Nicoló
Cuando vino Camil a mi oficina, se veía ilusionada y emocionada. Dios, pensé que de verdad me amaba, pero qué equivocado estaba. Cuando tomó el sobre que Álvaro me dio, lo miró con una ceja alzada, algo confundido. Pero él está muy molesto, pues camina de un lado a otro, despeinando su cabello. Yo suspiro y lo miro atento.
—¿Te podrías tranquilizar, por favor? Me estás desesperando.
Él se para frente a mí con sus manos en la cintura y me mira burlón.
—Quiero ver cómo te pones tú cuando veas lo que contiene ese sobre. A ver si es verdad que actúas diferente.
Ahora, la verdad es que me intriga qué tiene este sobre. Lo abro y son infinidad de fotos y algunos documentos. Cuando empiezo a ver cada una de ellas, una más íntima que la otra, conozco a la mujer, pero no conozco al homb
