Deja caer su brazo sobre mis hombros y me atrae hacia él. —Entonces, hermana, ¿ realmente tienes espacio para el postre después de esa cena deliciosamente abundante que preparaste?— Él mira mi taza de chocolate.
Muy bien, entonces el depredador no parece tan aterrador cuando pide más postre. Me río y lo empujo lejos de mí.
—¡Nunca te interpongas entre una mujer y su chocolate!— Lo miro burlonamente y levanto mi cuchara como si fuera un arma.
Él levanta las manos. —Pido disculpas, señora—.
—Bien—, finjo un resoplido y me acomodo en el sofá. Como mi primera cucharada y, Dios mío , me alegro de haber defendido mi postre. Mis ojos se cierran inmediatamente mientras saboreo la rica crema de chocolate en mi lengua.
Muuuuuy bueno.
Una tos ahogada a mi lado hace que mis ojos se abran de golp
