El nuevo Varkolak, habiendo casi doblado su tamaño y habiéndose teñido del n***o de la noche, parecía hacerse vuelto inmune a los ataques de todos los lobos que cada vez mas, intentaban rodearlo para dejarle caer y someterle, pero era imposible. Su fuerza, su velocidad, su velocidad de reacción les había superado con creces. Tanta era su furia ahora, que atacaba sin miramientos incluso a Takeda, que tuvo que esquivar sus golpes en varias ocasiones. Los árboles crujían al partirse tras ser golpeados por los lobos que acababan allí tras sus impactos, o terminaban partidos en dos tras sus bocados. Los poco más de cien que aún quedaban, teniendo al samurái que no podían y aún más al inmenso lobo ahora n***o, empezaban a retroceder sin saber muy bien que debían hacer. Varkolak gruñó, mientra

