Merlyn dormía plácidamente, más recuperada y a oídos de Varkolak, respiraba con normalidad. Él, aún sentado en la silla, la observaba. Hasta hacía una semana, aquella joven era una completa desconocida, y en ese tiempo, ya había estado a punto de morir en tres ocasiones. No pudo evitar reír en silencio, "debería llamarla Merlyn, la que atrae la mala suerte" pensó. Con delicadeza, tras llamar a la puerta el doctor que horas antes había atendido las heridas de Merlyn, entró con una bandeja con comida y agua. —Hola, siento venir tan tarde, tuve trabajo que atender —dijo en voz baja mientras le entregaba la bandeja a Varkolak, que se había puesto en pie —. Imagino que deben estar hambrientos, sobre todo tú qué llevas horas aquí sentado. Si necesitas tomar el aire puedes salir. Incluso pod

