Capítulo 11 - Inesperado.

4459 Words
Melker Bunderson.Ubicación: Instalaciones de Stillhet, Berlín – Alemania. 2200 horas. Reacomodo los documentos que tengo en el esparcidos por el escritorio y me fijo en el último de ellos. Es la autorización para llevar a cabo la misión a Helheim y los candidatos para ello, suministrados por Aren. Este año sorprendentemente no leo el nombre de Kol Helheim en las opciones. Eso llama mi atención pero no le doy mucha importancia al encontrar los nombres de los gemelos. Sonrió de lado porque aman ir a ese lugar, mientras alguno de nosotros odia poner un pie allá otros realmente lo disfrutan. Los gemelos lo hacen. Cuando termino de apilar los papeles y guardarlos en el cajón un par de golpes en la puerta me alerta de la llegada de alguien miro mi reloj y puntual como siempre. La puerta se abre y Seren entra con ese porte elegante y sensual que la caracteriza. Me echo hacia atrás en el sillón disfrutando de la vista que me da. Esta vez lleva un vestido n***o ajustado a sus curvas, sencillamente sujeto por un moño en el centro de su abdomen permitiéndome ver el inicio de sus pechos que van cubiertos con un sujetador del mismo color. Sus piernas largas, esbeltas y tonificadas se detienen a un paso de distancia del escritorio y sonríe para alegrar mi noche. — ¿Listo? — pregunta con interés. — Si, todo listo…— ella asiente y rodea el escritorio para acercarse más a mí. Se sienta en el borde de este y cruza una de sus piernas dejando ver más de la piel que escondía la tela del vestido. Elevo una de mis cejas cuando me sonríe coqueta. — ¿Qué te traes? — pregunto notando las intenciones claras de distraerme. Ella pone sus ojos en blanco y ríe negando con la cabeza. La conozco demasiado bien para saber que está coqueteando con un fin más profundo y no solo para que la folle. — Nada…— se encoge de hombros y la estudio analizándola. — Seren sabes perfectamente que no puedes seducirme y tratar de engañarme al mismo tiempo…— ella ríe a carcajadas y asiente. — Melker amor, eres el Gamla porque quise que lo fueras, de lo contrario estaría yo sentada en esa silla…— me aclara con arrogancia y rio poniéndome en pie para poder besarla. Pero antes de poder tomar su rostro sus manos se posan sobre mi pecho y detiene mi avance. Su rostro se torna serio y ya sé que va a lanzarme una bomba, así que aguardo paciente a que lo haga. — Necesito ver a Valkiria…— deja caer una vez más y cierro los ojos llenándome de paciencia. — ¿Seren de nuevo vamos a tener esta conversación? — pregunto apretando el puente de mi nariz. — Vamos no puede ser que no quieras verla…— se queja. — Mujer puedo querer verla a diario pero entiende una cosa…— busco su mirada y veo cuando anhela esto realmente — mi hija está muerta, la asesinamos…— mi tono es severo y sin derecho a réplica. Sus ojos me miran con cierto odio momentáneamente hasta que los cierra y respira profundo un par de veces. — De acuerdo…— murmura, abriendo sus ojos nuevamente — tengo listas las reservaciones para la víspera de navidad…— esas palabras me hacen comprender porque la insistencia con el tema últimamente. Respiro profundo tratando de evitar lo recuerdos que tengo de mi familia en navidad. Rio sin ganas al notar que he pensado en algo tan efímero como es la familia para alguien como yo y que de verdad lo extraño. Extraño la cena, decorar el árbol y reír con Val. — Perfecto…— murmuro ignorando las emociones que despierta mi hija y me centro en la mujer que tengo delante. — ¿Nos podemos ir ya? — pregunta seria. — Debo antes hablar con Aren, pasado mañana se lleva a cabo la extracción…— los ojos de Seren brillan y el entusiasmo se nota en ella. Ir a Helheim es otro cosa que mi esposa disfrutaba y que debió dejar de hacer al convertirse en Drottinn. — ¿Quiénes irán? — pregunta con evidente entusiasmo. — Los gemelos…— su sonrisa desaparece y eso me hace fruncir el ceño. — ¿Quién más? — suspiro. — Lurleen Helheim, Haakon Dolph y… — El equipo de Aren…— concluye y asiento — ¿Irán todos? — me encojo de hombros. — Aun no lo sé, se han enviado las notificaciones pero seguro los gemelos irán…— ella asiente con la misma expresión seria. — ¿Qué pasa? — ¿Hace cuánto no los ves? — pregunta sin mirarme a los ojos. — ¿A los gemelos? — ella asiente y trato de hacer memoria. No tengo claro el tiempo que tengo sin verlos, pero cerca de tres años, o un poco más. Entonces recuerdo que la última vez que los vi fue justo antes de llevar a cabo la misión que mato a Valkiria. — Casi cuatro años…— ella muerde su labio inferior y suspira. Nunca la había visto pensar en los gemelos más allá de sus capacidades y lo bueno que eran en los que hacían. Arvid y Arie no son exactamente personas importantes en la vida de Seren, aunque sean sus hijos y los llevo en su vientre casi los nueve meses de gestación ambos nacieron tan sanos y fuertes que solo alcanzo a ver a uno de ellos. Luego no se molestó en conocerlos hasta que estaban más grandes, nunca genero un vínculo con ellos, ni ellos con ella hasta que se enteraron que eran hijos de una de las asesinas más expertas de la organización allí la mitificaron y la convirtieron en una clase de súper heroína. De alguna forma les parecía más increíble ser hijos de ella que míos. Pero mi esposa tan malditamente fría algunas veces que pienso que es imposible que de verdad sienta alguna cosa por mí. Pero sé que es así y si me consideraba una posible debilidad sé que perdí ese lugar en el momento en que Valkiria nació. Mi memoria vuela a ese tormentoso día, a la forma en que supe que peleo cuerpo a cuerpo con ese sujeto sin importarle tener el vientre crecido y sin importarle tener a su hija. Ya que estaba claro no solo ella estaba en peligro también la vida de la pequeña que crecía en su interior. Sonrió cuando recuerdo la llamada y su voz temblando al otro lado del teléfono. — Lo hice…— una pausa donde solo era capaz de escuchar sus jadeos entrecortados — lo mate…— otra pausa y mi ceño se contrajo — pero, estoy sangrando…— eso me hizo levantarme del sillón de inmediato. — ¿Qué? — Ya viene Melk…— murmuro — nuestra hija va a nacer en este maldito frio de mierda…— en cuanto dijo eso mis alarmas se encendieron y lo único que hice fue empezar a moverme. Por cosas del destino estaba quizás a una hora y media de su destino. Tenía un objetivo demasiado cerca del suyo y habíamos quedado encontrarnos después de acabar con ellos. Éramos de los pocos assassin que convivían juntos bajo la misma casa. Estábamos demasiado acostumbrados a la soledad que era raro encontrar matrimonios dentro de la organización. Pero a nosotros nos iba bien, siempre había sido así, desde niños. Salí de la cabaña con el manos libres conectado a mi oreja y corrí hacia la motocicleta que estaba afuera. El frio era una mierda, quizás estábamos a unos 3 o 4 grados pero la sensación térmica era el doble por lo que debía darme prisa. Si las palabras de Seren eran ciertas, la bebe no podía nacer en donde estaban, ya que ellas estaban varios kilómetros más arriba en las montañas donde posiblemente hacia más frio. Concentrándome en lo importante le hable a Seren al teléfono. — Voy por ustedes, envíame las coordenadas…— le pedí. De inmediato un bip me aviso que ya las tenía en el aparato, por lo que conecte el casco al mismo y deje que este me guiara mientras reiniciaba la conversación con mi esposa. — ¿Cómo te sientes? — Cansada… — ¿Hace cuánto estas sangrando? — hubo una pausa que me dejo saber que no tenía idea. — No lo sé, no lo note — otra cosa que lograba dejarme impresionado era la capacidad a resistir el dolor que Seren tenía. — ¿Sangras mucho? — No lo sé Melker, deja de preguntar idioteces y date prisa…— con esa orden acelere más la motocicleta y me encamine hacia la sima de la montaña. El camino hasta la ubicación donde se encontraba Seren solo me tomo 45 minutos, por lo que en cuanto me vio sus ojos se abrieron llenos de sorpresa. Eleve mi arma cuando entre a la cabaña, sabía que estaba sola y que estaba bien dentro de todo pero es una costumbre que tenía. Sus ojos se pusieron en blanco y bufo exasperada cuando me acerque a ella y sonreí al notar su impaciencia. — Llegas tarde…— me espeta intentando ponerse en pie. Su traje n***o dejaba a la vista su vientre recrecido y me preocupe cuando vi la enorme mancha de sangre en el suelo donde minutos antes había estado sentada. Cuando la cargue se quejó un poco y supe que había peleado. Que su objetivo no había sido tan sencillo de eliminar con el mío. Y estos eran los momentos donde odiaba esa regla de cero conocimientos sobre el objetivo. Camine afuera y maldije para mis adentros cuando repare en mi motocicleta y en sus ojos al fijarse en ella. — Melk la motocicleta ¿en serio? — se quejó y reí negando con la cabeza. — Tranquila el sujeto debe tener algún auto en la cochera…— la guie hasta el costado derecho de la cabaña donde efectivamente esta una camioneta la subí y forcé el encendido de la misma. De camino me encargue de organizar que hubiese un equipo médico de la organización listo para atenderla en cuanto llegáramos a la cabaña. No podríamos llevarla a un hospital común y corriente sin despertar demasiadas sospechas o dar explicaciones. Finalmente cuando llegamos a la cabaña el primero en recibirme cuando abrí la puerta fue uno de los médicos de la organización que de inmediato se hizo cargo de la situación. Adentraron a Seren a una de las habitaciones y allí se instalaron cerca de una larga y estresante hora donde no tuve respuestas de lo que ocurría al otro lado. Cuando la puerta se abrió un par de médicos salieron por ella, uno se desvió hacia el costado a la sala con un bulto entre sus brazos, la prisa con la que se movía me indico que lo que sea que llevaba en brazos no estaba del todo bien. Mis ojos no se apartaron de el hasta que vi una maraña de pelo oscura sobre una pequeña cabeza que me dejo impactado. Cuando Seren tuvo a los gemelos teníamos cerca de seis meses sin vernos y no estuve presente en el nacimiento de ellos. Pero esto era completamente distinto. Ignorando las palabras del doctor que me explicaba algo sobre Seren me acerque al otro que conectaba un montón de aparatos a un pequeño pecho. Mis ojos se abrieron como platos ante la vista que estaba teniendo de mi hija. Primero no supe qué demonios comprimió mi pecho, si fue sorpresa, miedo, asombro o eso que creí que solo sentía con Seren y que no sabía si llamarlo amor. Me acerque una vez más cuando el hombre paso un tubo por su boca abierta y me di cuenta que este estaba conectado a un respirador. Mi ceño se contrajo y la preocupación me invadió. — ¿Qué le pasa? — quise saber. — Su estado en este momento es muy inestable, no está respirando por si misma…— me informo el medico que atendía a la pequeña bebe con rapidez. Mi pecho se contralo cuando escuche una discusión a mis espaldas, un grito y luego un disparo que me hizo girarme de golpe. De la habitación Seren salía arrastrando sus piernas bañadas en sangre. Una expresión demente en su rostro me dejo en claro que no estaba pesando y que estaba en modo supervivencia. Elevo el arma hacia mí y me tense. — Seren…— la llame de sus ojos se derramaban una incontable cantidad de lágrimas que me dejaron estupefacto. Nunca la había visto llorar de esa manera, en toda mi vida. — No van a matarla…— jadeo sosteniendo su abdomen — los matare a todos antes si la tocan…— el doctor que estaba atendiendo la pequeña no había dejado de trabajar en ella. Seren poso sus ojos en ellos y supe que debía intervenir. — Está ayudándola Seren…— susurre. Ella me miro con expresión adolorida, preocupada e incrédula. — Dijeron que iban a matarla…— espeto mirando al doctor a mi lado — que un bebe sietemesino no era funcional para la organización — sollozo y mi cuerpo se tensó aún más. Eso era cierto, los bebes debían nacer sanos, fuertes, sin ninguna enfermedad o eran descartados rápidamente. Eran las reglas y un bebe no nacido a término era justamente eso, un pequeño con demasiados problemas por delante. De por sí ya era un hecho la cantidad de problemas, la pequeña ni siquiera respiraba por sí misma. Mis ojos se desviaron a la pequeña criatura sobre esas mantas cálidas de color blanco. Y me dedique a repararla, su pequeño y enrojecido cuerpo se encontraba boca arriba, sus pequeñas y cortas piernas estaban abiertas al igual que sus bracitos reposando sobre la tela. Su pecho apenas subía y bajaba como si le costara un mundo poder respirar. Mi propio pecho se contrajo y en ese instante desee poder cederle mis pulmones para que no le costara tanto hacerlo. Sus manitas estaban empuñadas y sobre su pecho habían varios chupones que estaban conectados a una máquina que se encargaba de marcar sus signos vitales, una vía salía de su brazo izquierdo donde en ese momento el doctor colocaba algún medicamento. — Melker…— mi nombre en medio de un sollozo me agrieto el pecho y me hundió un poco más en esa extraña e inexplicable sensación de agobio y desespero. Cuando gire y nuestras miradas se encontraron, sabía que Seren haría lo que acababa de prometer si no le aseguraba el bienestar de nuestra hija y eso fue lo que hice. Con un rápido movimiento desenfunde mi arma y le apunte al médico que la atendía. Sin embargo este no dejo de trabajar muy concentrado en lo que hacía. — Seren tienes que calmarte y permitir que terminemos de suturarte…— esas palabras me hicieron mirar nuevamente a mi esposa y fue cuando vi como de su vientre goteaba sangre — has perdido demasiada y si de verdad quieres ser de ayuda para la pequeña tienes que seguir con vida — Seren dio un paso en nuestra dirección y se tambaleo. De inmediato corrí ayudarla sus manos se cerraron con fuerza en mi camisa llenándola de sangre. Nuestras miradas se encontraron y la súplica que vi en ellos me destrozo un poco más. Jamás había visto a Seren así. — Por favor…— me suplico — no dejes que se la lleven si lo hacen la van a matar…— su voz cada vez sonaba más baja y entrecortada. La piel de su rostro estaba tornándose más pálida y su agarre estaba aflojándose. Cuando sintió que desfallecía se aferró con más fuerza a mí. — Quiero verla…— me pidió y asentí. Trague el nudo de emociones desconocidas en mi garganta y la ayude acercarse, dejando detrás de nosotros un rastro de sangre que gritaba a mi cabeza que Seren moriría si no hacía algo pronto. En cuanto alcanzamos la mesa donde la pequeña estaba tendida. Seren apoyo sus manos sobre la superficie manchándola de sangre, con lentitud y más lágrimas cayendo de sus ojos, se inclinó hacia el frente y sonrió. Sonrió como nunca en mi vida la había visto sonreír y en ese instante supe que jamás dejaría que tocaran a esa pequeña así tuviera que destruir la organización desde los cimientos. — Es hermosa…— murmuro levantando una temblorosa mano que se deslizo por la pequeña mejilla enrojecida de la bebe. Quien al sentir el leve rose se movió sorprendiéndome, porque hasta ese momento no la había visto hacer absolutamente nada que me indicara que estaba con vida. Su pequeña carita se contrajo y de pronto se enrojeció mucho más, mis alarmas se activaron y Seren se tambaleo alarmantemente para acercarse más a ella. — ¿Qué le pasa? — quiso saber retirando la mano. El médico que seguí ignorándonos se puso en pie y reviso el respirados ajusto algunas válvulas y presiono algunos botones, pronto el rostro de la pequeña regreso a su tranquila expresión. Seren se tambaleo nuevamente y supe que estaba a nada de desmayarse cuando aferro mi mano y su espalda choco contra mi pecho. — No los dejes Melker…— me pidió en un murmullo desesperado — no dejes que la maten…— busque esos ojos cafés que me habían atrapado desde que era un niño y asentí — prométemelo…— trague duro. Una promesa. Esas nunca las hacíamos, nuestro maestro nos hizo prometer que debíamos matar a uno de nuestro equipo y hasta que no lo llevamos a cabo no salíamos de ese maldito laberinto. así que las promesas eran algo prohibido para nosotros. Pero a ella no podía negarle nada y mucho menos cuando esa promesa involucraba a esa pequeña que de alguna forma se había robado mi respiración a falta de la suya. — Te lo prometo…— murmure con voz ronca. Ella me regalo esa amplia sonrisa que le había dedicado a la bebe y un instante antes de desvanecerse en mis brazos fijo los ojos en la pequeña. — ¿Melker? — su voz me trajo de regreso al presente, donde esos mismos ojos cafés me miraban con atención y una ceja levantada. Sonreír con pesar y me acerque a ella para besarla. Puede que ella haya olvidado esa promesa, pero yo no y así tenga que cuidar a mi hija de su propia madre lo hare, no permitiré que nada ponga en peligro la vida de Valkiria así eso signifique matarla para lograrlo. Valkiria Bunderson.  Calidez… Suavidad… Me remuevo entre esas sensaciones en busca de sentirlas un poco más y seguir durmiendo. Pero por el contrario a mi deseo de seguir haciéndolo algo en mi cabeza grita que esto no está bien, por lo que siento de golpe y abro los ojos mirando a mí alrededor ligeramente alterada. Cuando me percato que estoy en mi habitación, en mi cama con una camiseta de Egil mi ceño se frunce. — ¿Qué mierda paso? — miro nuevamente a mi alrededor sin comprender qué demonios pasa. Hasta que un par de ojos negros como el abismo llegan a mí y mi cuerpo se eriza con el recuerdo de su mano sobre mi cuello y luego esa oscuridad. — Esta hijo de puta volvió a sacarme de juego…— jadeo en el momento en que Ull salta sobre mi regazo sobresaltándome. Se restrega contra mi pecho y llevo mis manos a su cuerpo cuando lo alzo para abrazarlo su pelaje huele a ese perfume varonil y embriagador que usaba Hel y mis alarmas se encienden aún más, dejo al minino sobre la cama y salgo de esta con rapidez corriendo a la sala para ver si esta allí. Pero la encuentro completamente vacía, miro a mi alrededor y sin comprender nada. Rascando mi cuero cabelludo tratando de lograr comprender como llegue a mí casa y cómo demonios entro. Bueno no le sería muy complicado en mi bolso estaban mis llaves, sin embargo… dudo un instante entrando a la cocina y miro a mi alrededor todo esta exactamente igual a como lo deje. Nuevamente Ull se restriega entre mis piernas ronroneando y suspiro inclinándome para tomarlo. Acerco mi nariz a su pelaje llenándome de ese aroma. Y bufo exasperada al no poder comprender a ese hombre o si quiera tener una idea de qué demonios pasa por su cabeza. Dejo a Ull en el suelo y me giro al refrigerador para comer algo y cuando lo abro maldigo nuevamente en silencio al notar que sigue vacío porque se me ocurrió la maravillosa idea de ir a buscar a Hel en vez de alimentos. — Muy lista Valkiria, muy claras tus prioridades…— desvió mis ojos hacia el reloj que esta sobre la encimera y suspiro. Si Ull estuviera aquí posiblemente estaría haciendo una fiesta por mi estupidez y recordándome constantemente que sin el mí vida no tiene pies ni cabeza. Sonrió extrañando a la estúpida máquina y suspiro una vez más, mirando el vacio departamento que me recuerda cuan sin sentido es mi nueva vida. Son casi las 6 de la mañana a esta hora ningún súper estará abierto por lo que regreso sobre mis pasos de vuelta a mi cama donde me meto entre las sabanas y cojo el libro que esta sobre mi mesita de noche, cuando giro mi rostro mis ojos se topan con el montón de ropa que tenía puesta hace algunas horas y frunzo el ceño. Jamás dejo mi ropa en el suelo, me pongo en pie y camino hasta ella la recojo del piso estirándola y regresándola al gancho para devolverla al ropero. Cuando cierro las puertas de este me detengo en seco. Mis ojos se abren como platos y caigo en cuenta que el idiota de Hel no solo volvió a noquearme, me trajo a casa sino que volvió a desnudarme y me metió a la cama. Todas las alarmas se encienden una vez más y levando mi camiseta para revisar mi cuerpo en busca de alguna marco algo que deje evidencia de abuso, pero mi piel sigue tan tersa y delicada como siempre, libre de cicatrices, a excepción de esa que esta sobre mi cadera. Suelto la tela de la camiseta y suspiro regresando a la cama. Este sujeto es demasiado extraño y es evidente que tiene entrenamiento de algún tipo, porque me ha sacado de juego dos veces seguidas. Mas no habrá una tercera vez, cuando volvamos a vernos encontrare algunas respuestas. — ¿Cuándo volvamos a vernos? — Murmuro negando con la cabeza — tienes que estar demente Val si vuelves a acercarte a ese sujeto…— sonrió porque demente es un término que me define bastante bien.     Haakon Dolph. Centro de Berlín – Alemania. 0630 horas.   Me empino nuevamente la botella de cerveza que sostengo en mi mano, mientras veo como las caderas de la mujer que esta sobre mí se mueven, subiendo y bajando deslizándose por mi polla. Suelto un gruñido cuando sus uñas se entierran la piel de mi pecho y sonríe coqueta inclinándose para buscar besar mis labios pero vuelvo a evitarlo. Sin soltar la botella la sujeto de las caderas y las fijo para empezar a mover mi pelvis contra su sexo que me recibe gustoso y encharcado. Me muevo con rapidez hasta llevarla al orgasmo. Sus uñas dejan surcos en mi pecho y gruño al ver la sangre salir de ellas. La rubia que esta enloquecida montándome grita con desesperación cuando entierro mi polla hasta lo más profundo de su sexo y sonrió al ver como pierde el juicio, la lógica y la completa noción de lo que la rodea, llevo la botella de cerveza a mis labios mientras continuo penetrándola alargando su orgasmo. Hasta que veo el momento exacto en que su cuerpo empieza a temblar sin control es donde veo mi preciado momento. Dejo la botella vacía de cerveza a mi lado y llevo mis manos a su rostro, tirando de ella para acercarla a mi boca. Sus ojos se abren y todo el deseo y lujuria que veo en su mirada me endurece un poco más, cuando sonríe en mitad de un largo jadeo. La inclino más sobre mis labios veo el anhelo en su mirada por lograr lo que tiene esperando toda la noche un puñetero beso que nunca llega porque con fuerza giro su cuello quebrándolo en el instante en que mi polla se tensó y me libero en su interior. Suelto un gruñido contenido mientras sale hasta la última gota de mí y rio cuando giro su rostro y logro ver sus ojos sin vida pero su expresión de placer sigue allí, intacta. — No beso a nadie que no se lo merezca…— murmuro quitando su cuerpo de mí y dejándolo caer a mi lado sobre la cama. Reviso mi pecho para ver las marcas que dejaron sus uñas y pongo los ojos en blanco. Relajándome en la cama mientras mi cabeza vuela una vez más a la castaña que estaba con Hel y a la forma en que salió en su búsqueda cuando noto mis ganas de llevarla a otro lado. ¿Quién es esta mujer y que coño significa para Kol? Pienso mientras voy poniéndome en pie para buscar mi ropa y vestirme. Antes de colocarme el bóxer tomo el teléfono y le marco a Will, el idiota que se encarga de los cadáveres que dejo detrás cada que salgo de fiesta. Después de tres toques su ronca voz me responde. — Hache…— me saluda. — Tienes uno que recoger, en el lugar de siempre, quiero la mitad de lo que le saques a los órganos en el mercado n***o o lo que sea que consigas…— con eso finalizo la llamada muy consciente que con la venta de órganos no obtendrá nada. Quito el preservativo y lo anudo para luego tomar el bóxer y colocármelo, recojo mi ropa y me inclino sobre el cuerpo sin vida de la tonta rubia que cayó por mi esta noche. — Diría que lo siento pero la verdad es que no, disfrute de tu compañía hasta el último minuto…— me pongo en pie y salgo de la habitación. Es hora de hacer un poco de investigación y ver que se trae Hel y esa preciosa Val…            
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