Connie Habían pasado los días y el día que más me ponía de nervios había llegado. Manuelito, cuando le dijimos que iría al colegio, se volvió loco de felicidad y eso me hacía muy feliz a mí también. Así que había que apoyarlo en todo momento. Me siento en la cama y suspiro. Nicolò se abraza a mi cintura y empieza a besar mi abdomen. Yo sonrío y juego con su cabello. Yo suspiro y él levanta su cabeza y me mira a los ojos. —¿Sigues nerviosa? Yo asiento y él se sienta a mi lado y me abraza. —Amor, él estará bien. Es más fuerte de lo que creemos, así que anda, métete a la ducha para llevarlo al colegio. Estoy seguro de que él ya está más que listo y aún falta un par de horas. Él besa mi mejilla y yo me pongo de pie y voy hacia la ducha. De verdad que aún me sigo preguntando si estoy haci

