Capítulo seis
Despierto gracias al chorro de agua fría que me cae en la cara, pero inmediatamente me quedo quieta en mi lugar por el horrible dolor de cabeza que tengo.
Juro que no voy a volver a tomar nunca más en mi vida.
—Despierta, bella bruja —su voz ronca me hace abrir los ojos de par en par, sin embargo mi visión de su rostro se ve afectada por su cuerpo semidesnudo.
Desde la curvatura de su cuello hasta bajar por sus hombros y pasar a sus brazos tonificados donde yacen tatuajes de líneas negras, su amplia espalda se va haciendo más pequeña a medida que bajo hasta llegar al borde de sus pantalones gris, y es que quien lo diría, quien pensaría que detrás de toda esa ropa de vestir se esconde esto.
Virgen santa, ayúdame a no pecar con los ojos, aunque creo que ya lo he hecho.
