Estaba tirada en la cama mientras él tomaba mi pie, haciéndome gemir de dolor y llorar.
— ¿Qué es lo que te pasa? ¡¡Estás loco!! —gritaba entre llantos.
—No es nada, es solo tu tobillo.
Su sonrisa era fría, y toma mi pie nuevamente, apretándolo con fuerza.
—¿Te vas a comportar? —su voz era fría y autoritaria—. ¿Te vas a comportar o no?
Esta vez grita con fuerza mientras aprieta mi pie, haciéndome sentir un dolor insoportable. Grito.
—¡Sí, sí! ¡¡Para ya!! —grito con rabia y dolor.
Él me da un beso en la mejilla de una forma tierna, como si no hubiera pasado nada. Qué idiota…
Toma mi pie fracturado y lo levanta, colocándolo sobre su hombro. Se inclina sobre mí, provocando que me abra. Sin decir nada, toma mi suéter y lo arranca de un tirón.
—¿Qué haces? ¡¡Aléjate de mí!! —intento retroceder, pero Lev toma mi pierna, apretándola una vez más, haciéndome gritar.
—Estoy siendo paciente contigo, Anya. Deja de moverte —su tono es frío y amenazante.
Él toma mi otro pie y lo coloca sobre su hombro. Mientras sus manos se posan en mi cadera, tira de mi ropa, despojándome de la protección que me quedaba.
—No, por favor… —susurro, sintiendo el pánico apoderarse de mí.
Lev se ríe, una risa que resuena en la habitación como un eco de mi desesperación.
—¿Por qué te resistes? Esto apenas comienza.
Él se acerca, su rostro tan cerca del mío que puedo sentir su aliento caliente y su cara se dirige a mi cuello.
—Te prometo que esto será más fácil si dejas de luchar —susurra, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de deseo y control.
Intento girar la cabeza, pero él agarra mi mandíbula con fuerza, obligándome a mirarlo.
—Mira lo que has hecho, Anya. Te has metido en mi mundo, y ahora no hay vuelta atrás.
Su mano baja lentamente por mi costado, y un escalofrío recorre mi cuerpo.
— ¿Vas a seguir siendo terca? —pregunta, su voz un susurro amenazante.
—No… no quiero esto —respondo, mi voz temblando.
Él sonríe, una sonrisa que no llega a sus ojos.
—Eso no importa. Lo que quieres no cuenta aquí.
Con un movimiento brusco, Lev me sujeta las muñecas y las coloca sobre la cama, asegurándolas con su peso.
—Ahora, Anya, es hora de que aprendas a comportarte.
El dolor en mi tobillo se mezcla con el miedo que me invade.
—Por favor… —murmuro, sintiendo que las lágrimas vuelven a brotar.
—No llores, cariño.
Lev se inclina más cerca, su rostro a milímetros del mío.
—Voy a mostrarte lo que significa estar en mi mundo.
Con un movimiento rápido, su mano se desliza por mi muslo, subiendo lentamente.
—No puedes escapar de mí, Anya. —Su voz es un susurro, llena de promesas oscuras.
—No… —intento protestar, pero él presiona su cuerpo contra el mío, atrapándome.
La mezcla de dolor y miedo se convierte en algo más, un torbellino de emociones que no puedo controlar.
—Te haré olvidar el dolor, cariño. Solo tienes que dejarte llevar.
Lev aprieta mi muslo para abrirlo mientras acercaba sus caderas sobre las mías.
Temblaba aún más; ¡un extraño estaba a punto de arruinar mi cuerpo!
Mientras temblaba, repentinamente escuché un sonido que me heló la piel. El sonido de la cremallera sonó, haciendo que me retorciera con urgencia. Con un movimiento rápido, él tomó mi cabello, jalándolo hacia atrás y mostrando mi cuello, mordiéndolo con urgencia. Grité y temblé de dolor, pero rápidamente se inclinó para darme un beso brutal, maltratando mis labios hasta hacerlos sangrar un poco. Este tipo estaba loco, de verdad que se estaba dejando llevar por la locura.
La sangre que sentía en sus labios lo hacía encender aún más. Se separó de mí y, con un movimiento rápido, rasgó mi ropa interior, dejándome expuesta ante sus ojos.
Sentí pánico cuando ya no sentí nada tapándome.
—¡¡Por favor, no hagas esto, no, no!! —Intentaba luchar, pero mi voz temblaba.
Lev gruñó con fastidio y torció aún más mi pierna fracturada, haciéndome gritar. Sus ojos brillaron con cruel placer mientras tomaba mi pecho con fuerza, provocando dolor. Terminó de bajar la cremallera, y sus ojos se clavaron en los míos mientras mostraba una sonrisa torcida. Su mano se envolvió alrededor de sí mismo con fuerza, la punta acercándose a mi entrada de una forma burlona.
—Así es como me haces sentir, vivo, con adrenalina… —su gran cuerpo se cernía sobre mí, era grande, dominante…
Sin esperar más, Lev entró con fuerza, sin importar mi estado.
—¡Eres un maldito imbécil! —grité con odio y dolor.
Temblaba y gemía de dolor mientras sentía cómo desgarraba mi himen y hundía su cara en mi cuello. Él gemía, concentrado en su propio placer.
Desesperadamente se movía con brusquedad y tapaba mi boca para dejar de gritar.
—Dónde estuviste toda mi vida… —gruñe entre jadeos.
Mi cuerpo no soportaba más; Era obvio: un militar de 1,86 m con 27 años destrozaba el cuerpo de una chica de 1,58 m con 20 años. Sentía que estaba a punto de morir; su m*****o desgarraba aún más mi centro, y temblaba de dolor mientras empezaba a sentir un ardor insoportable…
Él sintió algo cálido y miró hacia abajo: estaba sangrando. ¿Período? Pensaba él… No, era obvio que una chica solitaria nunca había tenido relaciones antes.
—Ahora eres oficialmente de mi propiedad. Fui el primero y ahora soy el último… —susurra con un toque burlón.
Lev avanzaba aún más sin importar mi sufrimiento; al contrario, lo encendía aún más… Odiaba mi vida, y ahora la empecé a odiar aún más.
Finalmente, llegó al clímax. Rápidamente sacó su m*****o para terminar en mi abdomen…
Él sonreía con satisfacción y tomó mi pie para besarlo antes de irse.
—Uno de mis médicos vendrá a revisar tu pie roto.
Se levanta y se va cerrando la puerta con seguro, dejándome tirada con mi cuerpo adolorido y lágrimas inconscientes.