La burbuja

1166 Words
Elías había convencido a su Nala de pedir un par de días más en el trabajo, tendrían la cena con sus hermanos de macarrones con queso y podían pasar unos días en una casa de los Hamptons que él había compró, le parecía maravillosa para descansar y reconectar. Ella preparó el desayuno para los tres con la insistencia de sus hijos por comer chispas de chocolate y la de su novio por comer piezas de tocino con huevos y jarabe, los niños estaban encantados con la forma que su padre había elegido para comerlos, les parecía riquísimo, ella vio a Elías divertida y a sus hijos. —Oigan, nos alistamos y vamos al cole. Yo conduzco y mamá descansa un ratito más. —Sí, hoy es miércoles de cortar papel —Comenta Ellis emocionado. —Aquí hay que aparatos porque está lejos de nuestra verdadera casa, señor papá— comenta Ellis. —¿Sabes que puedes solo llamarle papá o señor?—el pequeño se encoge de hombros y su madre le acaricia el pelo. —Me encanta la aclaración, solo el papel se corta. —En realidad, no, mamá. No solo el papel se corta, pero… no vamos a discutir, Nala le cuenta a Elías como su hijo tiene una predilección por cortar pelos ajenos con la tijera, Elías trata de no reírse y le recuerda a su hijo que hay que respetar. Said le mira poco impresionado por sus comentarios. Así como Elías y Nala están en su burbuja de amor y familia, lo mismo pasa con sus hermanos. Lorenzo y Farah habían ido por la ciudad a resolver algunos asuntos de trabajo del príncipe, quien estaba emocionado. Encantado de estudiar negocios, cuando en realidad tenía una vena artística muy desarrollada, se lo había dicho su agente y se lo repetía su novia. —Eres muy bueno Lorenzo, has pensado en actuar. —¿Qué quieres que tu papá infarte? —pregunta Lorenzo. —Qué quieres tú. Mi papá va a infartar por un millón de cosas. Lorenzo se tiró y le asegura que tiene toda la razón, pero él agradecería no quitarle más años de vida al hombre con el que su mamá planea ser feroz, ajusta la muerte. —Vale, pero, ve al casting. —le anima. —Mi amor, tengo otros proyectos. Quiero terminar la carrera de leyes, al de negocios y quiero disfrutar de la vida contigo. —Sí, pero, disfruta de lo que la vida te ofrece ahora. —Es una idea brillante, pero, no puedes tener un rey actor, yo disfruto de todo lo que hago. Vamos por un helado y caminemos por la ciudad. —Recuerda que tenemos que por donde mi hermano. —Tenemos toda la tarde para pasear. —Conoces demasiado Nueva York, te vas a aburrir. —Me gusta rajar con ella. —Vale, entonces llévame. A diferencia de la tarde relajante de Farah con vistas a la ciudad y una tarde típica neoyorquina. Selene había ido al médico, lo cual le traía unos recuerdos terribles, porque había pasado meses sacándose sangre y haciéndose pruebas. Para Kamal era lo más relajante. Saber que estaba bien de salud. Que estaba listo para cualquier reto de la vida. Kamal notó la angustia en ella mientras les acaban sangre y le preguntó si le tenía miedo a las agujas. —Le tengo miedo a los resultados. —No va a pasar nada malo, estás curada. —¿Y qué pasa sino? —¿Qué estás preguntado? —Qué pasa si no estoy bien. Si tengo cáncer, si me enfermo y los planes cambian. —Cambiarán, pero lucharemos juntos y ganaremos como siempre —Responde. —Sabes Selene, todo pasa por algo. La enfermedad sonríe y les da un momento a solas en la habitación. Ella sonríe y ve a su esposo. —Selene, en mi país, mi gente, cree mucho en el universo. En las diosidencias y siempre dicen que cuando algo no va como quieres, por más que trabajes, por más que desees y no lo consigues. La gente cree que es porque dios tiene algo maravillosos esperado por ti y te está pidiendo que creas, disfrutes y agradezcas de lo que sí tienes. Amor, familia, un techo, comida. Tú y yo nos tenemos y eso me hace inmensamente feliz, en unos años, miraremos atrás. Veremos lo que sí hemos construido juntos y lo que el universo estaba preparando para ti. —Es un pensamiento muy bonito. —Es una realidad, en cinco años no conocimos a nadie más, no nos morimos, ni perdimos la fe el uno en el otro, el tiempo simplemente nos ha fortalecido de forma individual y en pareja. Estaremos bien, ahora, que le tengas miedo a las agujas, no quiere decir que no vayas a subirte a las máquinas. El rey sabía que ignorar los problemas nunca sería la solucionan los mismos, y por más que quisiera ayudar a que todos fueran felices, el agotamiento. Él estaba pasando factura. Se sentía terriblemente enfermo, agotado, y la verdad, estaba pensando que no todo era el estrés y si derivaba de ahí. Estaría pasándole factura próximamente en forma de alguna enfermedad. Isam acarició el pelo de su hijo pequeño y lo cobijó, al otro lado del asiento vio a su mujer jugando contra Zair, quien parecía determinado a ganarle en ajedrez a su madre. La reina compartió una mirada con su esposo y este se acarició el pecho. —¿Qué pasa, amor mío? —Tengo agruras. —Isam, te han dado agruras demasiado seguidas durante estas vacaciones. Apenas aterrizamos vamos al médico y que te atiendan es demasiado. —No, no. —Le tienes miedo al doctor. —No, pero estoy sano, es una pérdida de tiempo, hijo. —No seas irresponsable, vas porque vas—le asegura su esposa. —No voy a esperar a viuda, Isam. Isam llama a la azafata y le pregunta cuánto tiempo falta para que su viaje termine. Ella le indica que están a aproximadamente una hora de Nueva York. Isam asiente y la joven le ofrece algo de beber. —¿Tiene… un antiácido? —Quiere que llame al doctor, majestad. —Necesito un antiácido señorita —responde en tono grosero y su esposa le pide a la azafata que llame al médico. Islam ve a su esposa incrédula y se lleva una mano al pecho. Se le dificultaba respirar y sentía tanto dolor que no podrá discutir más con nadie, estaba peleando contra su cuerpo, peleaba por seguir con vida. El dolor se expandía por su pecho y su cabeza, el sudor moja su frente y el resto de su cuerpo, mientras sus hijos y esposa le ruegan calmarse y piden ayuda. Le preguntan qué siente y qué pasa. Eleonor toma a su hijo menor entre sus brazos para dar espacio al médico. La mujer lloraba desconsolada mientras veía cómo hacían todo lo posible por mantener a Isam con vida. ¡¡Hola, hola!!
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