Connie Definitivamente, la vida cambia de un día para otro. Estoy sentada en el enorme jardín y sonrío al ver a mi hermano jugando con Ángel. Sí, Ángel realmente se ha portado increíble hasta ahora; ha cumplido su promesa, a pesar de que al principio me rehusaba. Tengo que aceptar que es un gran hombre. Él se acerca a mí, aún con la pelota en sus manos, se escucha un poco agitado y me sonríe. —Hija, ¿tienes hambre? Porque yo muero de hambre y estoy agotado. Parece que a tu hermano no se le acaba la energía. Yo sonrío porque es verdad. Manuelito se acerca a nosotros, toma la mano de Ángel y trata de llevarlo de nuevo hacia donde jugaban. Él me mira suplicando y yo me pongo de pie. —Cariño, Ángel está agotado. Además, es hora de comer. Anda, sube a llamar a papá. Él me mira resignado y

