Carolina, estaba en el trabajo como siempre. Deiby la notó triste, apagada y un poco distraída, varias veces se equivocó en las refacciones de las cartas y finalmente pidió permiso para salir antes. Deiby la alcanzó cuando estaba por llegaba a la puerta. —Lo lamento Señorita Carolina, no puede usted marcharse, hay demasiado trabajo y la necesito aquí—dijo en tono autoritario y una expresión que no daba opción a réplica. Ella lo miró suplicante. —Por favor Señor Deiby, no me siento muy bien hoy. Deiby, la miró fijamente de jefe que parecía decirle: “Usted ha venido a trabajar y no puede permitir que nada lo distraiga de sus obligaciones”. —Siéntese por favor, ¿Qué le pasa?. ¿En qué puedo ayudarla Señorita Carolina? —Nada. Señor, son sólo problemas personales y debo irme, lo l

