Mila sintió cómo la sábana que la cubría hasta la mitad del cuerpo fue retirada. Se encontraba boca abajo, con la mejilla presionada contra la cama. No quiso abrir los ojos; tenía demasiado sueño y su cuerpo reclamaba descanso después de horas de sexo, explorando nuevas posiciones para alcanzar orgasmos que nunca había creído posibles. No se movió, realmente no quería moverse, ya que el dolor entre sus muslos era molesto.
—Despierta... —escuchó la voz de John susurrar cerca de su oído. Su plan era no moverse nunca más; solo quería dormir. —Sé que estás despierta... —John se subió encima de ella y restregó su erección contra el trasero desnudo de Mila. Ella abrió los ojos de par en par.
— ¿Cómo es posible que ya...? —John soltó una risa, contagiando a Mila.
—Eres exquisita, no puedo saci
