Cuando Amy llegó a la casa, aun no estaba muy tarde. Para su sorpresa se encontró con la madre de su esposo. La mujer la recibió con una sonrisa amable haciendo que la tensión momentánea que invadió el cuerpo desapareciera.
— Hola… — aunque ya la había visto anteriormente no era lo mismo. Ahora solo estaban ellas a solas.
— Acompáñame. Le pedí a Susan que arreglara un lugar en el jardín. Espero que no te moleste que venga a interrumpir en tu espacio.
— No pasa nada. Puede venir cuando así lo desee.
— ¿Y esas flores? ¡Están muy hermosas!
— Fue un regalo. — Amy sintió su rostro arder al sentir como su suegra la llevaba agarrada de la mano. No solía tener acercamientos con nadie. Así que se sentía extraña. Ni su madre la había agarrado así antes.
Amy había pasado todo el día fuera por
