John concluyó la segunda reunión de la tarde, sin haber tenido la oportunidad de almorzar debido al exceso de trabajo acumulado, en parte por los días dedicados a la boda en Hacienda Harper. Cerró su carpeta y observó cómo el personal alrededor de la gran mesa de la sala de juntas comenzaba a retirarse. Se puso de pie y se dirigió a los amplios ventanales, desde donde podía disfrutar del paisaje, con la Estatua de la Libertad destacando en la distancia. Un golpeteo en la puerta lo distrajo de su contemplación. — ¿Señor Harper? —John se volvió hacia la entrada y vio a su asistente personal, Amelia. — ¿No puedo tener cinco minutos para respirar? —La expresión de Amelia cambió, pálida ante su respuesta. —Tiene una llamada de su ama de llaves, la señora Brent —John abrió los ojos, sorprend

