Capítulo veintitrés
Tal vez no debí haber dicho eso.
Aunque ya es demasiado tarde, porque lo tengo trabajando delante de mí sin decir ni una sola palabra desde hace horas gracias a mi comentario.
No obstante no me quejo de lo que dije, ya que de cierta forma tengo razón, ¿o no?
Si él no confiara en mí ni siquiera me hubiese rogado de rodillas porque me quedara a ayudarlo con los niños, ni tampoco me hubiese contado las vueltas de los tres y las movidas de su prima y no solo de ellas sino que de toda la familia.
De verdad que a veces me cuesta creer de que Leo es una persona adulta pensante, ya que nunca se da cuenta de las cosas que hace a menos de que uno se las diga y cuando esto sucede, él, lo niega rotundamente.
Es un niño.
Niego abiertamente y me levanto del sofá para es
