lo que necesito probar— continúa cuando no digo nada. —No eres un cliente que paga aquí, así que eso no rompe ninguna regla— —No te etiqueté por querer ensuciarte con hombres desconocidos fuera del club— digo con fuerza. Mi cerebro racional está flotando lejos. No puedo creer que todavía sepa como formar oraciones. Hace una pausa, como si tal vez esto fuera un salto de registro en la justificación. —Planeo ser muy exigente con para quien haga esto— Luego baja la cabeza, aunque no tengo ni idea de para que. Tal vez quiere decir algo o susurrar otra cosa dulce. Pero mi cerebro primario se activa. La necesito. He llegado al límite de mi capacidad para resistirme a ella. es una bomba hermosa y retorcida encima de mí, y quiero lanzarme de cabeza. lo deseo más que el aire. A la mierda las reglas.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD