Una semana después. Deiby, decidió cancelar la reunión de ese día y logró escaparse con Carolina a su departamento. La necesitaba, la deseaba siempre, a cada momento... Cuando llegaron a su apartamento acarició sus piernas y un poco más hacia arriba. —Oh, Deiby, eres tremendo—se quejó ella suspirando. Cada vez que la tocaba se humedecía y en realidad vivía húmeda. Deiby, la miró con fijeza, ¡Pues sí era tremendo que ardía por el deseo y la desesperación!. Y no sólo se conformó con varias caricia, sino que luego de estacionar el auto. Introdujo un dedo medio en su interior solo para sentir que estaba lista para ser embestida. —Espera, aquí no, puede ver alguien...—dijo Carolina. Deiby ni siquiera la escucho y siguió acariciándola en su interior con sus dedos y luego, pese a sus protes

